Estos polvos, además de insulsos, son un tobogán expedito a la infelicidad humana.
A la cama se va con ganas, con el empuje que dan las hormonas y con la intención de pasarla bien, de sentirse a gusto y para compartir placer.
Nadie, con las excepciones de rigor, se mete bajo las sábanas a sufrir, porque el aquello, digan lo que digan, está ligado naturalmente al disfrute. Punto.
Deseo, de ese que viene con la dotación de cada persona, es el ingrediente que no puede faltar en ninguna encamada, a riesgo de darle al catre la mera connotación de mueble aburrido.
De ahí que se deben evitar a toda costa los polvos convenientes, forzados o por compromiso, porque además de insulsos, valga decir, son un tobogán expedito a la infelicidad mutua.
En este punto, vale reiterar, la sexualidad es una función vital que exige mantenerse en su punto en todas las etapas de la existencia, y cualquier condición que se oponga a estos preceptos debe ser superada sin fórmula de juicio. Y eso incluye, insisto, la cópula por cumplir.
Me refiero a esos consuetudinarios polvos semanales de las parejas establecidas que solo se aplazan motivo viaje, enfermedad o por las molestias regulares de la cónyuge y que son un atentado aleve al buen gusto.
El problema es que de manera progresiva e insensible, las parejas van cayendo en ese sopor del sexo rápido y con la piyama puesta.
Urge iniciar una cruzada mundial para erradicar de la faz de la Tierra esos coitos, que son más dañinos que el cambio climático y que la disminución de la capa de ozono. Para eso hay que identificarlos de manera precoz y sacarlos en estampida de la cama antes de que se instalen con sus babosos ronquidos del después.
Si su pareja ya no toma la iniciativa, si la ropa se quita en automático sin previos, ni posteriores y después de terminar las espaldas se juntan sin fórmula de juicio, es hora de encender las alarmas y cambiar de libreto porque el sexo por cumplir ya duerme en su catre.
Es hora de hablar con sinceridad y buscar soluciones.
Ahora, si no lo hacen, lo más seguro es que el problema se arregle bajo otras sábanas.