Si la rapidez conlleva el automatismo, el estrés, los problemas de salud y la sensación constante de ahogo, vivir más lentamente nos proporciona mucha más calma, nos ayuda a relativizar y a priorizar lo verdaderamente importante.
Cómo se vive la Slow Life en la práctica
La filosofía slow se ha convertido en mi tema, no solo a nivel profesional y de divulgación, sino en mi esfera más personal. He encontrado el término que define la forma en la que quiero vivir y estoy dispuesta a seguir investigando y seguir compartiendo todo acerca de ello.
Por eso hoy, cuando me he sentado a escribir, lo he tenido claro. Hoy me gustaría compartir contigo algunos de los beneficios de adoptar la filosofía slow como forma de vida.
Y es que, en muchas ocasiones, no solo tenemos dudas a la hora de cómo poner en práctica determinados conceptos, sino que tampoco tenemos claro qué resultados podemos esperar o en qué indicadores podemos fijarnos para saber si estamos en el camino correcto.
Para aclarar un poco estos puntos, he listado seis aspectos que responden, por un lado, a seis áreas en las que podemos trabajar y, por otro lado, seis beneficios que podemos percibir y que te ayudarán a comprobar cuánto de efectivo es el trabajo que estás haciendo. En este artículo veremos dos de ellos y próximamente revisaremos los restantes.
¿Qué puedo hacer para sumarme a este movimiento?
Antes de empezar, vamos a reflexionar sobre cuánto de necesario es que bajemos el ritmo y también sobre qué podemos hacer cada una de nosotras para ponernos en marcha.
No es secreto para nadie que la rapidez está siendo una de las peores características de nuestro estilo de vida.
Con la rapideza viene el automatismo, el estrés, los problemas de salud y la sensación constante de ahogo
“No llego a todo”, “no me da la vida”, “no paro en todo el día” son algunas de las frases que más repetimos y sobre las que reflexiono a menudo en Instagram. ¿Por qué vivir así? ¿Qué nos lleva a presumir de ello? ¿Se ha convertido en una necesidad?
Adoptar la filosofía slow nos lleva a crear espacios de calma, a vivir más despacio, a relativizar y también a priorizar lo que de verdad es importante. Vivir slow es un estado mental, no importa cómo sea tu vida, si no encuentras bienestar, estoy segura de que puedes hacer algo para vivirla de forma distinta.
Y bien, ¿qué es ese algo que puedes hacer? ¿En qué consisten esos cambios para ponernos en marcha? Si estás familiarizada con mi mensaje, recordarás que siempre hablo de la inversión de recursos y que estos recursos son tiempo, dinero y energía.
Cuando pensamos en qué podemos hacer, debemos tener en cuenta que existe un amplio abanico de posibilidades y que mi propuesta es solo una pequeña parte de infinidad de acciones y estrategias que podemos seguir. Puedes invertir tiempo en aprender sobre la filosofía, practicar minimalismo o sumarte a una escuela o grupo donde se hable de todo ello. ¿Qué te parece empezar por mi libro?
También puedes analizar qué presupuesto puedes destinar a mejorar tu calidad de vida e iniciar un proceso de coaching, por ejemplo.
Y, finalmente, debes ser consciente de la cantidad de energía que ello te va a requerir. Los procesos de ayuda suelen ser costosos a nivel emocional y limpiar y vaciar la casa tampoco es gratis a nivel energético.
Y ahora que hemos aclarado estos puntos, vayamos con los beneficios de adoptar la filosofía slow.
Alimentación consciente e intuitiva
Como comentaba, estos seis puntos hablan de trabajo a hacer y de beneficios a notar, es decir, la alimentación consciente e intuitiva es un trabajo que tú puedes llevar a cabo en favor de tu slow life y, a la vez, es un efecto que verás aunque no hagas estos cambios expresamente.
La idea es que cuando bajamos el ritmo empezamos a necesitar estar más presentes a la hora de comer, esta presencia nos facilita el reconocer las señales de hambre y saciedad y, además, empezamos a sentir qué nos apetece y por qué nos apetece.
Recuerdo perfectamente que esta consciencia me hizo sentir que quería más ensaladas y zumos frescos cuando me quedé embarazada en 2018. Yo no sabía que estaba embarazada, pero mi cuerpo sabía exactamente lo que necesitaba.
Equilibrio entre descanso y actividad
Uno de los equilibrios más difíciles de lograr. Cuando nos activamos tendemos a querer hacerlo todo, nos sentimos fuertes, sentimos el movimiento y queremos dar lo máximo de nosotras en las actividades que disfrutamos.
Sin embargo, esta motivación explosiva es tan intensa como corta. A menudo quemamos toda nuestra energía los primeros días o semanas, y después nos sentimos exhaustas, desganadas y con la sensación de estar tirando de un carro con el que no podemos.
Hablo de actividad física y deporte, de hobbies, de ocio, de emprendimiento.
¿Alguna vez te has emocionado tanto con algo que has quemado demasiado rápido tu motivación?
La filosofía slow habla de equilibrio, estoy segura de que tú sabes en qué área de tu vida lo necesitas más.