El camino invisible hacia el autoritarismo: una advertencia desde el alma de Colombia



¿Y si el fascismo no llegara con botas, sino con aplausos? ¿Y si lo que creemos justo es, en realidad, la antesala de una trampa disfrazada de esperanza? Hoy 11 de junio de 2025, mientras escribo estas palabras, una reunión nocturna en la ciudad de Cali marca un antes y un después en nuestra historia reciente. El presidente ha planteado una consulta popular, y aunque algunos lo celebran, yo invito a todos a mirar más allá de lo visible. No con miedo, sino con conciencia. Porque lo que se juega no es sólo una decisión política: es el alma de una nación.

He vivido varias etapas de nuestra historia. Vi la Constituyente del 91 con la ilusión de un nuevo amanecer. Vi también el caos del narcoterrorismo, el clientelismo que se enquistó en nuestras instituciones, y el espejismo de cambios que prometían transformarlo todo sin transformar a nadie. Hoy reconozco patrones que ya hemos vivido, pero con nuevas formas. Como mentor, como empresario, como colombiano y como ser humano, me veo en la responsabilidad de advertir, no desde el juicio, sino desde el amor por este país que nos duele y nos inspira.

El fascismo no siempre llega alzando la voz. A veces, se infiltra en discursos de justicia, de dignidad, de empoderamiento popular. Pero cuando esos discursos eliminan la posibilidad del disenso, cuando reemplazan el debate por la imposición, cuando dividen a los ciudadanos entre buenos y malos según su lealtad al líder, entonces ya no estamos hablando de democracia. Estamos hablando de culto. Y los cultos no permiten libertad.

He acompañado cientos de emprendedores y líderes desde 1988. Y una lección se ha vuelto ley en mi vida: donde hay miedo, hay manipulación. Donde hay dependencia emocional al poder, hay riesgo de totalitarismo. En las organizaciones, en las relaciones y también en la política. Por eso es tan importante cultivar una conciencia ciudadana que no adore, sino que cuestione. Que no siga ciegamente, sino que observe con ojos despiertos.

Hoy, muchos jóvenes sienten una desconexión profunda con la clase política tradicional. Lo entiendo. Lo viví también. Pero esa frustración no debe convertirse en odio ni en sumisión a nuevas formas de caudillismo. La consulta que se está gestando puede parecer una herramienta de participación, pero si no viene acompañada de garantías reales de pluralismo, de respeto institucional y de una escucha genuina de las diferencias, entonces se convierte en una puerta hacia el autoritarismo populista.

Me preocupa que estemos normalizando la violencia simbólica en el lenguaje, que estemos justificando atropellos porque "el fin lo merece". Eso también es fascismo. Un fascismo emocional, que no necesita camisas negras ni marchas militares, porque opera desde el alma herida del pueblo, desde la rabia, desde la sed de justicia mal canalizada. Y cuando eso se institucionaliza, la historia nos ha mostrado que el final nunca es liberador.

También me inquieta la desconexión espiritual de nuestras decisiones colectivas. Hemos reducido lo público a lo técnico, lo electoral a lo estratégico, y lo humano a lo funcional. Pero una nación es un organismo vivo, con emociones, heridas, sueños y sombras. Necesitamos regresar a la compasión, a la escucha profunda, al discernimiento. Porque el alma de un país no se sana con decretos, sino con verdad, con integridad y con ejemplos.

Como ingeniero, sé que todo sistema colapsa cuando sus estructuras no están alineadas con sus principios. Como administrador, sé que ninguna organización prospera cuando el liderazgo se ejerce desde el ego. Y como mentor, he aprendido que el verdadero poder es el que se entrega, no el que se impone. Por eso, hoy levanto mi voz con firmeza, pero con respeto. Con claridad, pero sin odio. Porque amo este país, y porque sé que aún hay tiempo para corregir el rumbo.

Mi llamado no es a la oposición por sistema, sino a la vigilancia consciente. No a la confrontación estéril, sino a la articulación activa de una ciudadanía despierta. Una ciudadanía que no se deje encantar por las formas, sino que exija el fondo. Que entienda que la democracia no es perfecta, pero es el terreno donde se puede sembrar justicia sin sacrificar libertad. Y eso, amigos, no se negocia.

Cierro este mensaje con una invitación desde el corazón. No permitamos que el cansancio nos lleve a la pasividad, ni que el desencanto nos empuje a la idolatría política. Seamos más grandes que nuestras heridas. Seamos constructores de futuro, no seguidores de salvadores. Y sobre todo, cuidemos el alma de Colombia, porque es el reflejo del alma de cada uno de nosotros.

Si estas palabras resonaron contigo, te invito a que no te quedes en el silencio. Comparte este mensaje con quien sienta que necesita despertar. Y si quieres conversar desde la conciencia, sin polarización, te invito a agendar una charla personal. Estamos llamados a pensar juntos, a construir desde el alma. Colombia lo merece. Y tú también.

Agendamiento:                     AQUÍ

Facebook:                              Julio Cesar Moreno D

Twitter:                                 Julio Cesar Moreno Duque

Linkedin:                               (28) JULIO CESAR MORENO DUQUE | LinkedIn

Youtube:                               JULIO CESAR MORENO DUQUE - YouTube

Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos

Grupo de WhatsApp:          Unete a nuestro Grupo

Comunidad de Telegram:   Únete a nuestro canal  

Grupo de Telegram:            Unete a nuestro Grupo

Blogs:   BIENVENIDO A MI BLOG (juliocmd.blogspot.com)

AMIGO DE. Ese ser supremo en el cual crees y confias. (amigodeesegransersupremo.blogspot.com)

MENSAJES SABATINOS (escritossabatinos.blogspot.com)

Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente