Soy fan de que se hable de este concepto, pero su tergiversación es directamente proporcional a su popularización. Hablemos sobre ello.
La responsabilidad afectiva es el acto consciente de entender que nuestras acciones e inacciones tienen repercusiones en los sentimientos de las personas con las que nos vinculamos y, por tanto, actuar de forma que minimicemos el daño (a nuestro conocimiento) hacia esas personas sin que eso implique abandonarnos en el proceso.1
Aquí toco varios puntos:
Hablamos de minimizar el daño, no de no hacerle daño nunca a la persona (porque existen, por ejemplo, los malentendidos) o que la persona nunca sufra por la interacción con nosotras.
Ser consciente implica saber, y nunca sabremos o intuiremos exactamente qué le hará o no daño a una persona ni vamos a acertar el 100% de las veces.
La responsabilidad afectiva no significa poner encima las necesidades de esa persona frente a las tuyas. Tener responsabilidad afectiva hacia los demás implica tenerla primero hacia ti misma.
Hoy voy a profundizar en el punto 1.
Si sufro en mi interacción contigo entonces es falta de responsabilidad afectiva tuya
Que la interacción con una persona nos haga entrar en contacto con sentimientos desagradables no significa necesariamente que esa persona nos esté haciendo daño o tenga “falta de responsabilidad afectiva”. Léelo otra vez.
Si pensamos que vamos a tener una relación (sobre todo de pareja) sin pasarla mal ni un segundo… comenzamos mal.
Siempre empezamos relaciones con una maleta llena de nuestras preferencias, costumbres, expectativas, reglas e incluso con nuestros traumitas como dicen. Una relación nueva (de cualquier tipo) nunca es empezar desde cero. Lo que queremos, sentimos y hacemos va en función de nuestra historia.
Volvamos al punto inicial con un ejemplo.
Estás en una relación nueva con Gabriel. Los mensajes de Gabriel son como el paracetamol: uno cada 8 horas. Tu estás pendiente de responderle de vez en cuando, incluso pausas algunas actividades para ello, pero él no. A ti esto de genera mucha ansiedad, te hace sentir insegura y te hace darle muchas vueltas.
Sé que a ejemplos como estos podemos pensar:
Amiga date cuenta, no te está dando ni el bare minimum, mendigar que te responda los mensajes más frecuentemente es poner la barra en el suelo, debería salir de él sin que se lo pidas, if he wanted to he would (“si el quisiera lo haría”), responder un mensaje toma menos de 2 segundos, etc.
Ante todo, sé que alguna pensaría: qué falta de responsabilidad afectiva la de Gabriel.
Responder frecuentemente no hace parte de los básicos universales de una relación (como sería, por ejemplo, el respeto). No es sentido común, aunque para ti sí lo sea y tienes absolutamente todo el derecho de que sea parte de tus básicos.
Esto puede ser parte de tus básicos por diferentes razones, por ejemplo:
Siempre has tenido la costumbre de hablar mucho por mensajes con tus parejas.
Tu ex pareja te era infiel y, cuando lo era, te dejaba de responder los mensajes por horas entonces asociaste eso a infidelidad (y a ansiedad).
En tu grupo de amigas siempre se ha dicho “si demora en responderte, es porque no le interesas” y se te ha grabado en la mente como regla verbal.
Las soluciones a esto también pueden ser muchas (o la combinación de muchas):
Comunicarle asertivamente a Gabriel tus preferencias.
Trabajarte esa ansiedad o esas reglas rígidas sobre la relaciones (si procede).
Irte (si es sin ghosting, mejor) si en verdad no te compensa.
Volviendo a la definición inicial: aquí el punto es que Gabriel probablemente no sabe que te está haciendo daño, ni tendría porqué saberlo.
En este tipo de casos, yo le daría una vuelta: responsabilices afectivamente de ti misma. Busca tú la solución que, a tu parecer, sea más beneficiosa para ti a largo plazo (esto dependerá obviamente de tu historia de aprendizaje) en vez de revolcarte en la queja por horas y días sin hacer nada.
Entonces no, ni Gabriel necesariamente es un cabrón, pero tú tampoco necesariamente “estás mal”. Simplemente una tiene sus preferencias, necesidades, historia, traumitas y un largo etcétera.
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