Orlando Ayala, exvicepresidente mundial de Microsoft, invita a no desperdiciar la cuarta revolución industrial, mientras se lanza libro sobre su vida.
Julio César Guzmán, autor del libro, en una entrevista con el protagonista, Orlando Ayala, exvicepresidente mundial de Microsoft.
Por muchos años, fue el ejecutivo latino más importante en el mundo de la informática y, aunque ya se retiró, sigue siendo el colombiano que mayor rango alcanzó en la industria digital.
Es Orlando Ayala, protagonista de un nuevo libro, en el que destaca la oportunidad que representa la convergencia de tecnologías, tanto para el sector privado como el público.
¿Cuáles son los retos tecnológicos que afrontan los líderes empresariales del país?
Antes de hablar de tecnología, un equipo directivo debe afinar la visión estratégica como nunca antes se había requerido. En el contexto de la gran disrupción tecnológica, antes que pensar en productos, hay que pensar en escenarios.
¿Cuáles serían los escenarios de alta disrupción a los cuales deberíamos aplicar tecnología convergente?
Por ejemplo inteligencia artificial o Big data, que ya ha sido catalogada como el nuevo petróleo del mundo. Estos dos elementos combinados pueden cambiar la estructura del negocio, de una manera muy profunda.
Y tengo que preguntarme si tengo claro quiénes son mis audiencias. Incluso para el gobierno, cuyas audiencias son los ciudadanos. Una compañía tiene una cadena de valor, así que debe tener claros tanto sus escenarios como a quien se dirige.
En segundo lugar, incorporar más personas que entiendan la aplicación de la tecnología en su junta directiva. Hoy, el talento de una junta directiva está muy corto de gente que pueda traer ese tipo de conversaciones.
De hecho, grandes empresas, incluso en Colombia, están creando comités de tecnología en sus juntas directivas. Así como puede existir el de auditoría, el de nuevos negocios, es una buena idea crear comités de esta área. La revolución tecnológica va a suceder, con Colombia o sin Colombia, y ningún negocio va a estar exento del ataque competitivo que va a venir.
¿Y para el Gobierno qué retos se vienen?
Es importante que el Gobierno entienda en qué estado está la infraestructura digital del país. Es la base para dar servicios eficientes al ciudadano y sobre todo con inclusión.
¿Qué significa infraestructura digital?
Estamos hablando de conectividad, por ejemplo. La más reciente encuesta del Dane muestra todavía al 50 por ciento del país desconectado. Y si miras la zona rural, te encuentras unos números aún mayores. Así es imposible tomar ventaja de la cuarta revolución industrial.
También debemos mirar la capacidad de que el Estado pueda interconectar todas las capas de datos que residen en las diferentes agencias oficiales. Eso permite proveer servicios al ciudadano conectando esas agencias.
Es lo que han hecho los países que han triunfado en este campo, básicamente por transparencia. A Colombia le daría mucha credibilidad que cada centavo del erario estuviera a disposición de veeduría por parte del ciudadano y toda la sociedad.
Justamente, en una de sus charlas, usted destacó a Estonia como primer país 100 por ciento digital
Es uno de los grandes ejemplos de lo que se pudiera hacer. Lo que ha hecho Estonia consiste en dos cosas importantísimas: Una, crear esa gran transparencia en el uso de los dineros del Estado.
Cualquier ciudadano puede mirar cómo se están gastando los recursos en una plataforma llamada X-Road, que montaron con mucha ciberseguridad. Y dos, la identidad digital del ciudadano. Los niños de hoy ya no deberían nacer con una cédula, sino con una identidad digital, porque esa será la base del contrato social del futuro. Especialmente, para poder proveer servicios digitales con inclusión de estrato social, pero también de género.
El libro que se acaba de publicar sobre su vida destaca una serie de valores, por encima de la tecnología. ¿Cuál fue el que más le ayudó en su carrera?
Hay una pregunta que nos podemos hacer todos y en cualquier momento: ¿Estoy dejando las cosas mejor de lo que las encontré? La respuesta es tuya y pasa por internalizar esa meta. No solamente para uno, sino en la capacidad de influenciar, amplificar, abrir la posibilidad de mejorar lo que esté a mi alcance. Yo llamaría a esto el valor ético ciudadano. E invitaría a todos a hacernos esa pregunta: ¿qué hice hoy para dejar mejor el lugar que influencié?
¿Cuál fue el mayor legado que le dejó a Microsoft al momento de jubilarse?
Yo tuve en un momento la gran necesidad de confrontar a la compañía con respecto a sus valores, a cómo estaba desarrollando su tecnología y cómo la estaba dando al mercado.
Tuve que vivir el momento de la demanda del gobierno de EE. UU. por monopolio, como está escrito en el libro. Y hoy Microsoft es una de las compañías más éticas, como lo ha declarado su nuevo CEO. El mayor legado de la empresa es responder al uso responsable de la tecnología desde el punto de vista ético, de la privacidad, de la seguridad.
Yo estuve dispuesto a perder mi trabajo en el contexto de asegurarme de que la compañía entendiera que siendo una empresa global, tenía una responsabilidad global. Y eso viene acompañado de una posición ética al servicio de una mayoría y no de unos pocos.