La presencialidad y la virtualidad

Hoy por hoy, hemos evidenciado que el cambio es un fenómeno inherente al crecimiento de todas las empresas pues éstas desenvuelven sus actividades en contextos volátiles, inciertos, impredecibles e incomprensibles que requieren de capacidades de anticipación, apertura al cambio y adaptación. Un ejemplo de ello lo evidenciamos con la llegada de la pandemia, la cual se tradujo en nuevas formas de relacionarnos así como de desempeñar nuestras labores y responder a una nueva realidad.

Así, en lo que respecta a la manera de trabajar, se fortaleció la tendencia del “teletrabajo”-una organización laboral basada en la ejecución de actividades mediante tecnologías de la información- al pasar de ser una alternativa dirigida principalmente a las empresas internacionales, a una necesidad común para viabilizar las operaciones en el tiempo. Y, este proceso, dejó en evidencia la necesidad de contar con más y mejor infraestructura tecnológica, de implementar planes y metodologías de trabajo que faciliten ejecutar las labores de forma remota e, incluso, de establecer nuevas regulaciones en la materia para garantizar condiciones justas.

En el caso de Colombia, por ejemplo, la esfera empresarial presentó grandes desafíos para enfrentar los cambios de este contexto y, de hecho, aún permanece reticente a algunos de ellos. Muestra de esto lo podemos ver en algunos datos compartidos por entidades expertas, tal como los de la Federación Colombiana de Gestión Humana que revelaron que, al inicio de la pandemia, una de cada dos empresas no contaba con políticas corporativas que estructuraran el trabajo desde casa; así como los más recientes de la Encuesta Pulso Social del Dane que señalaron que 89% de los colombianos ya se encuentra retornando a la presencialidad.

Lo anterior puede explicarse, o al menos en parte, por algunos rasgos de la cultura empresarial de Colombia, en la cual se percibe una preferencia por mantener cerca a los colaboradores para supervisar el desempeño de sus funciones, bajo la convicción de que así se obtendrán mejores resultados. Sin embargo, el auge del teletrabajo ha demostrado lo contrario, pues ha impactado positivamente en variables como el cumplimiento, la productividad y la autonomía, a la vez que ha impulsado otras como la calidad de vida, el sentido de pertenencia, la retención del personal y hasta la huella ambiental.

Bajo ese contexto, quienes asumimos cargos de dirección nos hemos visto enfrentados a una paradoja. Por un lado, está el regreso a las oficinas físicas las cuales pueden propiciar la cercanía, el aprendizaje y las relaciones de camaradería. Y, por el otro lado, está el mantenimiento del trabajo remoto, el cual ha impactado en la autogestión y libertad de los colaboradores, permitiéndoles tener mayor equilibrio entre la vida laboral y la personal.

Pese a ello, en 3M hemos optado por abrazar el cambio, apoyarnos en la confianza que tenemos en nuestros colaboradores, y adaptarnos a nuevas iniciativas que mantengan lo mejor de los dos mundos; tal como lo es nuestro modelo Work Your Way, un esquema disruptivo mediante el cual les permitimos a nuestros colaboradores decidir libremente cuándo, cómo y dónde trabajar.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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