En el año de 1908, el psiquiatra germano-suizo Eugen Bleuler acuñó el término esquizofrenia para designar a aquellos individuos jóvenes que presentaban con frecuencia una enfermedad mental, caracterizada por el derrumbe del pensamiento.
Dichos enfermos escuchaban voces espectrales que les ordenaban realizar actos extraños y fuera de lugar, tenían visiones fantasmagóricas que aparecían y desaparecían, perdían la capacidad de organizar la información y realizar tareas orientadas a alcanzar algún objetivo, y también sentían que emergían palabras, temores e inquietudes las cuales parecían provenir de un submundo mental, hasta terminar en una aterradora desintegración de su pensamiento.
La palabra esquizofrenia tiene sus raíces en las voces griegas: schizein, que significa romper, quebrar; y phren, que significa mente, entendimiento, razón. Generalmente, los síntomas o el quiebre del pensamiento comienza a presentarse entre mediados y finales de los 20 años. En la infancia comúnmente comienza después de los 5 años de edad y puede ser difícil diferenciarla de otros problemas del desarrollo, como el autismo; y a pesar de que es poco común que se presente en esta etapa, se estima que afecta de 1,6 a 1,9 por cada 100.000 niños, y está aumentando su frecuencia de aparición entre los jóvenes de 14 años.
El diagnóstico específico de la esquizofrenia en niños y jóvenes representa un trastorno psiquiátrico mayor o grupo de trastornos, caracterizado por trastornos psicóticos, por síntomas que alteran la percepción, los pensamientos, el estado de ánimo y el comportamiento.
Los síntomas de la psicosis se dividen generalmente en “síntomas positivos”, incluyendo alucinaciones (percepción en ausencia de cualquier estímulo) y delirios (creencias fijas o falsas); y «síntomas negativos», tales como la apatía emocional, la falta de la unidad, la pobreza del habla, la retirada social y la autonegligencia.
Tanto en los niños como en los jóvenes, las personas que desarrollan psicosis o esquizofrenia tendrán su propia combinación de síntomas y experiencias, los cuales se verán influenciados por sus propias circunstancias y por la etapa de desarrollo en la cual se encuentren[iii]. Pero en definitiva las alteraciones ejercen una influencia directa en el desarrollo, las relaciones y la salud física del niño y el adolescente, ya que:
La psicosis y la esquizofrenia en niños (menores de 12 años) y adolescentes (hasta los 17 años) son causas importantes de discapacidad.
Son más graves y de peor pronóstico que cuando comienzan en la vida adulta, debido a que perturban el desarrollo social y cognitivo.
Los adolescentes con esquizofrenia son proclives a una menor expectativa de vida que la población general. Debido al suicidio, lesiones o enfermedades cardiovasculares a causa del uso de medicamentos antipsicóticos.
El diagnóstico tardío de la esquizofrenia puede afectar la evolución a largo plazo, por ello el diagnóstico y el tratamiento tempranos son esenciales.
La esquizofrenia infantil afecta de 1,6 a 1,9 por cada 100.000 niños.
Causas y factores de riesgo
No se sabe qué causa la esquizofrenia infantil, pero se piensa que se desarrolla de la misma manera que la esquizofrenia adulta. Los investigadores creen que una combinación de genética, química del cerebro y el medio ambiente contribuye al desarrollo del trastorno.
Tampoco está claro por qué la esquizofrenia comienza tan temprano en la vida para algunos y no para otros, se considera que es una mezcla de la herencia, los genes, el medio ambiente y el azar.
Dentro de los factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar o desencadenar la enfermedad, se encuentran:
Tener antecedentes familiares de esquizofrenia.
Aumento de la activación del sistema inmune, como la inflamación o ciertas enfermedades autoinmunes.
Desnutrición prenatal.
Mayor edad del padre.
Algunas complicaciones del embarazo y el nacimiento, como la desnutrición o la exposición a toxinas o virus que pueden afectar el desarrollo del cerebro.
Tomar drogas psicoactivas durante los años de la adolescencia.
Signos y síntomas
Es difícil realizar un diagnóstico de la esquizofrenia cuando se presenta antes de los 5 años de edad, no solo porque no existen criterios diagnósticos específicos para los niños, sino también porque se deben tener en cuenta los factores evolutivos, los posibles diagnósticos diferenciales y las enfermedades asociadas, que difieren de las de los adultos.
Además, por un lado, se suele confundir la esquizofrenia infantil con los trastornos del espectro autista, ya que algunos de los signos y síntomas también son comunes en niños con trastornos generalizados del desarrollo. Por otro lado, los primeros signos y síntomas pueden ser tan vagos que los padres pueden atribuirlos a una fase del desarrollo.
Por esto, es importante que los padres estén atentos a diversos signos y síntomas que les pueden estar informando de la posibilidad de que su hijo esté padeciendo dicha enfermedad.
Los primeros indicios de la esquizofrenia infantil pueden incluir problemas del desarrollo, tales como:
Rastreo o gateo tardío o inusual
Atraso en el desarrollo de la marcha y el movimiento
Retrasos en el dominio del lenguaje
Conductas anormales del sistema motor, como por ejemplo, balanceo o aleteo del brazo.
Los síntomas de la esquizofrenia en los adolescentes son similares a los de los adultos, por lo que también puede ser más difícil de reconocer la enfermedad en este grupo de edad. Debido en parte a que algunos de los primeros síntomas en los adolescentes son comunes en el desarrollo típico de esta etapa, tales como:
Retiro de amigos y familiares
Bajo rendimiento escolar
Problemas de sueño
Irritabilidad o estado de ánimo depresivo
Falta de motivación
Comportamiento extraño
Consumo de sustancias como marihuana
En comparación con los síntomas de la esquizofrenia en los adultos, los adolescentes pueden tener:
Menos probabilidades de tener delirios
Más probabilidades de tener alucinaciones visuales
Conforme pasa el tiempo, los síntomas pueden ser más severos y más evidentes. Eventualmente, el adolescente puede desarrollar los síntomas de la psicosis, incluyendo alucinaciones, delirios y dificultad para organizar pensamientos. A medida que estos se vuelven más desorganizados, hay una “ruptura con la realidad” (psicosis) que frecuentemente requiere hospitalización y tratamiento con medicamentos.
Debes poner atención a los síntomas de la esquizofrenia, evaluar y si es necesario, consultarlo con un profesional.
Cuándo es necesario consultar con un profesional
Es difícil para los padres asumir que un hijo pueda estar desarrollando una enfermedad mental, no solo por lo que la misma implica, sino también por el estigma social que esta lleva consigo. Sin embargo, es importante que consulten con un médico psiquiatra, si ven que su hijo:
Tiene retrasos en el desarrollo en comparación con otros hermanos o compañeros.
Ha dejado de cumplir con las expectativas diarias, como bañarse o vestirse.
Ya no quiere socializar con sus pares.
Presenta un bajo rendimiento académico.
Tiene rituales alimenticios extraños.
Muestra una sospecha excesiva con respecto a los demás.
Muestra una falta de emoción o emociones inapropiadas para la situación.
Tiene ideas y miedos extraños.
Confunde los sueños o la televisión con la realidad.
Presenta comportamientos o un lenguaje extraño.
Presenta un comportamiento, agitado, violento o agresivo.
Estos signos y síntomas generales no significan necesariamente que el niño tenga esquizofrenia. También podrían indicar una fase u otro trastorno de salud mental como la depresión o ansiedad, u otra condición médica.
Sin embargo, es necesario que los padres busquen atención médica tan pronto como sea posible si tienen inquietudes sobre el comportamiento o desarrollo del niño ya que si no recibe el tratamiento adecuado, la esquizofrenia infantil puede resultar en graves problemas emocionales, de comportamiento y de salud, los cuales pueden ocurrir durante la infancia o después, tales como:
Suicidio, intentos de suicidio y pensamientos de suicidio
Autolesiones
Trastornos de ansiedad, trastornos de pánico y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
Depresión
Abuso de alcohol u otras drogas, incluido el cigarrillo
Conflictos familiares
Incapacidad para vivir independientemente, asistir a la escuela o trabajar
Aislamiento social
Problemas de salud y médicos
Tratamiento
Aunque una quinta parte de los niños y los jóvenes con esquizofrenia tienen un buen pronóstico y un deterioro leve, un tercio presenta un deterioro severo y necesita apoyo social y psiquiátrico intensivo.
Hasta el momento, el pilar del tratamiento para la psicosis y la esquizofrenia es la medicación antipsicótica; sin embargo, hay pocos estudios y poca evidencia sobre la calidad y efectividad en niños y adolescentes.
Los pequeños suelen ser más sensibles que los adultos a los efectos secundarios de la medicación antipsicótica, como son: el aumento de peso, las alteraciones metabólicas que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares o movimientos involuntarios y anormales; los cuales tienden a agravarse con el paso del tiempo.
Además de los efectos secundarios el tratamiento farmacológico por sí solo no resulta efectivo para tratar la enfermedad. Por este motivo el tratamiento debe incluir otro tipo de terapias para abordar la enfermedad, como las intervenciones psicológicas, la psicoterapia familiar, la terapia de grupo, apoyo y acompañamiento, en las cuales se ayude a la familia y al menor a conocer la enfermedad y las limitaciones que esta conlleva, y a enfrentarla de manera más eficaz. También es importante tener apoyo educativo en donde se pueda trabajar sobre la resolución de problemas o el manejo de las crisis.
Para los niños y los adolescentes en edad escolar, es importante la colaboración por parte de su escuela para que se pueda asegurar que estos continúen recibiendo educación. También es importante controlar la salud física de los niños o adolescentes con psicosis o esquizofrenia por lo menos una vez al año, debido a los efectos secundarios que genera el tratamiento farmacológico y al mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares que la población general.