Aunque la crisis sanitaria no ha afectado a todos los sectores de actividad de la misma manera ni con la misma intensidad, ha sumido a todas las empresas, sin excepción, en una ola de incertidumbre económica que probablemente será duradera. Ante esta situación, las compañías no tienen más remedio que hacer todo lo posible para “mantener el rumbo“, como haría cualquier capitán de un barco en peligro.
Para conseguirlo y hacer que esta estrategia sea exitosa, es necesario un esfuerzo colectivo acordado y seguido por todos, así como recordar y reforzar los valores fundamentales en los que se basa cada organización. Es importante inculcar y repetir incansablemente a los equipos y, en particular a la fuerza de ventas, las nuevas características de la era post-COVID, que pueden resumirse en: agilidad, disciplina y espíritu competitivo.
Agilidad y sencillez: dos pilares esenciales para la dinámica
Si hay una lección que la crisis sanitaria ha impuesto a todos, tanto a los individuos como a las empresas, es la necesidad imperiosa de contar con agilidad y resiliencia. Ante un mundo que se ha vuelto más complejo e incierto que nunca, es necesario volver a los principios básicos. En el contexto profesional, esto se refiere principalmente a los hábitos de trabajo y a los modos de colaboración que deben ser reconsiderados y simplificados en la mayor medida posible. La tendencia a la simplicidad se extiende a todos los mercados y a las expectativas de los clientes.
Para los equipos de ventas, tomar decisiones de forma rápida y ágil significa seguir las mejores prácticas, como escuchar con más atención las necesidades de sus clientes y socios, ser más creativos y pragmáticos a la hora de encontrar soluciones que satisfagan esas necesidades y tener una gran capacidad de adaptación y flexibilidad, sin miedo a salirse del camino marcado. Esta es la dirección que han tomado muchas compañías, otorgando a sus empleados la opción de seguir trabajando a distancia, incluso después de la cuarentena. La mayoría, han iniciado una profunda reflexión para renovar sus prácticas de negocios, garantizando al mismo tiempo el bienestar y la salud de sus empleados, sustituyendo las interacciones físicas por las virtuales, ya que estas últimas han demostrado su efectividad en los últimos meses.
Disciplina colectiva e individual: El nuevo mantra de 2021
Durante el aislamiento, cada uno debía mantener una rutina diaria lo más cercana posible a la normalidad para no dejarse llevar por la ansiedad. También, en este caso para contrastar con el ambiente caótico del mundo actual, es importante que todos muestren cierta disciplina, siguiendo una línea de conducta intachable en sus elecciones y acciones.
Esto también se aplica a los colaboradores de una empresa, que deben asumir la responsabilidad colectiva de conocer bien a sus clientes y al mercado siendo fiables en su comunicación y tomar decisiones para la concreción de los objetivos que se han fijado. Este esfuerzo disciplinario debe integrarse en todos los métodos de trabajo de la organización y afectar a todos los niveles de competencia.
Espíritu de lucha y proactividad para lograr resiliencia
Para mantener el rumbo hacia un futuro positivo, los miembros del staff deben ser capaces de superarse a sí mismos. Sin estas características, será, mucho más difícil mantener el nivel habitual de actividad, especialmente en este contexto de crisis y de mayor competencia. La persecución de los objetivos de negocio debe realizarse de forma proactiva, sin descanso y reafirmando los valores que han sustentado el éxito de la empresa hasta la fecha.
El 2020 impuso una marca distintiva para todos, generando cuestionamientos en nuestras formas y creencias. Ninguna empresa y ningún empleado se libró de la incertidumbre económica que derivó de la pandemia. Volver a los valores fundamentales y reimpulsar a los equipos de trabajo en torno a principios de acción como vectores de éxito, está más que nunca en la agenda para permanecer en el ecosistema.