Las nuevas fórmulas para ser feliz en pareja

Cada vez más, personas apuestan por acuerdos flexibles que permiten una relación sana con su pareja.


En Colombia, según la Superintendencia de Notarías y Registros, por cada 10 matrimonios se producen 4 divorcios.

Romina González y Esteban Zucco no conviven. No comparten gastos, viajan por separado con amigos al menos una vez al año y no planifican nada más allá del próximo fin de semana. Para ellos, la fórmula del éxito de una relación que ya lleva más de siete años se llama libertad. “Muchos amigos nos preguntan cómo hacemos, porque ven que lo nuestro funciona y quieren algo parecido en sus parejas. Somos conscientes de que no entramos dentro del modelo de pareja tradicional. Ese modelo está obsoleto”, dice Romina.

La de mantener casas separadas es una de las tantas estrategias que muchas parejas aplican en busca de la felicidad, pero no es la única. Los nuevos acuerdos apuntan a la individualización dentro de la pareja, a la flexibilidad. Incluso, la monogamia puede no ser un factor determinante para que una pareja prospere, al punto de que la infidelidad dejó de ser un tema determinante.

Los nuevos pactos de pareja están atravesados por la época: el avance de la mujer cambió las reglas. “Se generan hoy en día contratos menos asimétricos, en donde ambos tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones, a diferencia de otros tiempos en los que el hombre tenía más derechos y menos obligaciones que la mujer –plantea Sebastián Girona, psicólogo especialista en parejas, autor del libro ¡No te aguanto más!–. Aparecen acuerdos que desafían las cláusulas habituales e históricas: desde vivir en lugares diferentes hasta la relación abierta en términos sexuales”.

En realidad, la vida en pareja nunca ha sido fácil, pero ahora se ha vuelto especialmente complicada. “Vivimos en una época en donde se prioriza lo individual por sobre lo grupal en general y eso también llega a la vida sentimental –describe Girona–. Todas las parejas sanas necesitan construir un ‘nosotros’ por sobre el ‘tú y yo’. En ese sentido esa construcción que requiere de esfuerzo, compromiso y mantenimiento, se presenta muy complicada en tiempos de individualidad exacerbada y compromiso frágil”.

Los nuevos acuerdos surgen también de comprobar que la idea tradicional de pareja no asegura la felicidad. En Colombia, según la Superintendencia de Notarías y Registros, por cada 10 matrimonios se producen 4 divorcios. Solo el año pasado 22.720 parejas dieron por terminada su relación conyugal. “La fórmula tradicional está en crisis, pero no creo que vaya a desaparecer. Lo que sí va a suceder es que va a pasar a formar parte de un grupo y estas nuevas irán consolidándose de a poco”, asegura el especialista.

Para Gabriela Rougier, psicóloga y fundadora de Conexión Positiva, un espacio de consultoría para parejas, “una cosa es la necesidad de mantener el propio espacio físico y otra mantener vidas completamente separadas. Si el nuevo contrato de pareja implica que el 90 por ciento de las cosas se hacen por separado, entonces eso ya no es una pareja. La pareja es una persona con la que uno quiere estar en los mejores y peores momentos. Y para eso se necesita tiempo. Hoy las parejas comparten poco tiempo. Pero ese es el problema, no la solución”.

Según Rougier, no hay mejores o peores contratos. “Cuando un acuerdo está atravesado por el amor requiere consenso. Hay contratos más difíciles, que tocan fibras más íntimas de la relación, como el de la fidelidad. Los contratos como vivir en casas separadas, mantener una economía personal o abrir la pareja se vuelven complicados cuando uno de los dos no está convencido. El problema es que muchas veces uno de los dos acepta el contrato con una agenda oculta de que va a cambiar al otro, y las personas pueden cambiar, pero hasta cierto punto”, sostiene.

En el caso de Amorina Muñoz y Sebastián Morete, novios desde hace cinco años, la no convivencia fue el primer gran acuerdo de pareja. El pacto implica que cada uno conserve su casa y sus espacios individuales. “Está buenísimo porque yo en su casa me relajo, hago otras cosas. Por ejemplo, en el departamento de Sebastián vemos Netflix. En la mía solo tengo libros. Yo necesito momentos de soledad. Llego a la noche y me costaría no tener ese tiempo conmigo misma. Para mí es una manera hermosa de estar en pareja”, asegura Amorina.

Aunque pasan la mayor parte del tiempo juntos, ella asegura que tener cada uno su casa ayuda en momentos de tensión. “Cuando hay una pelea, duermo en mi casa. Me ayuda a estar tranquila y a la mañana siguiente, cuando me levanto, veo las cosas de otra manera”, cuenta, y asegura que esta relación le llegó en un momento de realización profesional y personal. “Es importante que la mujer haya ganado su espacio para poder elegir qué tipo de vínculo de pareja quiere tener. Con el padre de mis hijas conviví muy poco tiempo y fue una experiencia dolorosa. Hoy no lo repetiría. No siento la necesidad de convivir con el otro”.

Denise Mizrahi, de 27 años, apostó por la convivencia con su novio después de ocho años de relación. Para los dos es la primera experiencia de compartir techo, aunque cada uno sigue con sus anteriores rutinas. Incluso manejan una economía separada.

“Ya teníamos cuentas separadas y las mantuvimos. Los gastos comunes los dividimos, cada uno paga algo diferente según lo que cada uno puede. Pero los gastos personales no se consultan”, dice la psicóloga.Libertad e igualdad

Otra de las fórmulas que más beneficios traen para la vida en pareja es equilibrar las cargas en cuanto a derechos y obligaciones en el hogar y con los hijos. “Muchas parejas se han separado porque están formadas por una mujer del siglo XXI y un hombre del siglo XX. En la medida en que el hombre se sensibiliza, las parejas pueden ser menos asimétricas y al mismo tiempo más sanas”, plantea Girona.

Maxi Kupferman, publicista de 36 años, cuenta que Pilar, su mujer, es feminista, al igual que toda su familia política. “Yo la conocí así, y me encanta. Las tareas en casa se reparten. Tratamos de que el criterio sea el de hacer lo que más le gusta a cada uno. Yo, por ejemplo, cocino. Hice un curso de gastronomía hace algunos años, nunca trabajé de cocinero, pero casi por una cuestión lógica soy el que cocina en casa”, dice Maxi, papá de Olivia, de 3 años.

Probablemente no haya fórmulas que aseguren la felicidad para siempre, pero no exigir tanto del otro puede ser un inicio. “Creo que lo que vuelve difícil la vida de a dos es la expectativa que se pone en el otro. Queremos una persona que nos divierta, que nos nutra intelectualmente, que sea mi mejor amigo, que sea un amante increíble y cumpla mis fantasías sexuales y además que sea el mejor padre o madre de mis hijos. Esto, combinado con la poca tolerancia a la frustración que tenemos hoy en día, hace que cuando el otro no cumple del todo mis expectativas agarremos el bolso y nos vayamos”, sostiene Rougier.

Y Girona admite: “La vida de pareja es y será compleja en parte porque nos cuesta pensar el amor y el vínculo en términos de esfuerzo. Nos gusta pensar más en la magia y en que todo tiene que fluir, y la verdad es que las cosas funcionan de otra forma”.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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