Cuando el ‘hazlo por favor’ ya no basta: aprender a pedir desde el alma y no desde la carencia

 

¿Alguna vez sentiste que diste todo por alguien y al pedirle algo de vuelta… no apareció? ¿Has pedido con amabilidad, con urgencia o con insistencia, y lo único que recibiste fue silencio, evasión o, incluso, desprecio? Sé lo que se siente. Como empresario, como líder, como padre, como hermano, como hijo. Como ser humano. He pedido ayuda en momentos clave, he esperado con el alma abierta… y también he sentido el vacío de no recibir.

Pero con los años comprendí algo: no se trata solo de cómo pido, sino desde dónde lo hago.

Pedir no es un acto superficial. No es una transacción de palabras. Es una expresión profunda de nuestra relación con el poder, con la dignidad y con el amor. Y muchas veces, aunque la boca diga “por favor”, el corazón está gritando otra cosa: “Valídame. Respóndeme. Devuélveme todo lo que te di”. Y desde ahí, desde ese rincón inconsciente de necesidad emocional no resuelta, no pedimos: exigimos. Y cuando lo que damos es exigencia, aunque se disfrace de cortesía, el otro lo siente.

Lo aprendí en carne propia, en uno de los procesos más dolorosos de mi vida profesional. Tenía a una persona de mi equipo a la que consideraba casi de la familia. Le di confianza, responsabilidades, formación. Cuando le pedí ayuda con un proyecto clave, su respuesta fue seca y evasiva. Le insistí, con respeto, y su actitud fue aún más distante. Me sentí traicionado. No por lo que no hizo, sino por lo que eso reveló: que nunca estuvo realmente conmigo. Solo estaba mientras le convenía.

Esa noche no dormí. Y al amanecer, entendí que yo había confundido cercanía con compromiso, y había pedido esperando una lealtad que nunca sembré de verdad. No fue él quien falló: fui yo quien proyectó en él una expectativa que no tenía sustento.

Desde entonces empecé a observar con más cuidado no solo cómo pido, sino por qué pido. Porque pedir desde el alma no es suplicar, ni manipular, ni exigir. Es reconocer humildemente que hay algo que no puedo hacer solo, y que confiar en otro no me hace menos, sino más humano.

En mi experiencia guiando a cientos de líderes y emprendedores, he visto este patrón una y otra vez: padres que piden obediencia sin presencia. Jefes que piden resultados sin empatía. Parejas que piden atención sin darse primero a sí mismas. Y luego se quejan del “egoísmo” del otro, sin revisar que quizá están pidiendo desde una herida no vista.

¿Y cómo se ve eso en el mundo empresarial? Se ve en los líderes que, al pedir un cambio, no lo modelan. En las organizaciones que piden compromiso sin ofrecer propósito. En los discursos que piden colaboración pero siembran miedo. El resultado: trabajadores que hacen lo mínimo, equipos que responden con indiferencia, y culturas laborales que se sostienen por inercia, no por inspiración.

Una vez, en una mentoría con un directivo de una empresa nacional, él me decía con frustración: “No sé qué más hacer. Les pido que innoven, que propongan, que se arriesguen, pero no lo hacen”. Le pregunté: “¿Y tú cuándo fue la última vez que mostraste tu propia vulnerabilidad?”. Se quedó en silencio. Lo que descubrimos juntos es que pedía innovación desde el control. Y la innovación nace de la libertad.

Entonces, ¿qué hacemos cuando ya no basta con decir “hazlo por favor”? Primero, mirar hacia dentro. Preguntarnos desde qué emoción estoy pidiendo. ¿Desde la escasez? ¿Desde la ansiedad? ¿Desde una necesidad no atendida? Luego, revisar si lo que pido es coherente con lo que doy. Porque no se puede pedir entrega si yo mismo no estoy disponible. Y por último, aprender a soltar el resultado. Pedir desde el amor es confiar en que el otro responderá desde su libertad, no desde mi presión.

Esto no es fácil. Requiere valentía emocional. Requiere inteligencia espiritual. Requiere que soltemos el personaje de control y nos abramos al riesgo de no ser correspondidos. Pero ese riesgo es el precio de la autenticidad. Y solo desde ahí se puede construir una cultura —empresarial, familiar, espiritual— que no sea de mandato, sino de encuentro.

Hace poco, una joven emprendedora me contaba que sentía que nadie en su entorno la apoyaba. Que cuando pedía ayuda, se sentía invisible. Le pregunté: “¿Y tú te apoyas a ti misma?”. Lloró. Porque entendió que lo que estaba pidiendo afuera era algo que aún no se daba dentro. Desde ese día, empezó a tratarse con más ternura, a escuchar su intuición, a respetar su tiempo. Y como por arte de magia, otros empezaron a estar disponibles. Porque el mundo no te responde por lo que dices: te responde por la energía desde la que vives.

Yo también he pedido desde el vacío. Y también he aprendido a pedir desde la certeza interior. Y cuando lo haces así, no solo obtienes más respuestas: te liberas del resentimiento si no las hay.

Pedir no es un acto de debilidad. Es un acto de poder. Pero no del poder que impone. Del poder que conecta. Que inspira. Que honra la dignidad del otro y la propia.

Y cuando uno pide desde ahí, ya no se trata de que el otro haga o no haga. Se trata de que tú quedas en paz, porque sabes que hablaste desde tu verdad. Sin manipular, sin forzar, sin perderte.

Ese, al final, es el verdadero liderazgo. No el que ordena, no el que exige. Sino el que pide con el alma abierta, y sabe sostener la respuesta con madurez.

Si has sentido que pedir ya no es suficiente, que hablar no basta o que algo en ti está listo para cambiar la forma en que te relacionas con otros… agenda un espacio conmigo. A veces, no se trata de cambiar el mundo. Se trata de cambiar desde dónde pedimos.

Y si esto te recordó a alguien que está viviendo ese mismo silencio que tú conoces, compártelo. Puede ser el inicio de un diálogo que transforme.


Con amor, verdad y propósito,
Julio César Moreno Duque
Mentor, empresario, maestro de procesos humanos.


Agendamiento:                     AQUÍ

Facebook:                              Julio Cesar Moreno D

Twitter:                                 Julio Cesar Moreno Duque

Linkedin:                               (28) JULIO CESAR MORENO DUQUE | LinkedIn

Youtube:                               JULIO CESAR MORENO DUQUE - YouTube

Comunidad de WhatsApp: Únete a nuestros grupos

Grupo de WhatsApp:          Unete a nuestro Grupo

Comunidad de Telegram:   Únete a nuestro canal  

Grupo de Telegram:            Unete a nuestro Grupo

Blogs:   BIENVENIDO A MI BLOG (juliocmd.blogspot.com)

AMIGO DE. Ese ser supremo en el cual crees y confias. (amigodeesegransersupremo.blogspot.com)

MENSAJES SABATINOS (escritossabatinos.blogspot.com)

👉 “¿Quieres más tips como este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp o Telegram”.

¿Deseas que te genere ahora la imagen descrita para este blog?

Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente