Cómo hago para que mi hijo coma frutas y verduras?


Los alimentos más ausentes en la dieta de la mayoría de los niños de 3 a 12 años son las frutas y las verduras, justamente aquellos que aportan más cantidad de vitaminas, minerales y fibra, necesarios para el correcto crecimiento y desarrollo de los pequeños.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si la población mundial incrementara el consumo de frutas y verduras de manera eficiente, podrían salvarse 1,7 millones de vidas.
¿Qué sucede cuando los chicos se niegan a comer frutas y verduras?

La reducción del consumo de frutas y hortalizas frescas en la ingesta del día, y los desequilibrios que ello origina, afectan nuestra salud, ya que no se logran cubrir las necesidades diarias de vitaminas.
Beneficios de las verduras

Las verduras contienen una gran cantidad de elementos nutritivos que las hacen muy beneficiosas, algunos de estos son los siguientes:

– Son ricas en vitamina A y C, que como ya hemos visto, tienen propiedades antioxidantes y antibacterianas.

– Son una fuente importante de minerales como el magnesio, el potasio, el calcio (esencial para el crecimiento de los huesos) o el hierro (imprescindible para el organismo, pues contribuye al buen funcionamiento de la respiración, transporta oxígeno a los tejidos, estimula la inmunidad y la resistencia, entre otros.).

– Contienen fibra, esencial para el correcto tránsito intestinal.

– Alrededor del 90 % de su peso es agua, un contenido muy importante que contribuye a hidratar el organismo. 
¿Qué podemos hacer los padres para intentar incorporar tempranamente este hábito?

Recomendaciones para que los niños coman verduras:
Contexto favorable: Comer debe ser, antes que nada, divertido. Por eso, no es recomendable trasladar el estrés a la mesa, ya que los niños deben tener ganas de sentarse a comer. Las comidas deben desarrollarse en un ambiente relajado y amable; de esta forma, la comida se asocia a algo positivo. 
Comportarse de manera relajada: Lo mejor es mostrarse relajado y no convertir la ingesta en un tema central. Algunos padres prometen postres si comen las verduras o les ofrecen menúes alternativos. Pero cuanto más importancia se le da al tema, peor.
Probar sí, obligar no: Por eso una regla es que el niño debe probar de todo, aunque sea en cantidades pequeñas. Si no le gusta, no tiene que seguir comiendo, pero la próxima vez debería probar de nuevo para poder ir ampliando su gusto. Los niños necesitan a veces probar hasta 15 veces algo para que les guste. Por eso, no hay que renunciar rápidamente a las verduras y seguir ofreciéndoselas.
Presentación del plato. Rallada, hervida, asada, como puré: la verdura se puede consumir de muchas formas. Quizá a un niño no le guste la zanahoria hervida, pero le guste cruda y cortada en bastoncitos. Las verduras y frutas deben cortarse en trozos pequeños para los chicos, ya que es probable que así coman más.
Combinar gustos. Un buen método para darle verduras a los niños es combinarlas con otros alimentos que les gustan. En caso de emergencia, por ejemplo, se puede servir la verdura con un poco de aderezo. Lo importante es acompañarlas siempre con algo que le guste al niño.
Que sean protagonistas. Los niños deberían poder participar del plan de comidas sin decidirlo por completo. Y es que participar despierta el interés. Esto puede ser incluso ayudar a plantar los tomates en el jardín o ayudar en las compras: la idea es preguntarle al niño qué color le gusta y hacerlo elegir una verdura de ese color. Y si luego puede ayudar a prepararlas, mucho mejor.
Enseñar con el ejemplo. De nada sirve seguir estos consejos si los padres y los hermanos no comen verduras. Lo mejor es predicar con el ejemplo comiéndolas regularmente, de modo que su presencia en el plato sea normal para el pequeño. 

Es importante implementar cambios en los hábitos alimentarios de los más pequeños, ya que actualmente se observa un patrón de alimentación de bajo consumo de frutas y verduras, en un contexto de crecimiento de la ingesta de productos procesados con altos contenidos de azúcar, grasas y/o sal, lo que se asocia con una mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares, condiciones que antes pertenecían solo a los adultos y hoy se observan en niños.
¿Es demasiado tarde para intentarlo?

Según los especialistas en nutrición infantil, la aceptación de los nuevos alimentos es más fácil en los niños cuando tienen entre 2 y 4 años. En la franja de edad de 4 a 8 años, el patrón de consumo y el número de comidas que a los niños les gusta no cambia demasiado.

Esto no quiere decir que no se conseguirá en los años siguientes, solo que será necesario algo más de esfuerzo y constancia por parte de los padres que pretendan alimentar sanamente a sus hijos.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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