Declaro que hoy, independiente de la fecha que sea, haré todo lo posible para mantener la intención de ser una persona feliz. Lo que implica necesariamente un compromiso esencial conmigo mismo, con los demás y con el entorno para buscar mi felicidad.
Este manifiesto no significa pretender un estado de alegría permanente. Reconozco que en ocasiones algunas cosas no son de la manera que quisiera que fueran, y que puedo tener emociones como miedo, tristeza, enojo o vergüenza.
Estas pueden presentarse como respuestas racionales ante las demandas de las situaciones que se me presentan, pues me movilizan a desarrollar estrategias para superar asuntos percibidos como adversos. Aún así, identifico como viable mi felicidad, entendiendo que, más que un estado, es una actitud frente a la vida, posible para todo ser humano.
Para lograr el propósito de ser feliz empiezo por reconocerme como un ser en potencialidad.
Tengo evidencia de situaciones en que me he dado cuenta que mis fortalezas y virtudes son superiores a mis expectativas. Esto me permite tener mayor confianza en mí al momento de afrontar situaciones que puedan parecer complejas, y frente a las que tengo un repertorio suficiente para superarlas y buscar mi felicidad.
Es cuestión de mirar un poco hacia adentro y percatarme de ello. Asumo que cuando evito afrontar una situación por el miedo a no poder superarla, me estoy negando la oportunidad de conocerme a mí mismo
También reconozco mis límites, aceptando que no todo lo que sueño necesariamente lo puedo hacer realidad. Tengo limitaciones, como todo ser humano, y al reconocerlas asumo que en ocasiones es menester buscar fuera de mí las opciones para afrontar algunas demandas que se me presentan.
Buscar ayuda de otros, cuando es necesario, no es signo de debilidad sino de conocimiento y compromiso consigo mismo.
En los momentos de logro, me decido por dejar fluir el goce por lo vivido. Si busco razones para comprender mi estado de disfrute; tal vez esta racionalización me confunda y opaque la posibilidad de la alegría. En ocasiones no es necesario razonar, es conveniente fluir, y definitivamente, sentir.
Y cuando las cosas no salgan como yo espero, y tal vez perciba que he podido fracasar en el intento de alcanzar algo, asumo la situación como una experiencia de aprendizaje, reflexiono en lo que sucedió y decido seguir adelante con mayor fortaleza. Esto no niega la posibilidad de tener reacciones emocionales negativas, necesarias ante la adversidad, sino que me enseña mi lado resiliente, y me motiva a continuar buscando mi realización permanente.
Estoy orgulloso de reconocerme como sujeto único e irrepetible y de aceptarme tal cual soy…