5 consejos para reconciliarte con la actividad física

Hacer ejercicio puede ser complicado, especialmente si no encuentras la motivación adecuada, lo que puede esconder causas más graves detrás. Por eso, seguir estos consejos es fundamental a la hora de volver a conectar con las ganas de hacer actividad física


En los últimos años vengo observando un fenómeno nada sorprendente que permanece oculto o semioculto a nuestra consciencia. El rechazo general a la actividad física por parte de un gran número de personas, muchas veces etiquetables en grupos bien definidos.

Muchas personas pasan años en una relación disfuncional con la actividad física sin saberlo. Las experiencias de acercamiento, desmotivación, frustración y rechazo se repiten en bucle.

La mayoría de las veces nuestros argumentos ante esta historia que se repite son que somos vagos, que algo anda mal en nosotros, que no tenemos tiempo, que la vida no nos deja, que el ejercicio no es para nosotros, que "a estas alturas ya qué vamos a hacer", etc.

Excusas para no enfrentarse a los verdaderos problemas

Desde mi punto de vista son las trabas más superficiales, a las que llegamos con un vistazo rápido, las excusas que más se repiten en sociedad. Son, al final, las historias que el propio sistema nos cuenta: no hay que tener tiempo, a partir de cierta edad ya no puedes, si no tienes motivación es que estás roto, si no puedes con todo, no sirves.

Sin embargo, si profundizamos un poco podemos encontrar cosas más interesantes, cercanas a la verdad y dolorosas, dicho sea de paso. En una sociedad donde el ejercicio físico ha sido durante décadas el castigo por tener ciertos tipos de cuerpo o comer ciertos tipos de comidas, muchas personas nunca han tenido un contacto gentil y placentero con el movimiento.

Los profesionales que atienden a este tipo de personas necesitan partir de la base de que, en estos casos, no existe una experiencia anterior de la que poder tirar para crear motivación.

Estamos hablando de personas que no saben lo que es sentirse bien mientras hacen ejercicio porque todo lo que han vivido ha sido hacer ejercicio mientras la mente repite una y otra vez las razones por las que necesitan hacerlo.

Esto es lo que encontramos cuando profundizamos en la búsqueda de la motivación perdida. Algunos de los adultos que hoy no saben cómo enfocar el ejercicio físico fueron niños que dejaron de jugar porque se burlaban de ellos, adolescentes que se aislaron porque no encajaban en la normal social, personas que rechazan profundamente la idea de hacer ejercicio porque se disparan las señales de alarma.

¿Cómo no vamos a rechazar el ejercicio físico cuando llevamos años obligándonos a hacerlo? ¿Cómo vamos a querer hacer deporte cuando solo conocemos la motivación a base de fuerza de voluntad? ¿Cómo vamos a salir de este lugar si nadie nos enseña un camino diferente al que conocemos?

Cómo reconciliarse con la actividad física

El bloqueo que sentimos cuando intentamos ponernos en acción puede responder a muchas razones. Puede ser miedo a hacer algo nuevo, o a no saber si sabremos o podremos con ello, pero también podemos tener un auténtico trauma.

El trauma no es solamente algo mental, no es solo un recuerdo desagradable. El cuerpo aprende a responder de una determinada forma ante determinadas situaciones y, aunque creamos haber pasado página y estemos dispuestas a avanzar, nuestra respuesta emocional y corporal no nos lo permite.

Además de los consejos generales que suelo ofrecer para absolutamente todo –ir despacio, conectar con nuestra espiritualidad, escribir, etc-, en este caso hay cinco recomendaciones específicas muy importantes que necesitas tener en cuenta.

Para la elaboración de esta lista de pautas me he puesto en contacto con: Victoria Lozada, nutricionista especializada en trastornos de la conducta alimentaria; Stefy Fernández, nutricionista especializada en nutrición deportiva; y Verónica Morera, nutricionista y psicóloga. Tres profesionales que dan voz a una nutrición libre de dietas y que abogan por abolir el sistema pesocentrista y gordofóbico en el que nos movemos.

Si quieres reconciliarte con la actividad física y, sin embargo, hay algo en ti que no te deja avanzar, prueba con las siguientes acciones:

1/5
Acompáñate de un profesional


Es importante que sepas reconocer tu nivel de bloqueo y aceptes recibir ayuda de un profesional adecuado para ti. Victoria Lozada comenta que es normal encontrarse en esta situación cuando se ha "usado el ejercicio como castigo o como compensación, o simplemente para adelgazar y nunca se ha encontrado una actividad física que haya gustado realmente, con la que se haya disfrutado o con el que se haya sentido bien".

Añade, además, que "también puede pasar que se hayan escuchado comentarios gordofóbicos en algún ambiente; si hay muchos bloqueos lo más importante es revisar qué traumas puede haber con el ejercicio e ir sanándolos poco a poco con un profesional".

2/5
Cambia el lenguaje

Durante estos últimos años, mientras trabajaba mi propio rechazo al ejercicio físico, me di cuenta de que la sola idea de pensar en hacer deporte, hacer gimnasia, entrenar o hacer ejercicio -en estos términos-, me bloqueaba totalmente impidiéndome siquiera preguntarme si me podría apetecer hacerlo o no. Encontré que el lenguaje podría ser muy poderoso para superar alguna de esas trabas que estaba experimentando.

Verónica Morera comenta que "lo que surge a nivel corporal usualmente es una respuesta traumática porque se relacionó el ejercicio con sufrimiento, con "tengo que" y con un objetivo egoico y vacío, como ser delgada o compensar para "ser suficiente". Dejar de llamarlo ejercicio y comenzar a llamarlo movimiento funcional o actividad o regalo para mi cuerpo".


3/5
Hay vida más allá del gimnasio

Stefy Fernández sostiene que "el movimiento puede ser de cualquier forma, no necesariamente tiene que ser en un gimnasio. Experimentar diferentes actividades y, sobre todo, en un espacio donde podamos sentirnos seguras, es vital. El gimnasio puede llegar a ser muy violento para diferentes cuerpos".

Es importante que entendamos que la actividad física no es solo levantar pesas o correr; bailar, caminar, hacer yoga o pilates, también son una forma de moverse y honrar el cuerpo.

Verónica añade que ella siempre recomienda "mover el cuerpo mientras la persona se ducha o limpia, puede ser como un baile, y así va desbloqueando el cuerpo, las emociones, los recuerdos y los dolores". Como apuntaba Stefy, Verónica también hace hincapié en la importancia de poder asociar la actividad a un espacio seguro.

4/5
Combina el movimiento con algo placentero

Existen dos pautas que se desglosan en este punto, por un lado puedes añadir movimiento a una tarea que quieres hacer y, por otro lado, puedes conectar la actividad física a algo que te causa placer.

Stefy comentaba hace unos días en su Instagram que algunas ideas pueden ser bailar en casa mientras se limpia o salir a caminar mientras se escucha un podcast.

Verónica, por su parte, plantea la combinación de actividades. "Podemos combinar una actividad en principio no placentera, con una placentera: caminar mientras escuchamos un podcast o pasear por la playa recogiendo basura. Que el objetivo de moverse sea como el efecto secundario de una actividad cuyo principal objetivo es el placer".

5/5
Flexibilidad

Finalmente, vamos a necesitar analizar qué acciones, actitudes e intenciones utilizábamos antes para poder elegir conscientemente qué no repetir en este momento.

Victoria, en relación a la creación del rechazo hacia la actividad física, comentaba que "una vez que quieres empezar a moverte desde el disfrute, el cuerpo, que ya ha almacenado todos estos traumas, recuerda todas las veces que te castigaste; que lo hiciste porque tenías un cuerpo asqueroso, porque querías únicamente adelgazar o que pasaste horas en el gimnasio intentando compensar. Todos esos pensamientos pueden regresar y es una de las muchas causas por las que sentimos esa imposibilidad de volver al ejercicio, porque jamás lo hemos disfrutado, jamás lo hemos sentido como algo para desconectar, disfrutar, ni como autocuidado".

La flexibilidad parece ser una de las cosas que necesitamos acoger, dejando atrás la obligación o la culpa. Así, Stefy comparte que "aunque nos propongamos salir a caminar 3 veces a la semana, necesitamos ser flexibles y poder pensar que no nos apetece, que podemos bailar en casa, por ejemplo, y que no pasa absolutamente nada por ello".

La reconciliación con la actividad física puede conllevar un trabajo intenso para sanar ese trauma que se ha ido creando después de tantos años de mala relación con ella.

Este trauma no se crea en un día y la reconciliación tampoco se logrará en un día. Deja de lado las excusas más comunes para no hacer ejercicio, acompáñate de buenos profesionales, permítete probar y ajustar tus propias acciones, y sobre todo, recuerda que no hay nada malo en ti, el movimiento puede hacerse desde el amor.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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