Hay una edad ideal para educar en inteligencia emocional?

Marc Brackett, director fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale, habló del papel de las emociones en la vida de los seres humanos.


Marc Brackett, director fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale.

La educación en inteligencia emocional es una tarea que ocupa toda la vida e involucra a todas las personas, sin importar el contexto en el que se desarrollan, y es clave que la enfrentemos como científicos y no como críticos o juzgadores.

Ese es el mensaje central que les dejó esta semana Marc Brackett, Ph. D., director fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale y profesor en el Child Study Center, Yale School of Medicine at Yale University, a los asistentes al 6.º Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE) realizado en la Universidad Tecnológica de Monterrey (México).

Su investigación, que fue el eje de una conferencia magistral con la que se cerró el congreso, se centra en el papel de las emociones y la inteligencia emocional en el aprendizaje, la toma de decisiones, la creatividad, la calidad de las relaciones y la salud mental.

Brackett es el desarrollador líder de Ruler, un enfoque sistémico basado en la evidencia para el aprendizaje social y emocional que ha sido adoptado por más de 2.000 escuelas públicas y privadas desde preescolares hasta secundarias de Estados Unidos y otros países, incluyendo Australia, China, Inglaterra, Italia, México y España.

¿Cuál es la edad adecuada para empezar a trabajar la inteligencia emocional en los estudiantes?

No hay una edad idónea. Por supuesto, cuanto antes se empiece, muchísimo mejor.
Hay investigación que muestra que la educación emocional puede y debe empezar desde el vientre materno, antes del nacimiento. Si una madre está nerviosa, irritada, grita, chilla, eso va a afectar el sistema nervioso del bebé y a medida que el bebé también crezca, empieza a utilizar el lenguaje.

En ese desarrollo socioemocional que va teniendo, los padres deben ser sus modelos y van a tener que aprender a educar a ese niño según la edad que tiene. Pero realmente la educación emocional es algo que dura toda la vida, es como una montaña rusa. Yo 25 años antes tenía menos habilidades emocionales, ahora tengo más, y me quedarán otros 25 para seguir adquiriendo y desarrollando esas habilidades emocionales.

Día a día nos enfrentamos ante situaciones que nos desafían. Un día quieres muchísimo a tus padres, al día siguiente no los quieres nada. Constantemente estamos lidiando con situaciones que nos hacen desarrollar o son una oportunidad para desarrollar esas habilidades emocionales.

¿Qué hay que tener en cuenta para que la escuela sea emocionalmente sana?

Hay que responder dos preguntas simples: ¿cómo se sienten los estudiantes y cómo se sienten los profesores? Para tener los indicadores de una escuela sana hay que sentarse sobre todo en el clima emocional, que, entre muchos indicadores, mide las emociones de profesores y estudiantes.

En la investigación, cuando se les preguntó a los profesores cómo se sentían, ellos respondieron ‘estoy frustrado, estoy estresado, estoy saturado’. Y cuando se les preguntó a los estudiantes, respondieron que se sentían cansados, aburridos y estresados.

No hay mejores emociones para aprender y para tener buenas relaciones. Entonces, la gran pregunta es qué tienes que hacer en las escuelas, y la investigación se centró en ver cómo la inteligencia emocional puede construir un puente entre esas emociones y las que se suponen que son efectivas para el aprendizaje, como sentirse inspirado, conectado, apoyado, querido, respetado.

¿La falta de gestión de esas emociones podría ser la causa de la violencia?

No creo que sea la causa principal. Efectivamente, la gente que es agresiva o que tiende a hacer 'bullying' en la escuela tiene una falta de empatía, de reconocer emociones o de regular sus emociones, pero la clave está en cambiar las normas de la escuela.

Si nosotros establecemos un conjunto de normas que permitan a la gente conectarse mejor, relacionarse mejor, tratar mejor a los compañeros, posiblemente se pueden prevenir muchos problemas de agresividad y comportamientos destructivos en el contexto educativo.

¿Hay que impulsar políticas públicas para atender la inteligencia emocional como un tema de salud?

Cualquier niño vive en muchos contextos: la familia, la escuela, el ambiente, el vecindario, el sistema educativo, y sin duda alguna la idea es que los líderes educativos, el Ministerio de Educación, sepan que la inteligencia emocional es crítica para el aprendizaje y para el bienestar de los estudiantes y que todo lo que haga va a repercutir en todos los contextos y ambientes en los que el niño vive. Claro que es clave que los líderes educativos, el ministerio y los políticos tengan ese valor tan importante de la inteligencia emocional.

¿En las escuelas debería haber una clase o materia de inteligencia emocional?

Cuando hacemos educación emocional, una de las primeras cosas es la instrucción directa, entonces, sí que podemos hacer que en nuestras clases haya una instrucción directa en mi habilidad para reconocer mis emociones, para regularlas, para comprenderlas.

Podemos diseñar las metodologías que nos van a permitir incluir este tipo de educación. Por ejemplo, podemos hacer que haya espacios de clase más cooperativos, que trabajen en grupo y que eso implique un incremento de las habilidades emocionales.

O, por ejemplo, si se está trabajando con personajes de la historia, se puede conseguir a lo mejor que los alumnos también detecten cómo se sintió ese personaje o un poeta o un escritor, lo que sea que estés trabajando. Otro aspecto importante es el trabajo con los adultos, que al final son los que tienen que enseñar y debe haber una transferencia entre esas habilidades que posee el propio profesor que enseña hacia los estudiantes.

Hay tres aspectos fundamentales: uno es el papel del adulto; otro, el tipo de técnica que se utilice en clase, y el tercero sería la instrucción directa en esas habilidades para reconocer, comprender y regular las emociones.

También son importantes las políticas educativas que se lleven a cabo, que podamos contar con ellas, para lograr integrar la educación emocional, porque realmente si no hay una política educativa que sustente ese cambio, ese cambio no va a pasar al final.

¿Cómo aplicar inteligencia emocional para educar y generar un ambiente más sano dentro de las redes sociales?

Sabemos que los adolescentes, al menos los americanos, pasan unas seis horas usando redes sociales y, además, las investigaciones están demostrando que ese uso está relacionado con problemas de salud mental, en concreto con ansiedad y con depresión.

Por tanto, estamos en un escenario donde tenemos que aprender a jugar en un contexto que nunca antes se había dado. Y eso implica a los adultos, a las familias. Sabemos que incluso las familias usan la tecnología como una herramienta de regulación o de manejo para tenerlos distraídos, pero no son conscientes del impacto que eso puede tener en su salud mental.

Hay niños que con menos de un año ya pasan una hora al día utilizando dispositivos electrónicos. Entonces, lo primero de todo es que las familias sean conocedoras del impacto que eso puede tener en la vida de un estudiante.

Lo segundo es enseñar a los profesores valores digitales. Es un contexto diferente al que antes no nos habíamos enfrentado. La idea sería que los profesores tuvieran conocimiento sobre cómo proceder en un contexto como es el hecho de que un alumno esté escribiendo un mensaje cruel o dañino a otro compañero, no en el patio del colegio, sino en otros escenarios que no controlamos. Lo primero es esa alfabetización.

¿Se puede diagnosticar o detectar la frustración?

Para ser una persona con éxito también tiene que experimentar emociones como el desánimo, la frustración, el 'feed back' negativo, todas las emociones que forman parte de una persona exitosa. Una cosa clave para enseñar a los estudiantes es que todas las emociones son válidas y cómo regularlas. No hay una sola estrategia para regular.

Las estrategias que yo uso quizá son diferentes para estrés, ira. Tenemos que enseñar todas las estrategias y experimentar con estrategias para cada diferente emoción.

¿Están preparados los profesores para impartir inteligencia emocional?

Todavía no porque no es parte del entrenamiento. Nosotros en el primer año solo trabajamos con los maestros, no esperamos que hagan nada con los alumnos. Trabajamos en cómo reconocer emociones, comprender, etiquetar.

En su opinión, ¿qué papel cumplen los padres?

La idea de Ruler es trabajar con toda la comunidad educativa: eso implica líderes educativos, profesorado, coordinadores, 'staff', los propios profesionales de administración que están en el centro educativo y, por supuesto, las familias. El problema que nos encontramos en las familias es que no tienen tiempo para asistir a un taller, para dejar su trabajo e ir a la escuela.

La idea con el método Ruler es hacer que los estudiantes enseñen a sus familias, a sus padres. Si reciben un entrenamiento a lo largo de los años, ellos van a tener que ir trabajando con sus familias mediante una serie de actividades, y eso va a permitir que las familias al final se eduquen a nivel emocional y adquieran competencia emocional.

¿Ruler puede estar disponible para los papás?

Para personas que realizan 'home school' y para las que no tienen niños ni la oportunidad de formarse en Ruler porque no están en contacto con un centro educativo es el libro Permission to Feel, que acaba de salir hace dos meses. En él resumo 25 años de trabajo y experiencia alrededor del mundo trabajando con la educación emocional en diferentes contextos.

Una de las partes que tiene este libro es la diferencia entre ser un científico de las emociones y un juez de las emociones. A veces, la persona no es que no sea capaz de reconocer la emoción en el otro, sino que simplemente no se siente cómodo mirándote a los ojos; no sabemos muy bien entender, o a veces juzgamos, sesgamos, o atribuimos o malinterpretamos ciertas situaciones porque no lo hacen como nosotros esperamos o porque no lo hacen como nosotros lo haríamos.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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