¿Te has detenido a escuchar cómo te hablas a ti mismo? No me refiero a lo que dices cuando todo va bien, sino a lo que te repites en silencio cuando fallas, cuando temes, cuando estás al borde. Las palabras, esas que a veces creemos inofensivas o inofensivamente repetidas, tienen un poder profundo: moldean nuestra realidad, condicionan nuestras decisiones y crean entornos, tanto internos como colectivos. Desde hace años he aprendido que una sola expresión, repetida lo suficiente, puede construir una cultura... o destruir una conciencia.
Por eso resonó tanto en mí el artículo de Alejandro Peñaloza Balza sobre la necesidad de revisar ciertas expresiones que usamos sin pensar. Porque he visto de cerca cómo el lenguaje, sobre todo el lenguaje empresarial, está lleno de frases que deshumanizan, que reducen la riqueza de lo humano a productividad o cumplimiento. Y lo que es peor: muchas de esas frases también nos las decimos a nosotros mismos.
Expresiones como "tengo que aguantar", "no soy suficiente", "así es la vida", "hay que producir o perecer", "si no lo haces tú, otro lo hará", no son solo palabras. Son decretos que dejamos entrar al alma, sin preguntarnos si realmente nos pertenecen. Y lo más inquietante es que muchas veces, esos decretos no vienen de afuera, sino que los hemos heredado, repetido y perpetuado desde generaciones anteriores.
He acompañado a líderes que se repiten constantemente que deben ser duros, infalibles, inquebrantables. Y cuando por fin se permiten llorar, descansar o decir "no sé", ocurre algo sagrado: nace un nuevo liderazgo, uno que no se basa en el control, sino en la presencia. He acompañado a madres que se repiten "todo depende de mí", hasta que un día descubren el alivio de delegar, de confiar, de no ser omnipresentes. Y he caminado con emprendedores que tenían tatuada la frase "nunca pares", hasta que su cuerpo dijo "basta", y aprendieron que pausar también es avanzar.
Transformar el lenguaje no es un ejercicio estético, es un acto de liberación. Porque cada vez que elegimos una palabra nueva, estamos eligiendo también una forma distinta de habitar la realidad. Cambiar "tengo que" por "elijo", "fracaso" por "aprendizaje", "problema" por "desafío" no es ingenuidad. Es conciencia. Es recordarnos que el lenguaje no solo describe lo que somos, también nos programa para lo que podemos llegar a ser.
En mis procesos personales, y en las consultorías que lidero desde Todo En Uno.NET, suelo invitar a las personas a revisar su "gramática emocional". ¿Cómo te hablas cuando algo no sale como esperabas? ¿Cómo nombras tus logros? ¿Qué expresiones repites sin darte cuenta? Y más aún: ¿qué expresiones necesitas crear para nombrar eso nuevo que está naciendo en ti?
Es curioso que ahora que trabajamos con inteligencia artificial y sistemas que aprenden por patrones, empecemos a darnos cuenta de lo automáticos que somos nosotros mismos. Por siglos creímos que el milagro de pensar, crear y decidir era únicamente humano. Hoy, una creación nuestra, la Inteligencia Artificial, irrumpe no para sustituirnos, sino para desafiarnos a evolucionar. El paradigma se rompe, y con él, la zona de confort en la que nos refugiamos. Ya no basta con pensar, hay que replantear qué es la inteligencia, qué es la conciencia y cuál es nuestro verdadero rol como especie. ¿Estamos preparados para coexistir con una inteligencia no biológica que aprende, decide y, en ocasiones, acierta más que nosotros?
La paradoja es hermosa: mientras las máquinas aprenden de nosotros, nosotros estamos siendo invitados a reaprender lo esencial. A recordar que una palabra puede abrir una herida, pero también puede sanarla. Que un gesto verbal puede dividir, pero también puede reconciliar. Que el lenguaje, cuando se elige con conciencia, es una forma de amor.
No escribo esto desde la teoría. Lo escribo desde la experiencia de haber vivido muchas veces el proceso de cambiar la narrativa interna. Lo escribo como hombre, como padre, como empresario, como mentor. Como alguien que se ha equivocado muchas veces por hablar desde el miedo, y que ha aprendido que solo cuando hablo desde el alma es cuando realmente conecto.
Quizá por eso este blog existe. Porque si queremos cambiar la cultura, necesitamos empezar por cambiar las conversaciones. Y si queremos conversaciones más sanas, necesitamos empezar por cambiar las palabras con las que nos hablamos a nosotros mismos.
Imagen sugerida (IA):
Llamado a la acción: Hoy te invito a hacer algo simple pero profundo: elige una sola expresión que ya no quieres repetir, y reemplázala por una nueva que te potencie. Si quieres acompañamiento en ese proceso, agenda una conversación conmigo. No es coaching de moda. Es un espacio de verdad, donde juntos podemos reescribir los lenguajes que limitan y crear otros que liberen. Agenda:
Agendamiento: AQUÍ
Facebook: Julio Cesar Moreno D
Twitter: Julio Cesar Moreno Duque
Linkedin: (28) JULIO CESAR
MORENO DUQUE | LinkedIn
Youtube: JULIO CESAR MORENO DUQUE - YouTube
Comunidad de WhatsApp: Únete
a nuestros grupos
Grupo de WhatsApp: Unete a nuestro Grupo
Comunidad de Telegram: Únete a nuestro canal
Grupo de Telegram: Unete a nuestro Grupo
Blogs: BIENVENIDO
A MI BLOG (juliocmd.blogspot.com)
AMIGO DE. Ese ser supremo
en el cual crees y confias. (amigodeesegransersupremo.blogspot.com)
MENSAJES SABATINOS
(escritossabatinos.blogspot.com)
👉 “¿Quieres más tips como este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp o
Telegram”.
Y si este mensaje te sirvió, compártelo. Porque a veces una palabra, dicha en el momento justo, puede cambiar una vida.