No todo es malo en un año en el que la noticia más propagada fue la tragedia constante, hay enseñanzas que destapan grandes oportunidades
Una constante después de cada guerra mundial fue que los tiempos de posguerra trajeron grandes saltos sociales, tecnológicos e inocultables desarrollos en el campo médico y educativo. La radio es hija de los preámbulos de la gran guerra; la televisión se masificó luego de la Segunda Guerra Mundial, e internet, cuando solo era el “apartheid”, se hizo una realidad en medio de la guerra fría entre Estados Unidos y la otrora Unión Soviética. Incluso, conflictos menores como los del Paralelo 38 y la fallida división de Vietnam le dejaron al mundo una nueva manera de ver las cosas entre oriente y occidente. Gracias a eso conflictos de la Cuenca del Pacífico nacieron los Tigres Asiáticos que revolucionaron la forma de producir y pusieron en jaque muchas industrias desarrolladas en el viejo mundo y en Norteamérica. ¿Qué nos va a dejar el covid-19?
No se pueden ver las oportunidades si el filtro por el que se observa es negativo. Las crisis están llenas de nuevas oportunidades, de otras maneras de ver las cosas, solo es cuestión de actitud. Entre marzo del año que termina, los sucesos se han ido precipitando sin dejar ver los valles de cosas nuevas que dejan; solo es cuestión de apartar de momento la óptica trágica y negativa, así las circunstancias lo ameriten y determinen las acciones. La primera oportunidad que deja la larga época de pandemia ha sido el gran salto sanitario y lo que se deriva de ello. Nunca antes en casi un siglo el país se había preocupado tanto del sistema sanitario nacional, ni las familias, de la importancia de cuidar su salud. Cosas tan simples como el distanciamiento social o el uso del tapabocas o mascarilla son en sí grandes avances para evitar futuros contagios: una costumbre que ha llegado para quedarse y de la cual se desprenden manufacturas y otras formas de ver el contacto social.
Nadie puede discutir que el sistema nacional de salud al final de 2020 es mucho mejor que antes, la capacidad de las UCI ha sido puesta a prueba y la reacción de las estructuras médicas son sometidas al estrés profesional que solo ocurren en tiempo de guerra. Y ha salido fortalecido.
La gran oportunidad que deja la pandemia no es una cosa distinta que el cambio de actitud para con el ambiente, la sociedad y los individuos mismos. No hay que buscar más allá de temas accesorios o accidentales como el teletrabajo o el telestudio, la verdadera oportunidad instalada en el ADN de la siguiente década es la reflexión sobre el rumbo de las personas y de éstas con el ambiente, lo demás son interfaces de cómo hacer el trabajo o cómo desarrollarse de manera más sostenible. Hay una gran oportunidad para repintar, rediseñar y repensar cuál es el planeta que construimos para las generaciones futuras. Las anteriores crisis siempre dejaban cosas materiales, bien pudiera ocurrir que esta vez sea distinto y la gran herencia convertida en oportunidad sea el cambio de foco y de actitud frente al ambiente, la sociedad y el papel de los individuos. La manera de desarrollar empresas y de hacer los negocios está cambiando con la pandemia, empezando por el lugar en donde se labora, eso no va a cambiar con las vacunas, esa percepción derivada de la crisis le mostrará un nuevo panorama a la economía, que no volverá a ser la misma.