A veces la vida nos confronta con preguntas que parecen simples pero que esconden una profundidad inesperada. “¿Qué le sacas al cló?” no es solo una frase coloquial que invita a la curiosidad; es también un espejo que refleja nuestras propias resistencias internas. El “cló” —ese baúl simbólico donde guardamos lo no resuelto— está lleno de recuerdos, temores, creencias heredadas y patrones inconscientes que terminan filtrándose en nuestras decisiones, relaciones y negocios. En mi experiencia de más de tres décadas como empresario, mentor y ser humano en constante transformación, he comprobado que detrás de cada avance significativo existe un acto previo de soltar, limpiar y reordenar lo invisible que nos sostiene. Es curioso, pero en el mundo de la tecnología y los sistemas, a menudo lo más disruptivo no es la herramienta nueva, sino la capacidad de cuestionar el código viejo que ya no sirve. En lo humano pasa igual: para evolucionar hay que revisar el código emocional y espiritual que cargamos.
Desde joven aprendí que un sistema colapsa cuando acumula demasiados procesos en segundo plano; nuestra mente y nuestra vida no son diferentes. Ese “cló” puede ser una vieja relación que no sanaste, un miedo al fracaso, o un éxito pasado al que te aferras porque te dio identidad. En la empresa y en la tecnología lo veo cada día: modelos de negocio que no se actualizan, equipos que no se comunican, líderes que no sueltan el control. Todo eso es “cló” mental y estructural. Y no es casualidad que hoy la Inteligencia Artificial y el Big Data nos hablen de “depuración” y “limpieza” de datos antes de tomar decisiones: en lo humano también debemos limpiar los datos con los que interpretamos la realidad.
Cuando acompaño a líderes en procesos de transformación, suelo ver que el obstáculo no está en lo que no saben, sino en lo que no quieren soltar. Ahí entra el verdadero trabajo espiritual, que no es ajeno a la empresa ni a la tecnología. La espiritualidad bien entendida es un sistema operativo que nos conecta con lo esencial y nos enseña a trascender el ego, a reconocer la interdependencia y a actuar desde un propósito más amplio que el interés inmediato. Es allí donde herramientas como el Eneagrama, la numerología —como el Camino de Vida 3, asociado a la comunicación y la creatividad— y la inteligencia emocional se vuelven aliados estratégicos, no solo para conocernos, sino para reconfigurar nuestra forma de liderar.
Hace algunos años, trabajando con un equipo directivo en crisis, les propuse un ejercicio que parecía sencillo: identificar los “cló” de la organización. Salieron listas de procesos obsoletos, cargos duplicados, paradigmas de control, miedos al cambio. Fue impresionante ver cómo al nombrar lo invisible comenzaron a liberar energía para la innovación. Una de las gerentes me confesó después que ese ejercicio la impulsó a revisar su propia vida personal: dejó una relación tóxica, empezó a estudiar algo que siempre había pospuesto y, paradójicamente, su desempeño laboral se disparó. Ese es el poder de “sacar el cló”: cuando limpias dentro, se ordena afuera.
En mi propia trayectoria he tenido que revisar y vaciar muchos “cló” internos. No siempre fue cómodo. Soltar modelos de negocio que me dieron reconocimiento, delegar tareas que yo mismo creé, enfrentar mis propias incoherencias. Pero cada vez que lo hice, emergió algo nuevo: un servicio innovador, un proyecto alineado a mi propósito, un equipo más autónomo. No es casualidad que Todo En Uno.Net naciera de uno de esos momentos de vaciado y renovación: comprendí que no quería más tecnología por la tecnología en sí misma, sino tecnología al servicio de la funcionalidad y la humanidad.
En la cultura empresarial latinoamericana todavía nos cuesta hablar de estos procesos. Preferimos “ponerle ganas” y seguir acumulando. Pero en un mundo hiperconectado, donde la Inteligencia Artificial, la automatización y la transparencia avanzan sin freno, no es sostenible ocultar el cló bajo la alfombra. El liderazgo del futuro se construye sobre la capacidad de reconocer y gestionar lo invisible: emociones, sesgos, sistemas internos y colectivos. Y esa es también una forma de justicia: cuando un líder limpia su cló, libera a su equipo del peso de la inconsciencia organizacional.
Algunos me preguntan: “Julio, ¿cómo mezclas espiritualidad con tecnología, numerología con IA, psicología con administración?”. La respuesta es simple: no lo mezclo, lo reconozco como partes de un mismo sistema. El ser humano es integral, y sus empresas y tecnologías son extensiones de su conciencia. Si no abordamos esa integralidad, terminamos con soluciones parciales para problemas complejos. Por eso me parece tan relevante aprovechar estos temas aparentemente sencillos para abrir conversaciones profundas.
Quizás hoy, mientras lees esto, estás sintiendo que en tu vida o en tu empresa hay algo que no fluye, un peso, un estancamiento. Eso es una señal. Pregúntate: “¿Qué le estoy sacando al cló? ¿Qué he evitado mirar?”. No necesitas hacerlo de golpe ni solo. Hay herramientas, mentores, comunidades. La numerología, el Eneagrama, la inteligencia emocional, la meditación, incluso la Inteligencia Artificial bien usada, pueden ayudarte a ver patrones, tomar conciencia y crear rutas de evolución. Y sobre todo, está tu propia honestidad y tu disposición a cambiar.
Sacar el cló no significa botar todo; significa discernir. En la empresa implica analizar procesos, soltar los que no agregan valor, optimizar los que sí, y abrir espacio para la innovación. En lo personal implica reconocer hábitos, relaciones o creencias que ya cumplieron su ciclo, agradecerles y dejarlos ir. Ese es el verdadero liderazgo humanista: liderarte a ti mismo primero, para luego inspirar y guiar a otros desde un lugar limpio y auténtico.
Hoy más que nunca creo que la pregunta “¿Qué le sacas al cló?” es un regalo. Nos obliga a mirar con humildad y valentía, nos confronta con la sombra y nos invita a la acción. En un mundo que premia la acumulación, atrevernos a soltar es un acto revolucionario. Y en un tiempo donde la tecnología promete simplificarlo todo, recordar que el trabajo profundo sigue siendo humano es un acto de lucidez.
Quiero cerrar este blog con una invitación sincera: no pospongas esa limpieza interior y organizacional. Empieza hoy con algo pequeño: una conversación pendiente, una revisión de tus valores empresariales, un espacio de silencio para escucharte. Ese gesto será el inicio de una cadena de transformaciones que pueden cambiar no solo tus resultados, sino tu experiencia de vida. Te lo digo desde mi propia vivencia, porque he visto, en mi vida y en cientos de empresas, que lo que dejas ir abre el camino para lo que de verdad importa.
Si este mensaje resonó contigo y sientes que es momento de sacar tu propio “cló” personal o empresarial, agenda una charla privada conmigo para explorar juntos tus procesos invisibles, únete a nuestra comunidad para seguir compartiendo experiencias transformadoras o simplemente comparte este blog con alguien que lo necesite hoy.
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