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Roberto Carlos: 80 años encantando con su música a un millón de amigos

Ha vendido 150 millones de discos en todo el mundo. Su legado toca a dos generaciones.

Llevo dos semanas buscando sin éxito una entrevista a Roberto Carlos, con alguno de sus apoderados, amigos o allegados. También le escribí a su Facebook y, ¡nada!

Entonces, desesperado, busqué a Mario Osava, el mejor analista de Brasil, y tras días de rastreo y de trabajo respondió: “No, no lo logramos, lo siento mucho”.

Por eso escribo ahora con el material que tengo entre mis manos y con el que me ofrecen los recuerdos, tras más de 20 felices años de residencia en Brasil.

Roberto Carlos, el ‘Rey de la música Latina’, está muy ocupado. Cumple 80 años hoy y hay que entenderlo porque será la única vez en su vida que los conmemore.

Hoy es preciso reconocer que el niño de seis años que perdió parte de la pierna derecha al ser atropellado por una locomotora el día de San Pedro, patrono de Cachoeiro de Itapemirim, su pueblo natal en el estado Espírito Santo, en el sudeste de Brasil, llega a los 80 cargado de brillo, amor, romanticismo, fama, coraje y supersticiones.

Que es una gran estrella. Que no solo es uno de los principales representantes de la música popular brasileña (MPB), de la balada romántica y uno de los cantantes más reconocidos de Brasil en el mundo, sino también el intérprete más escuchado en América Latina. Más que los Beatles o que Elvis Presley.

Que entre sus millones de admiradores figuran famosos, como los músicos británicos David Bowie (1947-2016) y Mick Jagger (1943), al igual que el compositor, poeta y premio nobel de literatura (2016), el norteamericano Bob Dylan (1941), considerado una de las figuras más influyentes de la música popular del siglo XX y XXI y quien le enviaba poemas de amor en la contraportada de sus discos, según algunos de sus biógrafos.

También, recordar que en homenaje a Roberto Carlos, los padres del famoso futbolista brasileño, lateral izquierdo del Real Madrid, lo bautizaron como Roberto Carlos porque seguían y admiraban al cantante.

Hay que reconocer que a todo eso hay que sumar los aplausos de millones de admiradores en el mundo que se enamoraron o pasaron una tusa en compañía de sus canciones más sentidas, conocidas y aclamadas.

Que Roberto Carlos Braga Moreira es el ‘Rey’, como lo reconoció el diario El País de España “... por la grandeza artística de su obra (construida en gran medida con su compañero Erasmo Carlos, fiel escudero) y por su alcance (en todas las direcciones en que se pueda pensar la sociedad brasileña a lo largo del tiempo). Que Roberto Carlos tiene la legitimidad para llevar el título de Rey”.

Además, porque ha sido la estrella que iluminó, que ilumina y que hizo y ha hecho estremecer el corazón enamorado de millones en el mundo.Nada fácil

Pero el papel que le tocó representar al hijo de un relojero y de una costurera no ha sido fácil, y menos mantenerse en el firmamento de la fama. Roberto Carlos supo capotear con prudencia y valentía las convulsiones de su sensibilidad malherida y varias veces hecha añicos por pérdidas o por los desafíos que le deparó la vida.

El amor, que empapa sus canciones hasta el más suave punto del almíbar, le ha sido esquivo. En 1990 murió de cáncer su primera esposa, Cleonice Rossi, mamá de sus hijos Roberto Carlos y Luciana, y de Ana Paula, fruto de un matrimonio anterior pero a quien el cantante también reconoció.

Al año siguiente pereció, por la misma causa, María Lúcia Torres, con quien tuvo una relación a sus 25 años y que fue la mamá de Rafael Carlos, su primer hijo, a quien reconoció en 1991. Ocho años después, la parca se llevó a Rita Simões, de 38 años, tras cuatro años de matrimonio, su tercera esposa y el amor de su vida, según muchos. Estuvo también casado con la actriz y activista política Myriam Ríos, pero su matrimonio, que duró 10 años, de 1979 a 1989, terminó en divorcio.

Además, ha tenido que enfrentar problemas físicos y sicológicos como un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que reconoció públicamente hace solo 2 años y al que atribuyó sus supersticiones. Es una enfermedad que “Da mucho trabajo y afecta mucho”, le dijo a CNN.

Algunos de sus biógrafos lo definen como un hombre muy religioso y, al mismo tiempo, muy supersticioso. Siempre viste de blanco o de azul claro, detesta colores como el rojo y el café y siempre sale y entra por la misma puerta, pero el cantante reconoció hace poco que trabaja en eso y que lo está cambiando lentamente.

Sobre su religiosidad, abundan los ejemplos. No grabó Si quisiera hablar con Dios, del cantante y compositor bahiano Gilberto Gil, porque no estuvo de acuerdo con el carácter agnóstico de la letra ni con palabras como ‘diablo’ y ‘horrible’, que no encajaban con sus ideas.

“Es una canción que habla de Dios de una forma diferente a la que yo lo haría, y por eso no la grabé”, dijo, según Roberto Carlos en detalle, una biografía no autorizada, del historiador Paulo César Araújo.

Expertos afirman que también fue una mezcla de religiosidad y TOC lo que lo llevó a vetar la grabación de Quero que va tudo pro inferno (Quiero que todo se vaya para el infierno) en 1980, compuesta 15 años antes por él y su amigo Erasmo Carlos y lo que lo decidió a cambiar el nombre del disco E que tudo mais vá pro inferno (Y que todo se vaya para el infierno), que Nara León grabó en 1978 y se terminó relanzando en un álbum bajo el título Debaixo dos caracóis dos seus cabelos (Debajo de los rizos de su cabello).

Pero no solo por la religiosidad o por el TOC el cantante brasileño ha actuado en contra de algo. Sus biógrafos aseguran que también lo ha hecho en defensa de su imagen cuando impidió que una sus canciones fuera utilizada en la serie Narcos (2015-2017), creada para Netflix por los estadounidenses Chris Brancato, Eric Newman y Carlo Bernard, sobre la lucha contra el narcotráfico en Colombia en la década de 1990, que incluía la trayectoria de Pablo Escobar, un declarado admirador suyo y quien tenía una rocola en su casa solo con sus canciones.

Roberto Carlos también ejerció su veto en el caso del cantante, compositor y guitarrista brasileño Zé Renato, que nunca recibió respuesta a su pedido de autorización en 2009 para incluir canciones suyas en el disco Es tiempo de amar (É tempo de amar), que hizo con el repertorio del movimiento Joven Guardia, al que RC perteneció.

Los vetos también lo han incluido a él mismo. Prohibió, por ejemplo, que Roberto Carlos, una fotobiografía oficial lanzada en 2014, tuviera un texto diferente a los versos de sus canciones, por ejemplo.


El cantante, en sus inicios, en 1958, cuando comenzó su carrera como imitador de Elvis Presley.

Pero, pese a todo, el amor continúa siendo el eje central de sus canciones, no solo a pesar de la pandemia, sino de la distancia decretada en el amor por la dictadura de la tecnología en las relaciones humanas de este siglo.

Hace dos años, en Madrid, en el lanzamiento de Amor sin límite, el primer disco que publicaba en español en 25 años, Roberto Carlos justificó que el amor estaba siempre presente en sus canciones porque tenía el poder de convertir “a cualquiera, a cualquier edad, en un adolescente”.

Por eso lleva más de 60 años cantando y haciendo caer a miles en el sensual, sufrido, premonitorio u optimista almíbar de letras como Cama y mesa (1981): “Quiero ser tu canción desde el principio al fin / Quiero rozarme con tus labios y ser tu carmín / Ser el jabón que te suaviza / el baño que te baña / la toalla que deslizas por tu piel mojada...”.
Amada amante (1971): “¡Qué me importa haber sufrido! / Si ya tengo lo más bello / Y me da felicidad / En un mundo tan ingrato / Solo tú, amada, amante / Lo das todo por amor...”.

En Detalles (1971): “... Durante mucho tiempo en su vida voy a vivir / Detalles tan pequeños entre los dos / son cosas muy grandes para olvidarse... Durante mucho tiempo en su vida / Voy a vivir”.

O en Si el amor se va, con la que ganó el Grammy latino en 1989: “... Si el amor se va / ya no habrá pasiones / En sus corazones y en su palpitar / Pero cuanto está / Todo se engalana / Doblan las campanas de felicidad / La felicidad, que el amor me da / Bésame amor mío / Que si estás conmigo / El amor está...”.

Sus admiradores son de todas las edades: “Tengo 17 años y me encanta oírlo. Me divierte que mi abuela se sepa las canciones y las cante conmigo. A mí también me gustan”, le dice a EL TIEMPO Ximena Martínez.

“Roberto Carlos canta con una suavidad que arropa y con un acento que acaricia”, añade su abuela María Eugenia, de 70 años.

Albert Sánchez, el joven de 25 años, que hace dos ganó 600 millones de pesos en Yo me llamo por interpretar a Roberto Carlos, dijo que le encantaron el cantante y sus canciones cuando lo empezó a escucharlas.

Tengo 17 años y me encanta oírlo. Me divierte que mi abuela se sepa las canciones y las cante conmigo. A mí también me gustan

“Me puse a buscar canciones sobre la amistad y encontré Un millón de amigos, empecé a buscarlo y me enamoré de su música”, afirmó en una entrevista.

Otros admiten que siguen extrañando esa nostalgia dulce que producen las letras de las canciones, como: “Yo soy de esos amantes a la antigua / que suelen todavía mandar flores / De aquellos que en el pecho aún abrigan / recuerdos de románticos amores / Yo soy aquel amante apasionado / Que aún usa fantasía en sus romances / Le gusta contemplar la madrugada / soñando entre los brazos de su amada...”.

Su éxito ha sido porque “hizo su carrera con enorme audiencia entre los pobres y las capas medias más simplonas, porque es más herencia del bolero (que encantaba incluso la juventud hasta mediados de los 1960), que de la samba-canción, es decir, la corriente romántica nada sofisticada. Su música está más cerca de lo campesino que de la canción urbana. Por eso, Roberto Carlos se hizo casi eterno”, le dice a EL TIEMPO el analista Osava.

“Sigue teniendo millones de admiradores en el mundo con el mismo estilo de hace 40 años y conquistó una inmensa y fiel audiencia en muchos países latinoamericanos. Es un fenómeno”, admite.

Por eso, Roberto Carlos no estará solo en sus 80 años. Sus admiradores hacen más que realidad sus deseos en la letra de Un millón de amigos: “... no quiero cantar solito / Yo quiero un coro de pajaritos / y llevar este canto amigo / a quien lo pueda necesitar...”.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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