Imagina que llegas a tu casa muy tarde por la noche, cansado y frustrado después de haber sido despedido del trabajo. Abatido, te recuestas en el sofá y piensas en todas las obligaciones por las que debes responder y los proyectos que se ven frustrados por esta situación, como tus próximas vacaciones.
Sientes un peso en tu pecho, tu mente está en blanco. Sin pensarlo, empiezas a gritar. Y luego viene el llanto. Lloras desconsoladamente. No entiendes por qué te pasa esto a ti justo en este momento.
Después de unos minutos, las lagrimas disminuyen, la respiración se normaliza. Tomas aire y te sientas con tranquilidad. Respiras y limpias tu rostro. De repente, empiezan a llegar a tu mente las alternativas. Enciendes el computador y empiezas la búsqueda de un nuevo trabajo.
¿Te ha pasado que después de romper en llanto te sientes mejor?
Es completamente normal, y una forma natural para desintoxicar el sistema emocional llamado expresión, que hace parte de los tres mecanismos que tienen las emociones para “limpiarse” y de los cuales nos habla el Dr. Santiago Rojas en su obra Desintoxícate: limpia tu cuerpo, mente y energía.
La expresión puede ser de manera directa, al expresar la emoción específica (rabia, miedo, ansiedad, tristeza). La expresión por gritos o gemidos también es liberadora. Asimismo, la escritura y cualquier forma de expresión artística pueden lograr el mismo resultado beneficioso para la persona.
El segundo mecanismo es la transformación: utilizar la energía de la emoción tóxica y emplearla en alguna actividad que no genere lesión a otra persona ni al entorno. Por ejemplo, salir a hacer ejercicio cuando estás enojado. La energía del malestar hace aumentar el esfuerzo en la actividad física y es agotada en un fin productivo.
El tercer mecanismo se llama integración. La emoción es conocida directamente por la persona y puede ser integrada. Entonces, ocurre que la agresividad la vuelve asertividad. Un claro ejemplo de esto puede ser el dolor emocional convertido en servicio, como cuando una madre pierde a un hijo y canaliza su dolor en crear una fundación para ayudar a niños. Asimismo, transformar el miedo en coraje y la sensación de incapacidad en motivación de aprendizaje, son mecanismos de integración.
Desintoxícate: limpia tu cuerpo, mente y energía