¿Qué cuántos años tengo?
¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.”
La mediana edad es un periodo de cambios importantes donde las personas, dependiendo de su concepción del envejecimiento, pueden experimentarlos como pérdidas y adversidades. Por ello es importante disponer de estrategias de afrontamiento para desarrollar resiliencia y manejar positivamente estos cambios inevitables. Manteniendo el bienestar y la ilusión por la vida.
Llegamos a la mediana edad al alcanzar la mitad de edad que se tiene como expectativa de vida. De modo que quienes aspiran vivir 100 años, cuando cumplen los 50 la alcanzan. Pero supeditarla a un número de años en concreto es simplificar el torrente de cambios físicos, psicológicos y emocionales que acarrea. Se trata de un periodo de la vida y no de una edad precisa.
Esta etapa abarca, más o menos, desde los 45 a los 60 años. Se trata de un periodo que conlleva cambios importantes y donde las personas pueden tener una crisis de identidad y de autorrealización. Empiezan a cuestionarse el modo como han vivido, sus relaciones familiares, trabajo, relación de pareja, manejo de las finanzas, hábitos. Todo lo cuestionan.
En ocasiones la mediana edad se ha denominado como la segunda adolescencia por los cambios físicos, emocionales y psicológicos que trae consigo. Es la etapa de la menopausia para las damas y la andropausia para los hombres. Aparece la presbicia y otros síntomas que nos avisan el paso inevitable del tiempo y sus consecuencias en nuestro cuerpo y nuestra mente.
Depende de la visión…
La mediana edad es una especie de puerta a la vejez. Por la que podemos entrar erguidos, alegres y confiados en vivir hasta el final o ingresar con la mirada baja y los hombros caídos porque se acerca el fin. Todo dependerá del bienestar subjetivo que cada uno experimente en su vida. Las metas, los logros y propósitos que haya tenido y que todavía tenga.
La gran interrogante de esta etapa de cambios, en la que cada uno toma consciencia a su manera de la muerte, se refiere a lo que se quiere hacer con la vida que todavía se tiene.
De nuestro bienestar subjetivo depende que la puerta nos conduzca a un pasillo corto o largo. Es decir, a la vejez como proceso evolutivo: el tiempo que nos resta de vida.
De la evaluación que hagamos sobre cómo hemos vivido y cómo podemos mantener la satisfacción con nuestra propia vida, estriba que nos tomemos los cambios como desafíos y oportunidades para crecer. Y eventualmente adoptemos decisiones que nos ayuden a envejecer con dignidad.
¿Cómo combatir esta crisis?
¿Es posible atravesar este periodo de forma airosa y fortalecidos para el devenir? Definitivamente sí.
La resiliencia tiene que ver con la forma cómo manejamos la adversidad, cómo la interpretamos y asumimos. Ser resilientes se refiere a un proceso, no es algo estático o un estado al que llegamos.
Para desarrollar resiliencia en la mediana edad hay preguntas clave que nos ayudarán a sobrellevar los cambios y a tener una buena vida en la vejez. Esta se puede asumir como una etapa de pérdidas y duelos o como una periodo de cambios progresivos y de transformación.
Estar en la mediana edad…
Nos altera la percepción del paso del tiempo, sentimos que pasa más rápido. ¿Tienes claras tus prioridades? ¿Le das verdadero valor a lo realmente importante? O, ¿ malgastas el tiempo haciendo lo que no quieres?
Nos volvemos más reflexivos. Se incrementa la interioridad, pensamos más en la trascendencia y el propósito de la vida. ¿Estás satisfecho con lo que has hecho hasta ahora? ¿Qué quieres hacer y no has hecho?
Tomamos consciencia de las señales de nuestro propio envejecimiento. Si bien la vejez es un proceso indetenible, hay suficientes estudios que demuestran que podemos mantener nuestras capacidades cognitivas y físicas si adquirimos hábitos saludables. ¿Qué esperas para cambiar esos hábitos que te hacen daño?
Tarea preventiva:
Cuidar el cuerpo. Hacer ejercicios diariamente y alimentarse sanamente.
Abandonar hábitos perjudiciales como el tabaco o el alcohol.
Mantener activa la mente. Entrenar la memoria.
Alimentar las relaciones y vínculos sociales.
Cuidar la relación de pareja. Replantearse la relación desde el amor maduro.
Explorar nuevos intereses, tener un pasatiempo que apasione. Abrir la mente a nuevos aprendizajes.
Mantener buena actitud, tener ilusiones y metas. Sentirse útil, contagiarse de buena energía.
De esta forma incrementarás tu bienestar subjetivo y tu autoaceptación será mayor. Al cuidar de ti mismo mantendrás tu autonomía.
Ahora, que has llegado a la mediana edad. Aprovecha esta esta etapa para preguntarte: ¿Qué cosas te gustan de tu vida? ¿Qué quisieras cambiar? ¿Qué debes hacer para materializar esos cambios? ¿Cuáles son tus éxitos? ¿En qué has fallado? Y, tu vejez ¿Cómo la imaginas? ¿Qué deberías empezar a hacer para vivirla dignamente?
Nunca es tarde para cambiar. Que la consciencia de la muerte futura te despierte para vivir la vida de la mejor forma posible.
¡Es en la crisis de la mediana edad cuando adquirimos verdadera consciencia de lo que es vivir a plenitud!