Voluntad anticipada, un tema para hablar en la pandemia


Desenlaces potenciales de infección por covid-19 obligan a plantear decisiones al final de la vida.

Las voluntades anticipadas son los documentos que permiten dictar, en pleno ejercicio de la consciencia, cuál es el final de la vida que desea cada persona, en procura de lo que considere una muerte digna. Gracias a ellos se puede elegir, por ejemplo, si se desea acudir a intervenciones terapéuticas complejas en casos eventuales de una enfermedad terminal o un accidente.

“No sabemos si más adelante tendremos la oportunidad o la capacidad de manifestar nuestra voluntad de acceder a la muerte digna, por eso vale la pena pensarlo, decidir y suscribir un documento de voluntad anticipada, para que en caso de necesitarlo, nuestras decisiones sean conocidas y respetadas por los médicos y por nuestras familias”, afirma Luz Marina Cano, médica y doctora en pensamiento complejo.

Este tipo de manifestaciones son más que necesarias en la era del nuevo coronavirus, apunta la doctora Cano, cuando los médicos deben transmitir de forma compasiva la información veraz, relevante y pertinente sobre la realidad del estado de salud a los pacientes y sus familiares, quienes a la vez deben tener clara la voluntad sobre posibles tratamientos y deseos de final de vida, de forma tal que se garanticen sus derechos, no se vulnere su autonomía y no se entre en el terreno de la desproporcionalidad u obstinación terapéutica.

Cano enfatiza que se habla de voluntad anticipada solo en el contexto de una enfermedad terminal, un estado de coma o un estado de sufrimiento irreversible, que son situaciones en que la persona pierde la capacidad de expresar sus deseos y decidir por sí misma. En estas circunstancias, esta figura puede facilitar la toma de decisiones sobre tratamientos que se pueden aplicar y cuáles han de evitarse, qué síntomas tratar y cuáles permitir, qué hacer en caso de que la persona pierda la capacidad de alimentarse por sí misma, qué hacer si los tratamientos ya no son útiles y la muerte es inevitable, qué hacer en caso de un paro cardiorrespiratorio o decidir si el fallecimiento sea en casa o en el hospital.

“Más aún, el conocer la voluntad anticipada de una persona permite que su dignidad sea respetada hasta el último momento, lo cual maximiza la calidad de vida”, insiste Cano.

Por su parte, Ricardo Salamanca, psicólogo clínico, clérigo y especialista en cuidados paliativos y bioética, hace énfasis en que si bien la comunicación en el campo de la salud es crucial, muchas veces la falta de comodidad y habilidad de los profesionales de la salud en las discusiones sobre la el final de la vida conduce a resultados erróneos, los cuales pueden afectar la calidad de vida del paciente y su familia.

“El paciente debe contar con la suficiente claridad en la información para identificar los pros y contras de cada escenario. Las voluntades anticipadas tienen entonces la función de garantizar que la persona pueda participar en la toma de decisiones, elegir o rechazar acciones para controlar los síntomas y aliviar sufrimiento”, indica Salamanca.

Esto es clave porque cuando alguien pierde su capacidad de expresar preferencias y decidir por sí mismo, la responsabilidad de las decisiones sobre su salud y su vida recae en su representante legal, que casi siempre es un familiar cercano. “Conocer la voluntad anticipada de la persona facilita la toma de decisiones y alivia la carga que se crea”, añade.El documento

Antonio José Sánchez, especialista en cuidados paliativos y bioética, asegura que la decisión del paciente también es muy importante para el equipo tratante porque permite conocer sus expectativas, deseos, conocimiento sobre la enfermedad y lo que realmente desea para un futuro.

Sánchez recuerda que el documento de voluntad anticipada se reglamentó con la resolución 1051 del 2016 del Ministerio de Salud. En concreto, se establece que en él toda persona capaz, sana o en estado de enfermedad, en pleno uso de sus facultades legales y mentales y como previsión de no poder tomar decisiones en el futuro, declara de forma libre, consciente e informada su voluntad sobre las preferencias al final de la vida que sean relevantes para su marco de valores personales.

Conocer la voluntad anticipada de la persona facilita la toma de decisiones y alivia la carga que se crea

“Hay tres formas de suscribirlo: ante un notario, mediante escritura pública, firmándolo ante el médico tratante o con una carta o video ante dos testigos”, aclara Cano. En él deben quedar claras posturas sobre el acceso a cuidados paliativos, tratamientos y procedimientos que resulten innecesarios, ineficaces o que deterioren la calidad de vida sin producir la muerte; o el deseo de acceder a la ayuda médica efectiva para poner fin a la vida.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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