Mucho movimiento, poco avance: cuando la productividad se convierte en trampa

 


En las últimas décadas, he tenido la fortuna de dirigir organizaciones, fundar empresas, acompañar procesos humanos y empresariales, y, sobre todo, observar. Observar cómo el mundo se acelera, cómo las personas se llenan de tareas, cómo la tecnología acorta tiempos… pero también cómo, paradójicamente, todo ese movimiento no siempre se traduce en verdadero avance. Al leer el artículo “Haces mucho, avanzas poco” de Javi Consuegra, me vi reflejado en esa tensión constante entre la acción y el propósito, entre la ocupación y la dirección.

Desde mi formación como psicólogo y neuropsicólogo, sé que el cerebro se satisface con la sensación de estar haciendo algo, incluso si ese “algo” no conduce a ningún lugar. Es una especie de trampa biológica: estar ocupados nos hace sentir útiles, aunque no estemos siendo verdaderamente productivos. Y eso se acentúa aún más en contextos empresariales, donde confundimos eficiencia con movimiento constante, rendimiento con saturación, y estrategia con reactividad.

Desde mi experiencia en ingeniería de sistemas y administración, esta trampa de la hiperactividad también se evidencia en los procesos empresariales. Automatizamos sin rediseñar. Delegamos sin repensar. Y muchas veces, acumulamos reuniones, tareas, correos y métricas… pero no resultados sostenibles. He visto empresas completas operar en piloto automático, sin una brújula real, midiendo su éxito por el número de tareas cumplidas y no por el impacto real generado.

Y aquí es donde se entrecruzan los saberes: la psicología, la administración, la neurociencia y la experiencia humana. Porque lo que Consuegra describe no es solo un fenómeno empresarial, es un fenómeno profundamente humano. La sensación de correr en una banda sin fin, de tachar listas pero no sentir propósito. De llenar el día, pero vaciar el alma.

En contextos organizacionales actuales —sobre todo con el auge del teletrabajo, la hiperconexión digital y la presión por demostrar productividad— es fácil caer en este engaño. Creemos que avanzar es hacer mucho, cuando en realidad avanzar es hacer lo correcto, con foco, intención y dirección. Lo urgente desplaza lo importante. Lo visible sustituye lo valioso. Y sin darnos cuenta, empezamos a vivir una vida por default, no por diseño.

Desde la Organización Todo En Uno, he promovido una cultura que valora la pausa tanto como la acción, que premia el impacto más que la ocupación, y que mide el avance por su alineación con la visión, no por la cantidad de pendientes resueltos. Esta filosofía no solo se basa en buenas intenciones, sino en principios de gestión estratégica, desarrollo humano y bienestar organizacional.

Por eso, cuando trabajamos con líderes, emprendedores o equipos de alto desempeño, la primera pregunta nunca es “¿qué estás haciendo?”, sino “¿por qué lo estás haciendo?”. ¿Tiene sentido lo que haces? ¿Está alineado con tus objetivos, tus valores, tu propósito? ¿Estás avanzando o simplemente estás ocupado?

Este tipo de reflexiones —aparentemente simples— son las que marcan una diferencia sustancial en la forma como gestionamos nuestras vidas, nuestros negocios y nuestras emociones. En la psicología evolutiva, esta capacidad de reflexión estratégica se vincula con la metacognición: pensar sobre lo que pensamos, cuestionar nuestras acciones, identificar patrones ineficaces y rediseñar nuestras estrategias de vida.

Y esto, llevado al campo empresarial, se traduce en planificación estratégica, innovación auténtica, liderazgo consciente y cultura organizacional saludable.


¿Haces mucho… pero sientes que avanzas poco?
Tal vez no se trata de hacer más, sino de hacer mejor. No se trata de correr más rápido, sino de revisar si el camino que llevas es el que realmente te llevará donde deseas llegar.

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Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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