¿En qué momento dejamos de preguntarnos si nuestras decisiones están construyendo o destruyendo? No hablo solo de empresas, de políticas públicas o de cifras económicas. Hablo de algo mucho más profundo, más íntimo y más verdadero: la forma en que, cada día, elegimos potenciar la vida… o apagarla lentamente, sin darnos cuenta. Porque la destrucción rara vez llega con un estallido; casi siempre se disfraza de rutina, de miedo, de ego o de indiferencia disfrazada de pragmatismo.
He caminado durante más de tres décadas el mundo empresarial, tecnológico, emocional y humano. Desde 1988 he visto liderazgos nacer desde la conciencia y otros levantarse desde la soberbia. He visto empresas florecer por creer en las personas y otras caer por tratarlas como números. He acompañado a emprendedores a levantarse desde la nada, y también he sostenido en silencio a quienes perdieron todo porque confundieron poder con propósito. Y si algo puedo afirmar hoy, desde mis canas, desde mis noches sin dormir y desde mis madrugadas de reflexión, es que potenciar no es una estrategia: es una decisión espiritual.
Potenciar es amplificar lo que ya existe en el alma de un ser humano. Es reconocer en el otro una semilla que ni él mismo ha logrado ver. Es entender que detrás de una mirada cansada hay una historia no contada, que detrás de un error hay una oportunidad de evolución, que detrás de una diferencia hay un espacio sagrado para aprender. Destruir, en cambio, es ignorar, ridiculizar, minimizar, imponer miedo o silencio. Y lo más peligroso de la destrucción es que muchas veces se camufla de eficiencia, de “realismo”, de “así son los negocios”.
En mi camino como ingeniero de sistemas y administrador de empresas, aprendí algo que va más allá de cualquier matriz DOFA o de cualquier plan estratégico: los sistemas más complejos no son los informáticos, sino los humanos. Y así como un sistema puede colapsar por un pequeño código mal escrito, una organización puede derrumbarse por una palabra mal dicha, una decisión sin conciencia o una falta de escucha. La tecnología, que tanto amo y respeto, no salva a una organización. La expone. La inteligencia artificial no reemplaza la conciencia; la pone en evidencia. Lo que no has sanado, lo que no has entendido, lo que no has integrado, la tecnología lo hará visible, lo amplificará.
Por eso hoy, más que hablar de transformación digital, hablo de transformación interior. Porque he visto empresas invertir millones en plataformas, en software, en automatización, en big data, en inteligencia artificial… pero seguir tomando decisiones desde el miedo, desde el ego, desde la desconfianza. He visto juntas directivas llenas de títulos y vacías de compasión. Y también he visto pequeños emprendimientos, sin grandes recursos, transformar comunidades enteras solo porque eligieron creer en la gente.
Cuando integro el Eneagrama en mi lectura de la realidad, entiendo que cada ser humano actúa desde sus heridas, sus dones, sus miedos y su luz. Yo, con mi Camino de Vida 3, con esa necesidad profunda de expresar, enseñar, comunicar e inspirar, aprendí que mi mayor responsabilidad no es hablar más, sino hablar con sentido. No es brillar más, sino encender otras luces. No es destacar, sino ayudar a que otros recuerden quiénes son.
Potenciar, entonces, es una forma de amor consciente. Es detener la crítica fácil para sembrar una pregunta poderosa. Es reemplazar el juicio por curiosidad, la imposición por guía, la orden por ejemplo. Potenciar es construir procesos, pero también construir personas. Es entregar herramientas, pero sobre todo devolver la fe. Es entender que ningún ser humano es un error de Dios, incluso cuando sus decisiones lo han alejado de su esencia.
Recuerdo una empresa que asesoré hace años. Estaba al borde del colapso. No por falta de dinero, sino por exceso de miedo. El gerente desconfiaba de todos. El equipo trabajaba en silencio, con temor, esperando la próxima reprimenda. Los indicadores eran horribles, pero el verdadero problema no estaba en los balances: estaba en el alma del lugar. Decidimos detener las reuniones técnicas por una semana y simplemente empezar a escuchar historias de vida. Personas que no se habían mirado en años comenzaron a llorar juntas. Entendieron que trabajaban, pero no se veían. Que compartían un espacio, pero no una visión. Meses después, no solo aumentaron las ventas: regresó la vida. Y cuando la vida regresa, todo lo demás hace sentido.
Eso es potenciar. Y eso también es liderazgo.
Nuestra cultura latina, tan rica en espiritualidad, en humanidad, en calidez, a veces se pierde intentando imitar modelos fríos, mecánicos, deshumanizados. Nos enseñaron que el éxito es ganar más, tener más, poseer más. Pero nadie nos enseñó que el verdadero éxito es vivir en coherencia, sentir paz al cerrar los ojos, saber que no le fallaste a tu conciencia. En mis espacios de reflexión, en mi blog personal, en mis escritos más íntimos y en mis mensajes sabatinos, he repetido una y otra vez que la grandeza no se mide por lo que acumulas, sino por lo que transformas.
Potenciar, además, implica renunciar a la necesidad de control total. Implica confiar. Dejar que otros crezcan a su manera. Aceptar que quizá otros harán las cosas diferentes, pero no necesariamente mal. Aceptar que no somos dueños de la verdad, sino aprendices constantes. La inteligencia emocional me ha enseñado que quien necesita aplastar, es quien más pequeño se siente por dentro. Quien necesita humillar, es quien más herido está. Quien necesita destruir, es quien no sabe cómo construir.
Y entonces vuelvo a lo espiritual. A lo invisible. A esa voz suave que me ha acompañado en cada quiebre, en cada caída, en cada renacer. A ese Ser Supremo que muchos nombran distinto, pero que todos sentimos, cuando en silencio nos preguntamos: “¿Estoy haciendo lo correcto?”. Potenciar es obedecer esa voz. Es actuar desde el amor, incluso cuando duele. Es sostener la luz, incluso cuando alrededor todo parece oscuro.
He fallado. Muchas veces. He tomado decisiones equivocadas. He confiado donde no debía, he callado cuando debí hablar, he hablado cuando debí callar. Pero también he aprendido. Y hoy puedo decir que cada caída me enseñó más que cada triunfo. Que cada traición me enseñó más que cada aplauso. Que cada noche oscura me llevó a una madrugada más consciente.
Por eso escribo estas palabras no desde la superioridad, sino desde la experiencia humana. Escribo para recordarte a ti, que estás leyendo, que tienes dos opciones cada día: potenciar a alguien o destruirlo. Con una palabra. Con un gesto. Con una decisión. Con un silencio.
Potenciar no siempre se ve, pero se siente. No siempre se celebra, pero deja huella. No siempre genera aplausos, pero crea legado.
Y al final, cuando todo pase, cuando los títulos ya no importen, cuando el dinero ya no tenga poder, cuando los cargos se vuelvan polvo, solo quedará una pregunta flotando en el universo: ¿construiste vida o la apagaste?
Yo, desde Todo En Uno.Net, desde cada proyecto, cada asesoría, cada palabra escrita y cada abrazo dado, elijo potenciar. Porque sé que ese es mi camino. Porque sé que ese es mi servicio. Porque sé que ahí, en ese gesto consciente, habita la verdadera evolución.
Y si hoy estas palabras tocaron algo dentro de ti, si despertaron una memoria antigua o una certeza nueva, no lo ignores. Abraza esa sensación. Y compártela. Porque cuando uno sana, todos sanan. Cuando uno despierta, la humanidad avanza.
Agendamiento: AQUÍ
Facebook: Julio Cesar Moreno D
Twitter: Julio Cesar Moreno Duque
Linkedin: (28) JULIO CESAR
MORENO DUQUE | LinkedIn
Youtube: JULIO CESAR MORENO DUQUE - YouTube
Comunidad de WhatsApp: Únete
a nuestros grupos
Grupo de WhatsApp: Unete a nuestro Grupo
Comunidad de Telegram: Únete a nuestro canal
Grupo de Telegram: Unete a nuestro Grupo
Blogs: BIENVENIDO
A MI BLOG (juliocmd.blogspot.com)
AMIGO DE. Ese ser supremo
en el cual crees y confias. (amigodeesegransersupremo.blogspot.com)
MENSAJES SABATINOS
(escritossabatinos.blogspot.com)
Agenda una
sesión virtual de 1 hora, donde podrás hablar libremente, encontrar claridad y
recibir guía basada en experiencia y espiritualidad.
👉 “¿Quieres más tips como este? Únete al grupo exclusivo de WhatsApp o
Telegram”.
Y si esta reflexión tocó tu alma, compártela. Quizá hoy estás llamado a potenciar la vida de alguien más.
