Basada en los principios tradicionales de la macrobiótica japonesa, esta dieta es conocida por su rechazo a los productos procesados
El primer libro teórico sobre este régimen fue ‘El zen Macrobiótico’ y lo escribió el filósofo George Ohsawa en 1920
Macrobiótica: el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu
Hace ya unos años que los medios se han empapado de una filosofía japonesa perseguida por muchas caras icónicas como Madonna, Julia Roberts, Paul McCartney o Naomi Campbell. Y aunque suenen a personas muy lejanas, también ha llegado a la vida de españoles como el cantante Alejandro Sanz o la actriz Vanesa Romero, quien interpreta el papel de Raquel en la serie de ‘La que se avecina’.
Hablamos de la macrobiótica, una dieta basada en el principio de equilibrio de energías que combina alimentos clasificados como Yin, por su poder de dispersión de energía, y otros llamados Yang, por su proporción de energía. El término literal es también su objetivo principal, conseguir una “vida larga” y prevenir las enfermedades a las que nos exponemos por la contaminación, tanto alimenticia como ambiental.
Su principal atractivo, aparte de ser una dieta muy basada en el producto natural y de temporada, es su bajo contenido en grasa y productos procesados, por lo que en Occidente se le ha dado un uso alternativo para bajar de peso o quemar grasa. Es por eso que esta dieta ha tenido siempre todo un séquito de críticas, por sus condiciones extremadamente restrictivas.
Principios macrobióticos
Los principios de la macrobiótica se desarrollaron en la década de los veinte por el filósofo japonés George Ohsawa, que propuso una estricta comida, simple y saludable, que permitiera vivir en equilibrio con la naturaleza y sus cambios estacionales.
Aunque ahora la macrobiótica se presenta como una alternativa alimentaria, Ohsawa habló en su libro, El zen Macrobiótico sobre ciencia, religión y filosofía, presentando su trabajo como un estilo de vida.
Los fundamentos de esta dieta están basados en las prácticas del médico Sagen Ishizuka, quien aplico la teoría del Yin y el Yang en la alimentación, entendiendo que si bien es cierto que los campos más convencionales clasifican los alimentos según su composición (carbohidratos, grasas, vitaminas, etc), la macrobiótica se centra en sus propiedades energéticas.
Así pues, las características de los alimentos Yin o Yang dependen de su aporte energético que se recoge en elementos característicos como su lugar y velocidad de crecimiento, su sabor, su procedencia y su contenido en agua.
Alimentos Yin y Yang
Los alimentos Yin, también llamados “frescos” suelen ser bajos en calorías y altos en potasio y hacen referencia a alimentos con energía ascendente, es decir, que crecen hacia arriba (como, por ejemplo, las frutas en los árboles).
En contraposición, los alimentos Yang, también llamados “calientes”, tienden a ser altos en calorías y en sodio y crecen energéticamente de forma descendente arraigándose a la tierra (como, por ejemplo, los tubérculos como la zanahoria o los vegetales como el brócoli o los espárragos).
La clave de la macrobiótica consiste en encontrar el equilibrio entre ambos tipos de alimentos, sin tomar tan solo productos de un grupo o incluir con frecuencia alimentos que son demasiado extremos. El balance ideal sería, entonces: 50%-60% granos enteros
25%-30% verduras
5%-10% sopas
5%-10% frijoles y vegetales marinos
Y algunos de los alimentos prohibidos, serían:Carnes rojas
Productos lácteos
Berenjenas, patatas, tomates y frutas tropicales
Azúcar refinado
Cualquier alimento procesado o que contenga conservantes
Las diez etapas de la dieta Macrobiótica (según Ohsawa)
En el libro de Ohsawa se propone una práctica de diez días que se puede realizar en diez etapas distintas (según experiencia y comodidad). Y en su última etapa, como podemos ver en la tabla, la alimentación se basa sólo en arroz y agua.
¿Debe una persona, para ganar la libertad total, comer sólo arroz integral? La respuesta de Ohsawa a un joven discípulo que le preguntaba esto es algo ambigua, pero concluye aceptando que una persona libre, en realidad, “puede comer lo que quiera”. Sin embargo, en los principios macrobióticos, sí, el cereal integral es el gran aliado para nutrirse energéticamente.
Fuente: 'El zen Macrobiótico'
La macrobiótica moderna
Los años han pasado, por suerte, y las teorías tradicionales se modernizan y se adaptan a las nuevas realidades. Esto no quiere decir que esta dieta no siga siendo restrictiva y nociva en ciertos aspectos, pero sí mucho más flexible para todo aquel que quiera integrarla en su vida.
En la actualidad, la idea principal de ese régimen es el apoyo en el cereal entero, los alimentos naturales y locales y la disminución de alimentos refinados y procesados. El equilibro reside en los productos que, desde un punto de vista energético, son “reguladores”, es decir, no conviven en el extremo de expansión ni contracción, y si lo hacen, se toman de forma esporádica. Esto sería, a rasgos generales, su clasificación más básica:
Fuente: Instituto macrobiótico Nishime
No hay que olvidar tampoco que la macrobiótica no es sólo un tipo de alimentación, si no una filosofía de vida muy conectada con la naturaleza y la espiritualidad, pero también pensada para una época donde las personas tenían un alto rendimiento físico por su trabajo y su estilo de vida.
Aunque es toda una corriente que debe seguirse de la mano de un experto (para evitar sustos y descompensaciones), en definitiva, es una alimentación que respeta y se adapta al medio en el que vivimos. Tan simple como eso.