Y arre mula “hijode…puu…ta…” que el camino es largo y culebrero.

Hola y en el cumpleaños de MI MANIZALES DELALMA

Voy a opinar también, a “echar mi cachito de conferencia”, como decía Carrasquilla, pues ahora vamos a rajar de nosotros, duela a quien le duela, nada hay que ocultar; somos el legado de una raza que dejó su huella perenne en todas estas tierras de Antioquia la Grande, raza de la cual nos sentimos orgullosos de ser “paisas”.

La cultura paisa abarca los departamentos del Eje Cafetero, el norte del Valle del Cauca, el noroeste del Tolima y parte del Urabá antioqueño (Apartadó, Chigorodó y Mutatá). El territorio paisa estaba poblado, en la época precolombina, por los pueblos indígenas de las tribus Catíos, Nutabes, Tahamíes y Quimbayas. Los llamados “paisas”, apócope de paisano o «montañero», es una denominación geosocioantropológica, como subcultura del departamento, a la cual pertenecen el ochenta por ciento de los habitantes de Antioquia.

Después de la independencia, durante el siglo XIX y principios del XX, llegaron inmigrantes de Europa y de Norteamérica quienes lideraron las actividades agrarias y mineras que produjeron, en corto tiempo, un rápido desarrollo industrial y comercial.

Durante la colonización los antioqueños emprendieron la creación de pueblos y ciudades en territorios selváticos como Manizales, Pereira y Armenia, que luego fueron incorporados al Estado Soberano de Antioquia. Al dividirse Antioquia la Grande en diferentes departamentos, solo Antioquia se sigue rotulando como la “raza paisa”, que mas bien es una identificación con las costumbres, la idiosincrasia y con ciertos comportamientos propios de los habitantes de esa región.

Los paisas se caracterizan por ser gente emprendedora, servicial, solidaria, llena de fe cristiana, buen sentido del humor y un tanto exagerados en sus apreciaciones.

Respeto de los comportamientos negativos que generan antipatía, podemos afirmar que el regionalismo marcado es confundido por el amor y la defensa a favor de lo que consideran Made In Antioquia, con sus intereses económicos y comerciales. En tanto que la problemática social, con una criminalidad desbordante de unos pocos que afectan la imagen de gente buena y emprendedora, no debe ser vista como un comportamiento innato y secundado o aplaudido por las fuerzas vivas de la región.

El paisa, dentro del contexto cultural, forma parte de la identidad de nuestro país, junto a los otros grupos humanos regionales, quienes también tienen una rica variedad de manifestaciones culturales, pero que no se han socializado tanto como la de los antioqueños.

Hablamos de la “raza antioqueña” o la “raza paisa” como si desconociéramos que realmente la mayoría de los habitantes son hijos del mestizaje, que dieron paso a una constitución heterogénea de blancos, mulatos, mestizos, indios y negros; aunque algunas familias tienen mezcla de andaluces, castellanos y hasta de vascos. No se puede dejar de reconocer que existe un claro predominio de europeos, pero sus características e idiosincrasia desaparecieron para llegar a una identidad cultural reconocida en todo el país y hasta en el extranjero. Como evidencia podemos encontrar los monos de Marinilla, los negros de Remedios o los mestizos medio aindiados de Frontino o de Urrao; todos ellos herederos de un pasado que no se puede echar al olvido.

Pero para profundizar en nuestras raíces y costumbres, es claro que la antioqueñidad que conocemos en el folclor convencional, nos identifica con el carriel, la bandeja paisa, el tamal, la arepa, y todo el legado que nos dejaron los arrieros colonizadores de estas regiones; características que se podrían encontrar en algunos pueblos europeos, especialmente en España, si nos adentramos en el pasado de nuestro origen y de nuestro comportamiento.

Pero el orgullo paisa va mas allá de la simple vanidad de cualquier mortal, pues se ven amigables, dicharacheros, inteligentes, cívicos y, sobre todo, eso sí trabajadores y negociantes por excelencia.

Las mujeres son consideradas como las mas bonitas y hacendosas, afirmación indiscutible, aunque la belleza femenina está regada por todo el país. Los hombres antioqueños se describen como atractivos y simpáticos para no desencajar en tan especial caracterización; además de ser gente amable por excelencia y con un gran sentido de pertenencia y de amor por su tierra.

Respecto de su ciudad Medellín o la Tacita de Plata, por su limpieza en calles y parques, los paisas la presentan como la de mejor cálida de vida, con su clima primaveral, su reinado de las flores y su metro. Y qué decir de su intelectualidad en los campos de la literatura, el cine, la pintura, la escultura, con personajes de renombre internacional como Luis Fernando Vallejo Rendón, Barba Jacob, Juan Manuel Roca, Efe Gómez, León de Greiff, Gonzalo Arango, Mejía Vallejo, Pedro Nel Gómez, Jesusita Vallejo, Eladio Vélez, Rodrigo Arenas Betancourt, Fernando Botero, Darío Jaramillo, Tomas Carrasquilla, entre tantos otros.

Y qué decir de su culinaria, la comida paisa que a cada plato le acomodan su regionalismo excesivo como signo de abundancia y exquisitez: bandeja paisa, fríjoles antioqueños con pezuña, sancocho antioqueño, sopa de mondongo antioqueño, morcilla antioqueña, chorizo antioqueño, empanada embigadeña, etc.

Pero sin duda el plato mas comercializado y popularizado que se conoce en cualquier extremo del planeta, es su indiscutible y bien ponderada bandeja paisa, cuya receta tradicional está compuesta por quince ingredientes, los cuales se sirven en un plato hondo y ovalado para que quepa todo ese desperdicio de comida: frijoles con garra, chicharrón, chorizo con limón, carne en polvo (molida), aguacate, arepa, hogao, morcilla, tomate rojo en rodajas, arroz blanco, huevo frito, plátano maduro o patacón y aguacate. De sobremesa se acompaña de una deliciosa bebida bien fría, hecha con panela o limón, llamada guandolo o con una mazamorra pilada con su bocadillo o con panela raspada o en trocitos. A la hora de pagar no hay regateo, pues queda uno piponcho para manifestar plenamente "Barriga llena, corazón contento".

En la jerga de los paisas ingeniosos y como buenos charlatanes, si les tapan la boca les sale un letrero. Son exagerados en sus apreciaciones, pues para ellos las cosas no son muy buenas ni muy bonitas, sino "demasiado buenas" o "demasiado bonitas".

Pero como si exagerar no fuera lo suficiente, convencen con sus apreciaciones, las cuales complementan con cientos de refranes y de dichos que tienen su origen en las fábulas de los escritores del pueblo griego y en los fabulistas europeos; decires que revivieron los viejos patriarcas antioqueños y que los consideramos como legado de la una raza en su difusión por los caminos y fondas durante el proceso colonizador. Es por ello que un paisa se reconoce a la legua, aquí y en Cafarnaúm, ¿Sí o qué mijo?, pues su emblema común "el antioqueño nunca se vara", tiene la identidad de un pueblo y aplica cada vez que aparece una dificultad en su quehacer cotidiano.

En otros tiempos se le preguntaba a un paisa que: ¿dónde queda la Piedra del Peñón? y respondía sin mayor miramiento: “a tabaquito y medio”; o sea, el tiempo que tardaba un arriero en consumir un tabaco y medio andando en mula por los caminos de arriería. Pero si uno refutaba un poco sobre la imprecisión en la distancia, en forma tajante y con tono agradable, le remataban sin miramientos “yo sé por qué se lo digo”, como si el forastero preguntón fumara tabaco y hubiese ido a la piedra de Guatapé. De esta manera quedaba uno “mamando como el ternero” con tal orientación.

Cuando están planteando una situación en la cual existen variados criterios sobre el tema, tienen la concha de rematar la conversación con la frase simple pero determinante: “con eso se lo digo todo”, como si las cosas estuvieran claras… precisas… pero muy claras.

En una tarde de tertulia y compartiendo momentos especiales con mis queridos paisas, es normal que el saludo de entrada sea “quihubo pues”, “¿qué más, bien o no?”; y no el “hola”, “¿cómo estás?” o “¿cómo te ha ido ala?”, tan característico del rolo y de otras regiones del país. Pero si uno al saludarlos les pregunta: “¿cómo estás?” o “¿qué mas pues?”, inmediatamente le responden, “estoy bien y ¿vos?” o el mas fatalista le contesta: “llevado del putas”, lo cual motiva una conversación en la que se puede concluir que están “mas… bien… que… un… putas...”.

Luego en su parlar, cuando uno les ha exaltado las cualidades de la antioqueñidad, su generosidad y su amabilidad, se manifiestan:

- “Vos decís” que te encanta Medellín "La Capital de la Montaña” y por qué no “venis” mas a menudo, sabiendo que usted es tan “avispao” y lo veo como muy “amañao” por aquí.

Para no desencantar termina uno afirmando “¡Que chimba de ciudad!” y que “peye” el transporte de la capital del país comparado con esta “¡cuca!” de metro con que cuenta Medellín, “¡Eh ave María! pues…” cuando será que nos modernizamos.

Y para cerrar la conversación, nos van soltando la frasecita indefinible a simple vista:

- Es cierto mijo, están “pailas” en transporte, igual que casi todas las otras capitales.

Los paisajes están realmente convencidos de que no hay nada como Medellín. Ante cualquier explicación se salen diciendo "Al buen entendedor, pocas palabras bastan". Pero hay de quien les revire y les diga que "del dicho al hecho, hay mucho trecho", se ponen hasta energúmenos y contestan "qué de qué o qué", pues para ellos es claro que “acabándose el ahijado, se termina el compadrazgo”.

Ese egocentrismo creciente genera alguna antipatía y malquerencia, puesto que las maravillas que se ven en otros lugares del territorio colombiano, también cuentan con el mérito suficiente para ser reconocidas, sin tanto adorno y palabrería, y sin ese regionalismo, casi enfermizo, sumado al arribismo desmedido de algunos de nuestros paisanos.

Sabemos que los “paisas” pueden vender lo que sea, además de ser músicos y poetas por naturaleza y de conservar una actitud llena de positivismo y picardía hasta contagiosa. Su característico trato al cliente, su amabilidad, su empuje para trabajar y salir adelante, la iniciativa para los negocios, la facilidad de expresión y la forma cómo presentan y ofrecen su producto, los hacen pioneros en ventas de toda clase de cachivaches. También tienen su estilo para regatear y pedir rebaja antes de cerrar un negocio, pues aseguran la garantía hasta en la compra de un cosiampiro. No sólo lo despiden bien y lo acompañan hasta la puerta, sino que le dicen: "si algo mas se le ofrece, estamos para servirle"

Su hospitalidad es de brazos abiertos, siempre guardan el almuerzo para el forastero que no falta de vez en cuando y que se presenta sin anunciar a la hora de la cena.

Y cuando terminan de disfrutar del plato servido, después de una amena charla, salen a despedirlo a la puerta de la casa, le sueltan su retahíla y, al final, le dicen: "Hiciste como Blas, ya comiste, ya te vas".

Sus buenas costumbres y valores deben prevalecer por siempre, contrarios al derroche, la promiscuidad sexual, la ostentación de poder, la criminalidad, el sicariato, las bandas antisociales, entre otras enfermedades de la sociedad, propias de la cultura narco que ha invadido todos los rincones de nuestra querida Colombia, confirmando aquello de que "haga plata, mijo. Si puede, honradamente; pero si no, haga plata, mijo".

Para no olvidar sus costumbres en sus fiestas pueblerinas incluyen en los desfiles las danzas con sus grupos folklóricos, los mitos y leyendas sobre la Patasola, la Madremonte, el Sombrerón, el Ruanón, el Cura sin Cabeza, la Dama Verde, la Madre del Agua, la Llorona” y el Judío Errante, entre otros; y todo lo que representa las diferentes creencias que se han ido transmitiendo de generación en generación, como la “Familia Castañeda” con su comparsa y que revive la primera gran manumisión de esclavos afroamericanos que se hizo en territorio colombiano.

Como paradoja a sus quehaceres y a su dinámico emprendimiento, tienen su “Día Mundial de la Pereza”, para incentivar la utilización del tiempo de manera sana y positiva. Ese día no puede faltar como almuerzo la sopa hecha con carnes, tubérculos, verduras y condimentos.

Los antioqueños son los mas promotores de la trovas paisas o coplas antioqueñas, duelo de versos cantados, rimados e improvisados que son acompañados con los acordes de la guitarra o del tiple. También del famoso paseo de olla los fines de semana y puentes festivos para disfrutar de una sancochada con leña, al aire libre, en quebradas tranquilas, cascadas y charcos. Cómo dejar sin comentar los chistes antioqueños, que para muchos están cargados de mucha vulgaridad, simples y sin ingenio, además demasiado exagerados, pero que han traspasado las fronteras de Colombia.

Estoy seguro de que los “paisas” de nuestro tiempo saben poco de arriería y de toda su parafernalia, no tienen debajo de la cama un beque, carecen de un zurriago y de una peinilla por si las moscas, un taparrabo o tapapinche de lona es desconocido, les es imposible convertir una penca de fique en jíqueras, enjalmas, alpargatas, cinchas y retrancas para las bestias, no siembran la Santa Cruz de Mayo rodeada de monedas y elementos de comida para que la abundancia permanezca y no acostumbran recitar los Mil Jesuses a lado de la misma, no han padecido de un nacido "sabañón o furúnculo", el cual haya sido reventado con panela derretida y tabaco o con pomada de caraña, jamás tomaron leche hervida con boñiga para curarse del sarampión, si es que lo padecieron, no les tocó usar calzoncillos atrapa pulgas, vestir con pantalón corto hasta los quince años, creer que los niños los traía la virgen, bañarse con jabón de tierra para matar los piojos, rezar todas las noches el padrenuestro, las tres aves maría y la oración al ángel de la guarda, jugar trompo, pirinola, tute, casas de chochos, corozos y columpiar y montar en mataculín hecho con guadua o con yarumo, disfrutar de la dieta de su esposa durante cuarenta días a puro sancocho de gallina, producir guarapo, tapetusa o aguardiente casero, comprar papas, maíz, arroz y fríjoles por puchas o almudes y panela por atados envuelta en hoja de plátano seca.

y entonces con todo esto que les cuento. 

Donde estan los paisa de MI MANIZALES DEL ALMA Y SU GENTE PUJANTE Y BERRACA. 

Puede que en esta primera parte haya sido muy modesto en mis afirmaciones y comentarios, pero ya vendrá una segunda entrega en la cual no quedará títere sin cabeza, pues será un arriero quien rematará la charla con su frase autoritaria y tradicional: Y arre mula “hijode…puu…ta…” que el camino es largo y culebrero.


Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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