Algunos de los alimentos que consumimos o damos a nuestros hijos, pueden desencadenar una alergia o generar una intolerancia. En uno y otro caso, las reacciones y peligros son distintos, ¿cuál es la diferencia entre una y otra condición? Es importante aprender a distinguirlo. Aquí te comentamos como diferenciar entre una alergia alimentaria y una intolerancia a determinados alimentos.
El consumo de alimentos nos proporciona la energía, macro y micronutrientes que son necesarios para que nuestro cuerpo funcione de manera óptima. En ocasiones ingerimos alimentos que lejos de proporcionar los beneficios esperados, podrían perjudicarnos.
Escoger los alimentos
Escoger los alimentos debe hacerse de forma segura, sin embargo, muchas veces obedece a un conjunto de factores que en oportunidades consideras de manera inconsciente: el precio, el valor comercial, la preferencia y patrón cultural y/o el valor nutritivo, son algunos de los aspectos que llegan a nuestro pensamiento al momento de elegir un producto alimenticio.
Las alergias alimentarias
Una alergia alimentaria es una reacción adversa al consumir un alimento y la respuesta del organismo involucra primordialmente al sistema inmunitario, lo que producirá síntomas que pueden ir desde un malestar muy leve hasta respuestas más graves que pueden ser mortales. Por ello las alergias alimentarias deben recibir atención médica inmediata para evitar su agravamiento.
Existen un grupo de más de 70 alimentos de consumo común que son capaces de producir estas alergias, de acuerdo a los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este grupo origina un prevalencia importante de alergias alimentarias a nivel mundial. Cerca del 6 % de los niños y hasta un 3 % de los adultos pueden manifestar en algún momento de sus vidas una alergia alimentaria.
Alimentos alergenos
Los alimentos alergenos son aquellos que estadísticamente desencadenan con mayor frecuencia las alergias, entre los que se encuentran: la leche, los cereales con gluten, los pescados, los crustáceos, los huevos y algunos frutos secos como el maní. Es por eso que el comité de etiquetado de los alimentos del codex alimentarius, recomienda que se declare siempre la presencia de estos alimentos en los productos alimenticios.
Las intolerancias alimentarias
Es un tipo de manifestación o respuesta orgánica a un producto alimenticio que no involucra al sistema inmunitario, es decir, no es una respuesta inmune. Son conocidas también como alergias no mediadas por el sistema inmune o sin respuesta de este.
Las intolerancias no generan reacciones adversas tóxicas, sin embargo se presentan con manifestaciones clínicas que pueden generar síntomas muy incomodos en quien la padece, ocasionando mareos y síntomas gastrointestinales tales como gases, acidez, diarreas y/o distención abdominal.
Diferencias entre las alergias y las intolerancias alimentarias.
La diferencia primordial radica en la toxicidad. Las alergias alimentarias se dan a través de sustancias o productos que resultan potencialmente tóxicos para el organismo, de esta forma se activa una respuesta inmune incrementando los anticuerpos, elevando los niveles de inmunoglobulina Ige (anticuerpos) en sangre. Por su parte las intolerancias no desencadenan este tipo de respuesta ni elevación de la Ige.
Alergia e intolerancia a los alimentos: cuándo pueden aparecer
En líneas generales, se puede decir que la alergia aparece de una forma inesperada y súbita, mientras que la intolerancia puede presentarse en cualquier momento de la vida, aun cuando en el pasado el consumo del alimento no haya generado ningún tipo de sintomatología, siendo entonces la intolerancia más una incapacidad del cuerpo a metabolizar algún nutriente.
Se sugiere estar alerta en cada oportunidad que se consuma un alimento por primera vez o si se desconfía de la fuente de origen. Un alimento puede contener toxinas y ocasionar una respuesta del sistema inmune, que incluso podría ocasionar la muerte.
Si el consumo de un alimento genera malestar gástrico, debe suspenderse su consumo y consultar con el médico.
Algunas intolerancias aparecen con el avance de la edad, como por ejemplo, la intolerancia a la lactosa, pues el cuerpo va perdiendo la capacidad de producir la lactasa, hormona involucrada en la metabolización de la leche completa y sus derivados.
Lo importante es evaluar en todo momento las respuestas que manifiesta el cuerpo al consumo de los alimentos, y si se evidencia alguna alteración, cambio físico, u otra sintomatología se debe consultar de inmediato con un especialista.