No es fácil decirlo, pero debemos empezar a hacerlo: muchos hombres no conocen su propio cuerpo, mucho menos su alma. Peor aún, su liderazgo se construye sobre expectativas externas, logros de vitrina y virilidad mal entendida.
La columna “Errores en la planta baja” escrita por Esther Balac (El Tiempo) no es solo una provocación humorística: es una bofetada suave al ego masculino y una invitación a una conversación urgente. Sobre todo, si eres hombre, si lideras, si guías a otros… y aún no te has tomado el tiempo de mirar hacia adentro.
El ego fálico como forma de liderazgo
Vivimos en una cultura que aún mide el valor del hombre desde su “funcionalidad”. Desde lo que produce, dirige o… rinde. Esa idea atraviesa la sexualidad, la empresa, la política y la religión. Y sin darnos cuenta, hemos creado una generación de líderes con una profunda desconexión entre lo que sienten y lo que representan.
La autora menciona casos reales y divertidos de hombres que, literalmente, no sabían cómo funcionaba su cuerpo. Desde eyaculaciones descoordinadas hasta molestias que no reconocen por vergüenza o por “ser machos”. Yo te pregunto: ¿qué tan diferente es eso de un gerente que no sabe manejar emociones, o de un padre que no sabe decir “te amo”?
Lo que pasa abajo también se refleja arriba
El cuerpo es una metáfora poderosa. En mi experiencia acompañando empresarios, gerentes y jóvenes líderes, he comprobado una y otra vez que los bloqueos físicos o sexuales suelen reflejar bloqueos emocionales, espirituales o incluso financieros.
¿No es curioso que un hombre que vive con ansiedad, sin intimidad real, con relaciones rotas o con estrés constante, también tenga dificultades para crear, sostener o dirigir con fluidez?
No se trata solo de salud sexual. Se trata de autoconocimiento integral.
El mito del control y el miedo a la vulnerabilidad
Muchos de los errores relatados por Esther Balac tienen un fondo común: el miedo a aceptar que no sabemos, que podemos fallar, que no tenemos el control absoluto.
Ese mismo miedo impide que muchos hombres se revisen, se cuestionen, vayan al médico, vayan al psicólogo o simplemente hablen de lo que sienten. Y desde ahí, construyen relaciones de pareja, negocios, decisiones políticas y hasta legados familiares.
¿El resultado? Liderazgos frágiles, egos inflados, relaciones rotas.
Redefinir el liderazgo desde el cuerpo, el alma y la conciencia
Hace más de tres décadas, cuando comencé a trabajar con líderes y empresarios, me di cuenta de que muchos sabían dirigir personas, pero no sabían sostenerse a sí mismos.
Hoy lo tengo más claro: el liderazgo consciente comienza con el autoconocimiento, no con el poder. Y ese autoconocimiento debe incluir el cuerpo, la sexualidad, la salud mental, la espiritualidad y la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
¿Puedes hablar de dinero, pero no de tus emociones?
¿Puedes dirigir una empresa, pero no comunicarte con tu pareja o tus hijos?
¿Puedes dar órdenes, pero no tocar tu alma ni dejarte tocar?
Lo que no se nombra, se oculta. Y lo que se oculta, te domina.
Uno de los ejemplos más poderosos que he acompañado fue el de un empresario de 52 años que, luego de años de trabajo, éxito y familia, llegó a mí en crisis. Su empresa estaba bien, pero él no. Lo primero que me dijo fue: “No sé qué me pasa. No puedo disfrutar. Ni en la cama, ni en la vida”.
Ese fue el punto de quiebre. Comenzamos por hablar de lo “que no se habla”. Descubrió que llevaba años con una disfunción eréctil leve, pero más allá de eso, había una desconexión con su deseo, con su alegría, con su capacidad de disfrutar.
Después de trabajar su sexualidad, su relación con el cuerpo, con sus emociones y con su pareja, no solo recuperó su vida íntima. Recuperó su liderazgo, su creatividad, su capacidad de estar presente.
¿Qué necesitamos entonces como hombres y como líderes?
-
Espacios seguros para conversar sin juzgar.
-
Un nuevo modelo de liderazgo que abrace la vulnerabilidad como fortaleza.
-
Reconocer que el cuerpo habla y que muchas veces el alma grita desde lo que no funciona.
-
Terapia, acompañamiento, mentoría. No porque estemos “rotos”, sino porque estamos vivos.
-
Y sobre todo, humildad. La suficiente para decir: “No sé. Pero quiero saber. Quiero aprender. Quiero sentir”.
Esto también es espiritualidad
Para mí, espiritualidad no es dogma. Es vivencia interior con propósito. Y si un hombre no puede mirar su cuerpo, su historia, su dolor, su sexualidad… tampoco podrá mirar el alma del otro, ni servirle de verdad.
Por eso, en esta columna aparentemente ligera y divertida, hay un mensaje profundo: reconcíliate contigo. Con lo que callas. Con lo que niegas. Con lo que escondes.
Solo desde ahí puedes evolucionar. Como hombre. Como líder. Como ser humano.
🎨 Imagen sugerida para el blog
Una ilustración digital simbólica de un hombre de espaldas, frente a un espejo que refleja no solo su cuerpo, sino su alma, emociones y dudas. Una escena sobria, introspectiva, con luz suave, que represente la búsqueda interior y la conexión con uno mismo.
Paleta de color: azul (#344b99), negro (#000000), blanco (#ffffff).
(¿Deseas que te la genere ahora?)
📣 Llamado a la acción
¿Quieres avanzar en tu liderazgo, tu negocio o tu vida?
Estoy aquí para escucharte, acompañarte y caminar contigo:
Comparte este contenido con quien esté en proceso de conciencia, liderazgo o evolución.
Porque el verdadero legado no se impone: se siembra.