Yo no sacaba notas especialmente malas en el colegio.
Tampoco sacaba notas especialmente buenas.
Casi al final ya me puse las pilas, pero hasta los 11 ó 12 años era un estudiante bastante mediocre.
Hacía lo justito para aprobar. Ni una pizca más.
Cuando íbamos a recoger las notas (en mi colegio montaban un show como si fuera una entrevista para la CIA) los profesores siempre decían lo mismo:
«Julio es un niño muy inteligente pero tiene malas influencias: en clase se junta con los peores.»
Debe de ser un comentario bastante común porque yo ahora les digo lo mismo a mi hijo y el contesta lo mismo que respondía yo a su edad:
«Son mis amigos y punto. No voy a dejar de ir con ellos.»
Ay, bendita adolescencia
Lo curioso es que muchos emprendedores tienen un problema parecido.
No tienen malas amistades, ¿pero sabes lo que sí tienen?
Tienen INFLUENCIAS TÓXICAS
Personas a su alrededor que dicen que su idea nunca va a funcionar.
Que lo responsable sería buscar un trabajo estable.
Que emprender es MAAAAALOOO (MALIIIIIISIMO) porque es INSEGURO.
Que deberían hacer unas oposiciones como el primo Elías que todo lo hace bien.
Toda esta monserga duele, genera bastante conflicto, y te acaba quemando.
Por un lado quieres seguir persiguiendo tu sueño, pero por otro lado te da miedo abandonar el redil y ponerte a nadar contra la corriente.
Al final lo mandas todo al carajo porque nadie te apoya. Y esa pizca de resentimiento te queda allí dentro para toda la vida.
¿Te suena? A mí sí.
Claro, los gurús de la autoayuda lo arreglan fácilmente.
Te dirán que debes deshacerte de esas influencias tóxicas. Haz que desaparezcan de tu vida y problema resuelto.
¿Y si esa influencia tóxica es tu marido o tu mujer?
¿Y si son tus padres o tu mejor amigo?
¿Realmente crees que todo se arreglará si les abandonas?
Pues no. Será mucho peor.
Tu sentimiento de culpa por haberles defraudado se multiplicará x1000.
Pero tampoco debes abandonar tu proyecto.
No hace falta que abandones tus influencias tóxicas, y tampoco hace falta que renuncies a tu proyecto.
Hay una solución mejor. Siempre la hay.
Tampoco sacaba notas especialmente buenas.
Casi al final ya me puse las pilas, pero hasta los 11 ó 12 años era un estudiante bastante mediocre.
Hacía lo justito para aprobar. Ni una pizca más.
Cuando íbamos a recoger las notas (en mi colegio montaban un show como si fuera una entrevista para la CIA) los profesores siempre decían lo mismo:
«Julio es un niño muy inteligente pero tiene malas influencias: en clase se junta con los peores.»
Debe de ser un comentario bastante común porque yo ahora les digo lo mismo a mi hijo y el contesta lo mismo que respondía yo a su edad:
«Son mis amigos y punto. No voy a dejar de ir con ellos.»
Ay, bendita adolescencia
Lo curioso es que muchos emprendedores tienen un problema parecido.
No tienen malas amistades, ¿pero sabes lo que sí tienen?
Tienen INFLUENCIAS TÓXICAS
Personas a su alrededor que dicen que su idea nunca va a funcionar.
Que lo responsable sería buscar un trabajo estable.
Que emprender es MAAAAALOOO (MALIIIIIISIMO) porque es INSEGURO.
Que deberían hacer unas oposiciones como el primo Elías que todo lo hace bien.
Toda esta monserga duele, genera bastante conflicto, y te acaba quemando.
Por un lado quieres seguir persiguiendo tu sueño, pero por otro lado te da miedo abandonar el redil y ponerte a nadar contra la corriente.
Al final lo mandas todo al carajo porque nadie te apoya. Y esa pizca de resentimiento te queda allí dentro para toda la vida.
¿Te suena? A mí sí.
Claro, los gurús de la autoayuda lo arreglan fácilmente.
Te dirán que debes deshacerte de esas influencias tóxicas. Haz que desaparezcan de tu vida y problema resuelto.
¿Y si esa influencia tóxica es tu marido o tu mujer?
¿Y si son tus padres o tu mejor amigo?
¿Realmente crees que todo se arreglará si les abandonas?
Pues no. Será mucho peor.
Tu sentimiento de culpa por haberles defraudado se multiplicará x1000.
Pero tampoco debes abandonar tu proyecto.
No hace falta que abandones tus influencias tóxicas, y tampoco hace falta que renuncies a tu proyecto.
Hay una solución mejor. Siempre la hay.