En Japón se celebra el Kanamara Matsuri, un festival que le rinde tributo a la fertilidad.
Imagen del festival Kanamara Matsuri.
Por estos días, en Japón se celebra el Kanamara Matsuri, uno de los festivales de primavera más estridentes y extravagantes de dicho país, en el que uno de sus eventos más destacados es la procesión con tres altares portátiles en forma de falo.
Aunque por estos lares se ha dado en denominar la fecha como el ‘día internacional del pene’, en realidad este acontecimiento se celebra todos los años en primavera, cerca del santuario Kanamara, levantado en honor de las divinidades masculina y femenina del fuego y las artes metalúrgicas, por lo cual algunos extienden la denominación como el ‘día del pene de acero’.
El asunto es que el Kanamara Matsuri comenzó hace varios siglos para suplicarles a los dioses a través de la adoración de falos erectos por la prosperidad en la industria sexual local y para purificar sus posadas y casas de té.
Sin embargo, en la actualidad, la temática del festival ha ido evolucionando hacia un rito por la fertilidad, también para que los embarazos lleguen a buen término y por la prosperidad de las uniones maritales. De hecho, por los 80, los devotos de estas ‘astas’ les rezaban plegarias para protegerse contra el sida, por lo que la popularidad de este festival empezó a crecer tanto que hoy todos los fondos recaudados en esta festividad se destinan a la investigación del VIH y del sida.
En medio de una programación firme, el punto más erguido es la procesión de los tres altares con penes gigantes en máxima erección a través de las calles de la ciudad, en los que cada uno tiene una representación histórica o simbólica, mientras son cargados por los personajes más representativos de la población.
Todo esto adobado por otras presentaciones y una ornamentación temática en la que los penes son protagonistas. Artesanías, juguetes, caramelos, comida, estampados y todo tipo de bisutería peneana se hacen presentes, sin ningún misterio.
Lo llamativo es que estos orientales realizan su fiesta alejada de la mojigatería, el morbo, los acosos, que por este lado del mundo no podrían presentarse.
Para la muestra está que ninguna conducta reprochable ha opacado algo que tiene un lado divertido y también sagrado. Tal vez por esto, el ‘festival del pene’ se mantiene erecto