Pedir perdón continuamente y por todo es una actitud que hay que evitar. Te dejamos 15 situaciones de la vida cotidiana en las que no pedir perdón NUNCA MÁS.
pedir perdón
La mayoría de las veces no es necesario, pero las mujeres pedimos perdón para casi todo. Incluso para iniciar una conversación el “perdona” es más utilizado que un simple “hola”. Libérate de estas actitudes llenas de perdones inútiles. Nos perjudicamos ya que lo decimos de manera automática y nos parece que es una forma educada de hablar, que somos más empáticas, que evitamos el conflicto y creemos que nuestras relaciones van a ser más agradables. Además, pedir perdón constantemente es tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado porque con tantas disculpas transmitimos que no tenemos derecho a equivocarnos o que somos más incompetentes. Estamos educadas en la complacencia. Por eso, es necesario cambiar el chip y creer que es mucho mejor dar las gracias que pedir perdón. Por ejemplo, si has llegado tarde, lo mejor es dar las gracias por la espera. Se te verá como una persona más positiva y con buena autoestima. Te dejamos una guía de 15 situaciones en las que no tienes que pedir perdón nunca más y posibles soluciones prácticas a casos concretos.
1. Por querer mejorar en el trabajo.
Las mujeres nos sentimos mal hasta cuando nos han ascendido.
Situación: Crees que mereces una mayor recompensa, o mayor reconocimiento. Pides un aumento de sueldo, o, por el contrario, has sido ascendida. Pero por ambas cosas, sientes que tus compañeros no te aceptan... Lo critican. O así lo ves tú.
Cómo remediarlo: Borrando la disculpa y asumiendo el talento y el esfuerzo. “Nos sentimos incómodas en situaciones de poder. Es increíble pero es así. Con ese perdón se nos percibe como más débiles, menos asertivas y a la hora de ejercer esos patrones de liderazgo introducimos el sentimiento de culpa”, dice la doctora Marisa Navarro, terapeuta emocional y escritora.
2. Por tomar decisiones sobre tu vida
El cambio, lo único constante y saber adaptarse, una fortaleza.
Situación: Has decidido no hacer las cosas como hacías antes, buscar un nuevo trabajo... Solemos posponer las decisiones por las dudas, pero no decidir nada ya es una decisión. Y eso nos genera incertidumbre. “Lamentamos solo las cosas que no hemos hecho”, decía Marcel Proust.
Cómo remediarlo: ¿Eres víctima o protagonista de tu vida? Piensa en el camino a escoger y no te disculpes por asumirlo. Qué quieres conseguir, por qué y para qué, planifícalo, pon fechas y valora el coste (tiempo, esfuerzo...), aconseja la coach Nekane Rodríguez. Así que, por muchos efectos colaterales, ponte a ello y muévete
3. Por cambiar de planes y decirlo a tiempo
La vida es cambio y asumir que puedes disponer de tus gustos.
Situación: Tienes un fin de semana planeado, pero surge la oportunidad de un concierto. Lo comentas y tus amigos se molestan porque “no hay quien te pille” o porque “siempre cambias de idea”. Existen personas más psicorrígidas, que viven la vida programada en un cuadro de Excel.
Cómo remediarlo: No pediremos que cambies de amigos, pero sí que no le des excesiva importancia a esos reproches. Rebajarán el tono si les has dado un plan B. Es más, comparte con ellos el nuevo plan, dales esa opción. No es nada personal. Tus gustos han de contar, sobre todo, para ti. Y si no lo entienden...
4. Por dejar de hacer algo que te supera
Los roles son muy limitantes y no somos conscientes.
Situación: Si siempre has bajado tú la basura en casa, ¿por qué dejar de hacerlo? O si siempre eres tú quien redacta ese informe, ¿por qué no sigues? “Las mujeres estamos educadas en la complacencia, al principio de las relaciones o en el trabajo llegamos a todo y no nos importa. Hasta nos encanta hacer el favor pero...”, comenta Navarro, autora de El efecto tarta.
Cómo remediarlo: “Yo siempre digo a mis pacientes que al principio han de tener mucho cuidado con los roles. Antes se rompe una relación que se cambia un rol”, añade. Piénsatelo bien antes de asumirlo
5. Por estar preocupada y que sea evidente
Mostrar las emociones no debes entenderlo como señal de debilidad.
Situación: Tienes un mal día, algo te preocupa y esa inquietud está presente en tus gestos, en rostro, se traduce en desánimo. “No podemos pensar que somos nuestras emociones. Las emociones son simplemente aquello que sentimos, no nosotros mismos”, dice la coach Laura Chica. Así, debemos entrenar nuestro cerebro en positivo. “Realmente no nos emociona lo que ocurre sino cómo lo interpretamos”.
Cómo remediarlo: No digas que sientes estar enfadada o preocupada y que se te note. ¡Es lo normal! Siéntelo, compártelo, pero haz y piensa cosas que te gusten.
6. Por no estar perfecta las 24 horas del día
Sin seguir un ritual de belleza, sin llevar ese vestido con tacones.
Situación: El físico, a veces, nos tortura y la rutina va a otro ritmo. Pero también para las modelos. “La seguridad de las divinas es una característica repetidamente desmentida por ellas mismas”, cuenta Patrícia Soley-Beltrán, a la vez que recuerda como algunas son “conscientes de los escrúpulos sobre las irregularidades físicas”.
Cómo remediarlo: Relájate si no estás depilada o con ropa nueva. Ríe. ”Puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o sacada del pueblo, agradécelo a una feminista”, del texto Thanks a feminist, dice Nuria Varela en Cansadas (Ediciones B).
7.Por estar “pegada” en el metro o tropezar
Existen una serie de circunstancias que no justifican pedir perdón.
Qué hacer: Si vas en el metro o en el autobús en hora punta, con el transporte a tope, y rozas constantemente a otro viajero, tapas su contacto visual o te avalanzas por un frenazo del conductor... Son gajes de cualquier mujer trabajadora. Si te tropiezas en plena calle y alguien te ve, lo mejor no es disculparse. Mejor esboza una sonrisa cómplice en cualquier caso.
Cómo remediarlo: Aunque te mueras de vergüenza por el choque o el tropezón, resiste y pon en práctica no decir ni mú. Una sonrisa es suficiente, porque no lo has hecho para molestar a nadie.
8. Por no responder a todas las llamadas
¿Cuántas veces te sientes mal si estás muy ocupada?
Situación: Puede que tengas mucho trabajo que abarcar en poco tiempo y debas establecer una lista con lo más importante. Tratas de resolverlo con celeridad, pero siempre hay alguien que te presiona –sinponerse en tu lugar– demandándote tu atención. Cero empatía. Encima...
Cómo remediarlo: Da las explicaciones que creas, pero sin caer en el lamento. Sé breve o responde cuando consideres. Porque tienes prioridades y que estés hasta arriba no significa que seas una persona improductiva. Si el demandante se enfada, es su problema.
9. Por defender una idea con entusiasmo
La tenacidad y la seguridad son cualidades que gustan y molestan.
Situación: Si eres de las que lucha y de las que muestra seguridad a la hora de defender una idea, no agaches la cabeza ante malas reacciones. Existen personas con el síndrome del funcionario limitante, que no ven con buenos ojos la implicación laboral de los demás, y otras que necesitan un empujón para seguirte al mismo ritmo.
Cómo remediarlo: Trata de contagiar de tu entusiasmo a los demás, si sientes que algo puede ser un éxito haz partícipes a más personas para que lo perciban también como una conquista personal. No te disculpes por tu capacidad de liderazgo.
10. Por llamar la atención de alguien
Puede que la timidez te supere si te diriges a los demás…
Qué hacer: Hay personas extremadamente tímidas que utilizan el perdón a menudo, pero, incluso cuando deben llamar la atención de alguien y cuyo comportamiento puede perjudicarles. “Perdona, creo que se te ha olvidado enviarme aquel email...”
Cómo remediarlo: Teresa Baró, experta en lenguaje no verbal, recomienda practicar la seguridad en una misma caminando firme, con paso seguro, moviendo los brazos y sin bajar la cabeza; no vestirse con tantos complementos que nos escondan, sonreír y mostrarse abierta. Esta actitud se contagia y ganarás confianza ante los demás.
11. Por interrumpir charlas monótonas
Que alguien monopolice la conversación es inaguantable.
Situación: Algunas veces nos puede pasar que tengamos que sufrir charlas insufribles por personas que no tienen la menor intención de escucharte, si no más bien, de escucharse a sí mismas. Sí, no tienes porqué aguantarlo y puedes frenarla educadamente sin pedir perdón. No es un mitin y tú también tienes cosas que decir.
Cómo remediarlo: No te sientas culpable por decirle, por favor, que deje de hablar para que los demás también participen de la conversación. Sé tajante, no grosera, pero muéstrate segura porque si te eres demasiado conciliadora no parará.
12. Por comerte esa hamburguesa
Se puede tener kétchup en la cara, limpiarse y seguir conversando
Situación: No estamos en el corazón de EE UU donde los concursos por un atracón de hamburguesas en minutos, se premia. Nos pasa que nos hemos dado un capricho comiendo “lo prohibido por la dieta’’. Se puede comer bocadillos en público, un trozo de pizza como cuando eras universitaria o esa burguer. Y ensuciarse la cara y las manos, sí. No pasaría nada. Relájate.
Cómo remediarlo: ¿Cuántos hombres se han disculpado por tener un salpicón de mayonesa en la cara mientras charlaban con interés? Si se lo dices a ellos, se limpian y ya. Pues nosotras, también.
13. Por tener miedo y querer esconderlo
Todos lo sentimos alguna vez, la gracia está en conquistarlo.
Situación: Si vives una situación de peligro real, es lógico que sientas miedo. Si hay pérdidas en tu empresa, es normal que pienses en un despido inminente. No te sientas culpable por sentir miedo, pero sé consciente de si estás sufriendo un bloqueo, ya que éste podría limitarte.
Cómo remediarlo: Nelson Mandela decía: “No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo”. Trabaja en tu confianza y en otro escenario. Es mentira que “las dificultades entorpecen el crecimiento”, afirma la psicóloga y coach Nekane Rodríguez. Puedes superarte.
14. Por pedir que no haga cosas molestas
Si alguien hace ruido y te está perjudicando, comunícaselo.
Situación: Compartes un espacio de trabajo y tu compañero grita, escucha música con los auriculares a todo trapo, ríe a carcajadas de forma constante, tiene la oreja pegada y comenta cada uno tus movimientos... Todo eso impedirá que trabajes bien. Debes poner remedio. No tienes que aguantar a nadie que sea desconsiderado.
Cómo remediarlo: Es mejor decirlo, con firmeza, siendo directa y franca, que no con la disculpa. Puede que le moleste o responda peor, pero decirlo con el perdón por delante te hará frágil. Si te pones en tu lugar, la mayoría frenan, desconcertados.
15. Por necesitar tiempo para tu mismo
Todos necesitamos un respiro y cultivar un espacio íntimo
Situación: Si estás saturado o viviendo momentos de mucho estrés, es probable que necesites tiempo para ti. Incluso cuando no vives el día a día con ansiedad, todos requerimos reconectarnos.
Cómo remediarlo: Acostumbra a las personas de tu entorno a tu momento. Pareja, hijos y amigos deben saberlo. Y respetarlo. No te disculpes por si necesitas dar un paseo solo, ir al gimnasio varias veces por semana, dedicar una tarde a cualquiera de tus aficiones, meditar... Si sientes que quieres estar solo es porque es una necesidad. Anima a que los demás lo practiquen.