Si eres una persona ansiosa tus pensamientos van a mil por hora y te resulta imposible controlarlos. Esta forma de gestionar las emociones agota a nivel mental y también causa síntomas físicos.
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“¿Mi ansiedad no podría ser una reacción humana normal ante la vida? ¿Aún cuando esa reacción tal vez sea más aguda en mí que en otras personas? ¿Cómo se traza la distinción entre lo que es normal y lo que es clínico?”, dice el periodista estadounidense Scott Stossel en Ansiedad: miedo y búsqueda de la paz interior (Seix Barral).
Ansiedad: ¿Trastorno o emoción?
Para responder a las preguntas que plantea Stossel, hay que recordar que la ansiedad es una emoción: todo el mundo puede experimentarla a lo largo de la vida. Sin embargo, si sientes que ese estado te supera y te paraliza en situaciones cotidianas –ir a comprar, cenando con amigos, yendo en metro...–, se vuelve patológica y no te da ni un respiro. Cerca de un 10% de la población española sufre algún trastorno ansioso –angustia generalizada, fobia...– según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Síntomas de aviso
Te descubrimos 5 síntomas de este trastorno de la mano de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y del Estrés. Reconocer cómo se manifiesta y aceptarte es un primer paso para sufrir menos y empezar a disfrutar más. ¡Date permiso! Una vez identifiques los síntomas de la ansiedad, plántale cara y líbrate de ella gracias a la lectura y otros trucos para relajarte.
1. Evitas las situaciones
Dejas de hacer todo aquello que te genera temor o que anticipas que no te va a salir bien, bebes o fumas demasiado con la finalidad de evadirte y eludes pedir ayuda. Todo ello para no pasarlo mal, una condición que es inevitable en la vida.
2. Te sientes insegura
Tienes pensamientos negativos sobre ti misma –sobre todo ante los demás–, te da miedo que vean tus vulnerabilidades y te comparas a menudo.
3. Crees que estás enferma
Ahogo, palpitaciones, molestias gástricas o sequedad de boca son algunas de las reacciones fisiológicas que se pueden desencadenar al gestionar mal los pensamientos. Todo está en tu cabeza: la preocupación es tan intensa que te hace pensar que corres un grave peligro. Y más si te has enfrentado a un ataque de pánico.
4. Tienes “tics”
Gestos nerviosos y repetitivos como rascarte, tocarte el pelo o la nariz, ir de un lado a otro o mover la pierna también son una señal de alarma.
5. Te quedas en blanco
Te cuesta concentrarte, te despistas a menudo y te sientes bloqueada en situaciones sociales, incluso con personas que son de tu confianza, como familia o amigos.