¿Quién te está robando la vida sin que lo notes?
Hace unos días leí un artículo que lleva un título certero: “El asalto silencioso: identifica los ladrones del tiempo”. Y me estremeció, no por lo nuevo de su mensaje, sino por lo brutalmente real. Porque sí, hay una invasión en curso. Y no la protagonizan ejércitos ni hackers. La libramos cada día, en silencio, en nuestros escritorios, teléfonos y pensamientos. Es un asalto al tesoro más sagrado que tenemos: nuestro tiempo.
Este blog no lo escribo para enseñarte a gestionar el tiempo como si fuera una aplicación más. Lo escribo desde la experiencia real de quien ha sido víctima —y cómplice— de ese robo. De quien, como tú, ha sentido que se le escurre la vida entre compromisos, notificaciones, falsas urgencias y conversaciones sin alma. Y también lo escribo como alguien que ha elegido, muchas veces con dolor, bajarse del tren de lo automático para recuperar el timón de su presencia.
A lo largo de más de tres décadas asesorando líderes, creando empresas, formando equipos y viviendo con intensidad mi propio proceso, he visto de cerca cómo el tiempo se convierte en rehén. Lo atrapan los correos eternos, los WhatsApp que interrumpen lo profundo, las reuniones sin propósito, las redes sociales disfrazadas de conexión pero saturadas de dispersión. Y detrás de eso, lo más alarmante: una desconexión creciente con lo esencial. Perdemos tiempo porque hemos perdido dirección. Perdemos energía porque nos alejamos de la raíz.
¿Quién te roba el tiempo? Tal vez creas que es tu jefe, tus hijos, las llamadas, los pendientes. Pero si miras más profundo, te darás cuenta de que hay ladrones más invisibles aún. El perfeccionismo, por ejemplo, ese ladrón disfrazado de virtud que te paraliza mientras crees estar mejorando todo. O la comparación, que te hace saltar de meta en meta sin disfrutar ninguna. O el miedo, que te convence de quedarte quieto mientras la vida pasa. Y también están los viejos hábitos, las creencias sin revisar, el “siempre se ha hecho así”, que te amarran a rutinas que no nutren.
Yo mismo he sido víctima del robo por exceso de compromiso. Como fundador de Todo En Uno.Net, como empresario y como mentor, he vivido etapas en las que confundí “estar ocupado” con “estar disponible”, y eso me costó instantes irrepetibles con mis hijos, mi salud física, y algo aún más sutil: la conexión con mi voz interior. Porque cuando el tiempo lo ocupa todo, el alma se queda sin espacio para respirar.
Y ese, querido lector, es el gran asalto. El que no solo se lleva tus minutos, sino que te borra del centro de tu propia vida.
Hoy, como mentor, como empresario y como ser humano con errores y aprendizajes, he aprendido a vivir mi tiempo como un acto de espiritualidad. Elegir en qué pongo mi atención es una forma de amar. Decidir a quién le entrego mi energía es una forma de construir. Y decir “no” a lo que me distrae es, muchas veces, el acto más revolucionario que puedo hacer.
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No dejes que otro día te lo roben. El momento de volver a ti… es ahora.
