LA MEJOR FORMA DE COMBATIR NUESTRO IMPULSO DE INGERIR ALIMENTOS MALSANOS ES NO TENERLOS A MANO
“Ojos que no ven, corazón que no siente”. Al leer este conocido refrán, todos los nutricionistas piensan en el efecto negativo que ejerce sobre nuestro corazón (o sobre nuestro sistema cardiovascular) ingerir a menudo productos insanos.
¿Por qué nos cuesta tanto evitar la tentación? Nos cuesta, sobre todo, por cuatro factores, englobados en las llamadas “cuatro pes del marketing”. Son las siguientes:
Publicidad (en televisión, Internet, tiendas, películas, series, juegos de ordenador o de teléfonos móviles, etc.), particularmente perjudicial en la salud infantil.
Producto (composición, sabor, aroma, textura, densidad de calorías, tamaño de la porción, etc.), factor del que hablaremos en este artículo.
Punto de venta (no solo en supermercados [en los que encontramos muchos “falsos saludables”, como expuso en este texto la nutricionista Lucía Martínez], también encontramos productos malsanos listos para comer en bares, restaurantes, supermercados, gasolineras, quioscos, escuelas e incluso hospitales).
El precio es uno de los factores que más determina nuestra ingesta de productos insanos, y de ahí que tenga sentido introducir impuestos a productos nocivos como las bebidas azucaradas, factor que en Cataluña se ha relacionado con una reducción del 22% en su consumo.
¿CÓMO PODEMOS LUCHAR LOS CONSUMIDORES CONTRA EL PODEROSO IMPACTO DE ESTAS CUATRO “PES”?
Pensar lo que comemos (muchos de nosotros no somos conscientes de la cantidad de alimentos malsanos que ingerimos).
Planificar (imprescindible para evitar comprar de manera compulsiva).
Prescindir de alimentos superfluos
Tener Paciencia (no es fácil reeducar a nuestro paladar).