Estaba en la iglesia un niño viendo una placa conmemorativa con unos nombres escritos.Inquieto y pensativo, no le quitaba el ojo a aquella placa.
El líder de la Iglesia se le acercó y le preguntó:
-¿Hay algo que te llame la atención de esta placa?
A lo que respondió el niño:-Sí, ¿quiénes son estas personas y por qué está su nombre allí escrito?
El líder respondió con un gesto de cariño:
-Es un homenaje que hicimos a las personas caídas en el servicio.
Después de un largo silencio, el niño respondió asombrado:
-¿Te refieres al servicio de las 9:00 a.m. o al de las 11:00 a.m.?
Mira, lo que te voy a contar me pasó dos veces en la misma semana.
Ya te he contado que creo en Dios y soy cristiano.
Voy a la iglesia cada domingo para encontrar un mensaje inspirador que me renueve espiritualmente y me ayude a conectar con Dios.
Lo cierto, es que hubo un tiempo en el que estuve un poco incómodo con "las formas" en las que se daba el mensaje.
La razón era muy sencilla…
Por un lado no entendía lo que decían y por otro lado, lo que decían, era más de lo que mi mente estaba en capacidad de procesar.
Me explico:
En una ocasión, recuerdo una charla en la que se expusieron varios temas sin relación entre sí y sin rumbo fijo, maridado con un monotono soporífero.
En otra ocasión, fue una avalancha de palabras escritas en un Power Point de casi 100 diapositivas, acompañados de la lectura inagotable por parte del ponente durante casi tres horas.
Como resultado de este hecho, estuve a punto de quedarme dormido.
Como se dice popularmente, padecí la muerte por Power Point.
Vale, lo confieso, quizás dormí un poquito. Un microsueño.
No me malinterpretes, siento mucho respeto por las personas que estudian y predican la palabra de Dios, sobre todo, porque creo que ha sido Dios mismo quien las ha puesto allí.
Sin embargo, por increíble que parezca, aún con muchos estudios, conocimiento y tiempo hablando en público, puede pasar que por no saber transmitir un mensaje, se termine por aburrir a la audiencia.
¿Te ha pasado?¿Te has quedado dormido escuchando a un ponente? O peor, ¿has sido tú el ponente y has dormido a la gente?
No te preocupes, a todos nos puede pasar… de hecho a mi me ha pasado.
Incluso en la Biblia en Hechos 20:9, hay un episodio curioso donde predicaba Pablo y uno de los asistentes, llamado Eutico a causa del sueño cayó de un tercer piso y murió.
Es decir, si se le dormían a Pablo cuyo fuerte era la comunicación, imagínate lo que se espera para nosotros. :)
El problema, si eres ponente no es que te haya pasado, sino que te siga pasando y no hagas nada para solucionarlo.
Que te quedes con la excusa barata de que "no soy un showman" o "ese es mi estilo" para justificar la mediocridad de comunicar mal un buen mensaje.
Si quieres evitar que te pase lo de Pablo o lo de Eutico…
Tengo buenas noticias.
Estas tres palabras claves no te dejarán indiferente: LÓGICA, CREDIBILIDAD Y EMOCIÓN.
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