Algunas de las causas del desinterés son el aumento en la ansiedad y el estrés diario.
La pérdida de interés en los asuntos del catre es preocupante y debería ser objeto de análisis.
La pérdida de interés de los jóvenes en los asuntos del catre, además de preocupante, debería ser objeto de análisis por parte de esos investigadores que en el mundo moderno lo estudian todo.
Vale traer a cuento, por ejemplo, el incremento de esta apatía en Japón, que, según análisis del mismo Ministerio de Salud, en 2010 evidenció que el 36 % de los hombres y el 58,5 % de las mujeres (todos menores de 24 años) manifestaron abiertamente desinterés por el sexo.
Asimismo, al compararse con la situación dos años antes, muestra un aumento del 19 % y 11,6 %, respectivamente. Y en 2017, estos números ya habían subido al 56 y al 68,4 %. Por su parte, en Australia se demostró (hace dos años) que el 40 % de los jóvenes entre 18 y 24 años nunca habían tenido relaciones sexuales, mientras que en Estados Unidos, entre 1991 y 2017, esta proporción se elevó del 46 al 60 %.
Aunque las personas en este grupo de edad son los referentes máximos en eso de la frecuencia en la cama, llama la atención que en España, hace poco, una empresa de preservativos encontró que el 64 % de los jóvenes ponían en funcionamiento sus departamentos inferiores menos de una vez a la semana.
Por supuesto que las interpretaciones son variadas y empiezan por el aumento en la ansiedad y el estrés que evidentemente acompaña a estas personas, al igual que el desarrollo de jornadas laborales prolongadas, la privación de sueño, la obesidad, el tiempo dedicado a las pantallas y redes sociales, sin dejar de lado el abuso de la pornografía y el uso de juguetes sexuales como alternativa.
Aquí también caben otras explicaciones de corte social, como la planteada por la psicóloga Helen Fisher, en la revista Women Now, que acusa a la crisis económica mundial que se atraviesa en la imposibilidad de los jóvenes para independizarse y tener sus propios hogares, lo que se traduce a que en estas edades ya no se tienen tantas parejas y las uniones formales se consolidan más tarde que hace algunas décadas.
Para ratificarlo, manifiesta que alrededor del 60 % de los menores de 35 años viven solos y muchos de ellos en casas de sus padres, lo que termina por dificultar estas prácticas.
Ahora, no hay que echar por la borda la posibilidad de que se esté poniendo por encima más la calidad que la cantidad en estas faenas, por lo que insisto en que, para evitar caer en ligerezas, es imperativo tomar en serio esto de que el sexo está cambiando.