Algunos hablan tanto, que cuando tienen la oportunidad de demostrar se esconden.
Ayer no lancé el email diario porque tuve un error de cálculo, lo que iba a decir apuntaba a alguien, sin lugar a dudas.
"Se dice el pecado pero no el pecador".
Cuando tenía todo el email escrito y me dispongo a lanzarlo me dió por mirar otra vez y no podía enviarlo así. ¡No le di al botón de enviar de milagro!
Luego ya no tuve tiempo de ponerme a escribir otro email desde cero, porque los escribo a diario.
Comentaba dentro del email un caso puntual, que no tienes por qué conocer, pero si estás dentro del sector del marketing, y estuviste ahí, podrías saber fácilmente de quién hablo.
No es nada personal. Quería ponerte un ejemplo, de lo fácil que es hablar y a la hora de mostrar algunos datos delante de colegas del sector, salir despavorido.
Es algo común alardear de seguidores en redes sociales, suscriptores, visualizaciones de vídeos, descargas de podcast... y haber ayudado a miles de emprendedores, pero no tan común mostrar datos más relevantes, tráfico web, leads y ventas.
Con algunos de estos datos relevantes, te puedes hacer una idea más o menos de la comunidad que alguien tiene detrás, lo implicada que pueda estar, y en consecuencia lo que puede llegar a facturar, dependiendo de lo que venda.
Estos datos no suelen mentir.
Hay otros datos que se pueden comprar y tenemos que mirarlos con lupa, como: la cantidad de suscriptores, seguidores, visualizaciones, descargas, testimonios…
En resumen, lo que te quería decir, es que a veces las apariencias engañan. Seguro que no te he descubierto nada nuevo.
Para mí, la mayor garantía, y lo que normalmente no me falla es la intuición.
No te fies tanto de seguidores, descargas, visualizaciones, suscriptores, testimonios, palabrería barata, y sigue tu intuición.
Tu intuición no se puede comprar, casi todo lo demás sí.