Salir de la crisis: ¿nos incapacita el contexto tan difícil de estos últimos meses o nuestra manera de afrontarlo?
Un buen amigo de mi padre a quien queríamos mucho en la familia, sufría agorafobia: un trastorno de ansiedad que se caracteriza por un profundo temor a los espacios abiertos y públicos. Muchas veces se negaba a acompañarnos a la calle después de una comida de ambas familias, porque sentía que la amplitud del lugar donde íbamos a ir le impediría recibir ayuda en caso de un ataque de pánico.
Esta reflexión nos parecía absurda a los demás, pero a él le paralizaba. Y sin duda esta limitación le ponía las cosas muy complicadas en el plano social y profesional.
La pandemia de COVID-19 ha sido una experiencia traumática. Inesperada y dolorosa para las personas.
No ha establecido diferencias entre países, regiones o estratos sociales. Ha afectado nuestras vidas, sin duda, pero en muchos casos hemos sido nosotros mismos quienes, por nuestra incapacidad para adaptarnos al nuevo contexto, hemos recrudecido el sufrimiento generado.
¿Un lienzo en blanco que no queremos afrontar?
Un escenario de ruptura con lo anterior es como un lienzo en blanco para un pintor. No todo el mundo tiene la determinación de ponerse a pintar. La mayoría jamás comenzaríamos a pintar, temiendo que el cuadro termine en un borrón.
Este estado de incertidumbre termina transformándose en un vértigo incapacitante, que nos lleva a imaginarnos que ya está teñida de negro la próxima página de nuestras vidas. Cuando realmente esa página está en blanco, y llenarla solo depende de nosotros.
Como quien padece agorafobia, nuestra aversión genética a los puntos de inflexión vitales nos hace menguar como seres humanos. Porque reducimos nuestro potencial hasta convertirnos en versiones paupérrimas de quienes realmente somos.
Así me sentí en 2008, en lo peor de la última crisis, tras la quiebra de mi primera empresa. En mi libro Game Over, disponible en Amazon, puedes leer la historia completa si te interesa:
No era capaz de capaz de producir, ni siquiera de ver oportunidades ante mí porque mi desconfianza lo impedía.
Pero identificar lo que nos ocurre, descifrar los resortes de nuestra psicología, ya es un primer paso para afrontar estos tiempos de incertidumbre. Basado en aquella dolorosa experiencia, esto es precisamente lo que te propongo:
No te opongas a una crisis cuando llega a tu vida. No luches contra ella, porque no sirve para nada. Oponerse a las dificultades es oponerse a la vida.
Para salir de la crisis es mejor aceptar cuanto antes que las cosas han cambiado para ti. Mejor hoy que mañana.
Rescoldos de un año y medio muy difícil
Es posible que estos últimos meses difíciles se hayan saldado para ti con un negocio fallido, con la pérdida de tu empleo o de esos ahorros que tanto te costó reunir. Tal vez conservas tu trabajo pero tu empresa está atravesando dificultades y tu proyección profesional dentro de ella no es la que esperabas hace un par de años.
Acepta lo que ha sucedido y acepta que probablemente esa crisis va a seguir condicionando tu vida por un tiempo.
Einstein: “bendita crisis”
Déjame que te regale una cita de Albert Einstein y que construye sobre esta idea de salir de la crisis, pero salir reforzados:
Es posible que te suene idealista, con tufo a libro barato de desarrollo personal.
Pero es totalmente cierto. Sufrir una caída entraña dolor, frustración, vergüenza… en esto estamos de acuerdo. Y sentirse zarandeado por un entorno impredecible que no controlamos te hará sentir exactamente eso. Más cuanto más racional seas como persona y como profesional.
Pero en lugar de oponerte a lo que está sucediendo, dejando que nuble tus perspectivas de futuro, puedes aprovechar las nuevas reglas de juego para dar un impulso a tu carrera. Y a tu vida.
La pregunta del millón de euros: entiendo lo que quieres decirme, pero ¿por dónde comienzo?
Espero que en invierno llegue a las librerías mi cuarto libro. Donde cuento mi andadura los dos años inmediatamente posteriores a mi crisis del 2008. Te adelanto que mi reconstrucción personal empezó por mi salud y continuó por la conexión con mis capacidades de las que me había alejado. A partir de ahí, después de meses de duro trabajo (esto es imprescindible) llegaron los resultados.
Posiblemente entre 2011 y 2017 viví la época más productiva de mi vida: publicando tres libros, alcanzando mi doctorado e impartiendo formación y charlas por todo el mundo incluyendo TED Talks.
Te parecerá una paradoja, pero en el caso de mi carrera es simplemente una evidencia: la crisis que tan duramente me había golpeado con la quiebra de mis restaurantes, fue al mismo tiempo la génesis de la etapa profesional más fructífera de mi carrera.