Qué es el síndrome de la cara vacía?


Aunque la noticia del fin de la obligación de llevar la mascarilla ha supuesto un alivio para muchísimas personas, para otras se ha convertido en una preocupación. Aquellos que usaban la mascarilla para tapar sus miedos e inseguridades se enfrentan ahora a un duro proceso.


Tras dos años de pandemia en los que parecía que nunca iba a llegar el fin de las medidas de prevención, el 20 de abril las mascarillas dejaron de ser obligatorias en todas partes, a excepción de hospitales, farmacias, residencias y transporte público. Lo que para muchos fue un alivio, para otros supuso un problema. El vernos las caras por primera vez en dos años libremente puede ser un proceso de aceptación que a muchas personas puede afectar psicológicamente. Sobre todo a aquellas que usaban la mascarilla como una forma de ocultar sus inseguridades.

¿Qué es el síndrome de la cara vacía?


Para describir esta situación a la que se están enfrentando muchas personas desde el 20 de abril se ha asignado el término síndrome de la cara vacía. El psicólogo David Cortejoso explica que este "hace referencia a un estado de inquietud, preocupación excesiva, inseguridad e intranquilidad por la exposición social de la cara y la sensación de vulnerabilidad al retirar la mascarilla después de más de 700 días de uso".

Esta preocupación excesiva por el hecho de quitarse la mascarilla puede deberse al miedo que todavía existe a contagiarse o, sobre todo, a la inseguridad de exponer al resto la cara y que juzguen nuestro aspecto.
¿A quiénes es más común que afecte?

Aunque todo el mundo es susceptible de sufrir este síndrome, lo más común es que sean los más jóvenes quienes lo padecen, especialmente aquellos que están en plena adolescencia, donde los cambios físicos (vello facial, acné, ortodoncia...) y las opiniones de la gente tienen un papel fundamental en el día a día.


Los adolescentes con cambios físicos son los más propensos a sufrirlo

Cortejoso asegura que también son propensas, independientemente de la edad, "personas con una baja autoestima, con complejos, muy introvertidos, con dificultad a la hora de expresar emociones, etc. Personas que han utilizado la mascarilla como una barrera de protección frente a miradas, para evitar que se visualizaran sus emociones, sus miedos, sus vergüenzas y que ahora ven que la mascarilla empieza a retirarse, les está costando desprenderse de ella".
¿Qué debe hacerse para superarlo?

A pesar de que pueda parecer un problema menor relacionado con la apariencia, debe tratarse para superarlo y evitar su cronificación. Si esto ocurre, la persona puede llegar a generalizar todas las actividades sociales como dañinas para su mente, con lo que puede empezar a evitar actos rutinarios como una comida con amigos o con la familia, un examen oral, la exposición de un trabajo en el instituto... pudiendo producirse en casos más graves fobias sociales generalizadas.


Enfrentar el problema es clave para evitar que se cronifique o incremente

Para no llegar a ese extremo, el psicólogo recomienda abordar el problema: "Para superar un miedo o una fobia lo que hay que hacer es enfrentarse, sino el problema se cronifica o bien incrementa. Pero la exposición, es decir, la retirada de la mascarilla en este caso, se debe hacer gradual. Si el problema es serio, podemos contar con la ayuda de un profesional de la psicología colegiado para que nos guíe en este proceso. Se puede empezar trabajando con la imaginación para pasar al trabajo con imágenes y posteriormente al trabajo de campo en situaciones graduadas y pactadas que vayan subiendo de intensidad, a la vez que se acompaña de técnicas de relajación para poder controlar los síntomas de ansiedad que se podrán producir. Si la persona quiero hacerlo sola o con la ayuda de alguien cercano debe ir progresivamente retirándose la mascarilla en distintas situaciones, al principio sin gente pero al aire libre, luego con poca gente pero de lejos, después con algo más de gente o más cerca y así progresivamente, a la vez que intentamos ayudarle a estar relajado".

Por supuesto, el apoyo y comprensión del entorno es fundamental, especialmente en adolescentes. "Le deberían ir motivando poco a poco para que vaya intentando enfrentarse y exponerse de forma graduada, estando como apoyo y ayudándole en el proceso, infundiendo ánimos, intentando que esté relajado y acompañando en las situaciones en las que poco a poco se vaya exponiendo", asegura Cortejoso. Las personas del entorno deben ser conscientes del problema, ayudar en el proceso y, en caso de no ver avances, propiciar el encuentro con un profesional.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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