Nuestro organismo es una máquina compleja, y cada uno de sus componentes desempeña un papel fundamental.
Uno de esos actores clave es el intestino, un órgano que va mucho más allá de la digestión y la absorción de nutrientes.
De hecho, pocos saben que el intestino es apodado como el "tercer cerebro", una denominación intrigante que nos invita a explorar más a fondo su impacto en nuestro bienestar.
En este artículo, nos adentraremos en este concepto examinaremos los otros dos centros neurales que residen en nuestro cuerpo.
¿Cómo es eso de que tenemos tres cerebros?
Desde el mundo científico se considera que hay tres cerebros en el cuerpo humano que trabajan combinados:
Cerebro Central (Cerebro en la cabeza):
Este es el cerebro que todos conocemos, ubicado en la cabeza. Tiene dos hemisferios: derecho, asociado a funciones más blandas y emocionales; izquierdo, asociado a funciones más racionales, cálculos, probabilidades y estructuras.
El cerebro central es la fuente del pensamiento consciente, la memoria, la percepción sensorial y muchas otras funciones cognitivas. Es responsable de la toma de decisiones, el razonamiento y la mayoría de las actividades conscientes, además de enviar órdenes a distintas partes del cuerpo y hacer las conexiones neuronales (sinapsis neuronal).
Sistema Nervioso Autónomo (SNA):
Este sistema controla las funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la regulación de la temperatura. Se divide en dos ramas: el sistema nervioso simpático (que prepara al cuerpo para la acción y la respuesta al estrés) y el sistema nervioso parasimpático (que promueve la relajación y la recuperación).
Sistema Nervioso Entérico (SNE):
Conocido como el "tercer cerebro", es una red de neuronas que se encuentra en la pared del intestino. Controla funciones relacionadas con la digestión, la absorción de nutrientes y la eliminación de desechos.
También influye en las emociones y el estado de ánimo, ya que produce neurotransmisores como la serotonina y la dopamina.
En este artículo nos referiremos al "tercer cerebro", el sistema nervioso entérico, un conjunto de neuronas que se halla en la pared del intestino.
Imagina una red compleja de más de 100 millones de neuronas extendiéndose desde el esófago hasta el recto, controlando no solo la digestión y la absorción de nutrientes, sino también la eliminación de desechos.
Sin embargo, el tercer cerebro no opera solo. Está intrincadamente conectado con el sistema nervioso central y con el autónomo. Estas conexiones son bidireccionales, lo que significa que el intestino puede enviar señales al cerebro y viceversa.
▪ La inteligencia autónoma del tercer cerebro
Sorprendentemente, se ha descubierto que el sistema nervioso entérico (el tercer cerebro) puede funcionar de manera autónoma, independiente de la intervención cerebral.
Por ejemplo, es capaz de regular la velocidad de desplazamiento de los alimentos a través del sistema digestivo, así como detectar la presencia de bacterias y virus perjudiciales. Ante una amenaza, también puede activar el sistema inmunológico para combatir infecciones.
Este asombroso órgano también despliega su propia producción de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, moléculas esenciales para el equilibrio emocional y llamadas las hormonas del bienestar.
Curiosamente, se estima que el 90% de la serotonina en nuestro cuerpo se origina en el intestino. Esta conexión podría explicar por qué la depresión y otros problemas de salud mental a menudo siguen a trastornos gastrointestinales.
▪ El bienestar empieza desde adentro
Tal como mencionamos anteriormente, el intestino tiene un papel crucial en la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que moldean nuestro estado emocional. Sorprendentemente, que, permitiendo que las emociones influyan en su funcionamiento y viceversa.
Por ejemplo, no es inusual que el estrés y la ansiedad provoquen problemas gastrointestinales como dolor estomacal o diarrea. Esta conexión se debe a que el estrés puede alterar los procesos del intestino, causando contracciones musculares más fuertes o más débiles de lo normal.
Además, cuando el intestino sufre inflamación o no funciona adecuadamente, puede enviar señales al cerebro que afectan nuestro estado de ánimo y emociones. Personas de nuestro entorno del trabajo o personal, que tienen síndrome de intestino irritable, por ejemplo, a menudo enfrentan ansiedad y depresión debido a las molestias y dolores que experimentan en el intestino.
▪ 3 claves para que el tercer cerebro se active correctamente
Entonces, ¿cómo podemos cultivar una relación equilibrada entre emociones e intestino? Aquí van tres ideas para lograrlo:
Alimentación apropiada:
Una vía es la alimentación. en el intestino y en los neurotransmisores que produce. Alimentos ricos en fibra, por ejemplo, mejoran la salud intestinal y reducen la inflamación, contribuyendo así a un mejor estado de ánimo y a la disminución del estrés.
Además, estudios han demostrado que ciertos suplementos, como probióticos y prebióticos, pueden fortalecer la salud intestinal y aliviar los síntomas de problemas gastrointestinales. Siempre hay que consultar con especialistas médicos.
Ejercicio físico
El ejercicio regular también ejerce un impacto positivo en la salud intestinal y reduce el estrés.
Hacer un mínimo de tres veces de actividad física por semana, incluyendo gimnasio, o caminatas, yoga, estiramientos y cualquier tipo de deporte, contribuye a una mejor conexión del tercer cerebro con los demás.
De allí es que cuando terminamos de ejercitarnos, generalmente tenemos una sensación de mayor bienestar, descarga de las tensiones y hasta más oxígeno.
Cultivar una mentalidad optimista-realista
Los acontecimientos de la vida nos llevan muchas veces a enfocarnos en las situaciones negativas, en vez de las positivas.
Entrenando el desarrollo personal con cursos, psicoterapia, coaching, lecturas constructivas, películas inspiradoras y, especialmente, rodearse de personas que tengan una visión más positiva, sin perder de vista la realidad, vas a lograr moldear el modelo mental que ha gobernado tu vida hasta ahora.
La buena noticia es que este modelo se puede modificar a consciencia con un trabajo que requiere dedicación, tiempo y atención a tu estado emocional y anímico.
¿Conocías el concepto de "el tercer cerebro"? ¿Qué te parecen estas ideas?
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