Tengo una confesión que hacerte,
A pesar de estar muy metido en el mundo del crecimiento personal he pasado por etapas de terrible infelicidad.
Seguramente sabes que me gusta todo lo que sea optimizar, mejorar, desarrollar, perfeccionar, etc.
Está dentro de mi naturaleza inquieta y es algo que me entusiasma y me motiva.
Pero como todo en la vida, si te excedes generas un desequilibrio y eso no produce nada bueno.
La obsesión por la optimización y el perfeccionamiento me llevó en muchos casos a amargarme la existencia por lo surrealista de mis expectativas.
Lo que quiero dar a entender es que tus ganas de mejorar pueden hacerte más infeliz, aunque tus motivaciones fuesen otras.
La obsesión por conseguir llegar a un punto u objetivo específico puede llegar a amargarte.
Cuando realmente desde el punto en el que estás ya está bastante bien.
Esto en realidad es aplicable a muchas áreas:
- Cuando te has propuesto perder 5 kg y al final pierdes 4 kg.
- Cuando quería facturar una cierta cantidad y te quedas en una cifra bastante cerca.
- Cuando quieres comunicar algo y no ha salido tal cual lo tenías en tu cabeza.
Curiosamente a todos estos ejemplos les falta una cosa:
"La mentalidad de que ese resultado está suficientemente bien"
Ese pequeño cambio de mentalidad es el que ha marcado la diferencia y me ha permitido crecer sin caer en mi propia trampa perfeccionista.
Simplemente me apetecía compartir contigo esta pequeña reflexión.
¿A ti también te ha pasado algo parecido?
Un abrazo,