El mito de la media naranja


Creer que todos tenemos un alma gemela o media naranja esperando por nosotros en algún lugar del mundo es una construcción mental recurrente hoy en día, pero ¿nos hace bien pensar así o hemos estado construyendo un mosaico de fracasos amorosos?

La fantasía de la “relación perfecta” (y por qué es lo peor que te puede pasar)

Hay toda una industria mediática y comercial detrás del mito de la media naranja. Estamos acostumbrados a ver en increíbles y emocionantes producciones de cine cómo dos personas se conocen y, de pronto, todo se ilumina; comienzan a vivir un amor mágico que les hace vencer los peores obstáculos y, ¿por qué no?, seguir amándose en escenarios post-apocalípticos. 

Producto de los planes piloto que los medios de comunicación nos venden, imaginamos a nuestra media naranja como alguien atractivo, inteligente, bondadoso, comprometido, fiel, cariñoso y un sinfín de cosas más. No hay discusiones o diferencias significativas que pudiesen arruinar el ecosistema perfecto cosechado en nuestro imaginario, donde somos eternamente felices junto a nuestro “verdadero amor”… El problema es que hay muy pocas probabilidades de que algo así ocurra. 

Peor aún, las relaciones que sí llegan a darse en nuestra vida son automáticamente desechadas con desdén a la primera oportunidad; cambiamos la realidad por un “a lo mejor” contraproducente, fantasioso y demencial. 

Los estudios sugieren que creer en la media naranja puede hacernos caer en patrones de conducta dañinos (para nosotros y para los demás), como: 

Insatisfacción constante en pareja 
Reacciones exageradas y mayor ocurrencia de conflictos
Ansiedad 
Dificultad para perdonar 

No es menos importante considerar que las personas que creen en el mito de la media naranja pasan más tiempo pensando en cómo deberían ser las cosas que en contribuir a que mejoren. De ahí que sea más factible que elijan renunciar a una relación “defectuosa” en lugar de trabajar en ella. 
Hay dos tipos de personas en el mundo… 

Para el psicólogo Jeremy Nicholson, hay dos tipos de personas –en relación con sus creencias respecto al amor–: 

GRUPO A

Las que piensan que existe un alma gemela puesta en su vida por el destino, altamente compatible y que satisface sus expectativas de lo que es una relación romántica.

GRUPO B

Las que ven el amor como un proceso de cultivo y cosecha; buscan una pareja que las acompañe a crecer.

En la primera categoría, tenemos a quienes se entregan con pasión y locura con solo hacer “clic” visual. El grupo A está muy familiarizado con las emociones intensas y, por lo tanto, es común que haya una atracción tan fuerte al inicio de la relación que se toman decisiones apresuradas (mudarse juntos, y hasta casarse). Todo es un cuento de hadas mientras hay fluidez en los acontecimientos, sin embargo, cuando llega el momento de afrontar los inevitables desafíos de la vida, la naranja se pudre. 

En otras palabras, el impacto psicológico de ver que el otro no es tan compatible como se creía puede ser insoportable; por ende, hablamos de relaciones cortas (a veces, amoríos de verano) con pronunciadas oscilaciones emocionales. 

Los miembros del grupo B, por el contrario, son mucho más felices, tienen más éxito cuando hay que resolver conflictos en pareja y se caracterizan por un compromiso auténtico que no flaquea cuando las cosas se ponen difíciles. 

A diferencia de quienes creen en las medias naranjas, los que consideran el amor como un proceso de cultivo y cosecha tienden a ser menos apasionados al principio. No hay un efecto “amor a primera vista” o “química inmediata”, tal vez sí una atracción inicial, pero la compatibilidad se va fortaleciendo con el interés y esfuerzo de los involucrados. Como resultado, relaciones así suelen ser más estables y satisfactorias. 
Conclusión: cuidado con lo que decides creer

En definitiva, la “media naranja” es un mito del que deberías cuidarte, no vaya a ser que acabes pasando el resto de tu vida esperando en una banca el pasar de un fantasma. 

Las relaciones de amor estables y constructivas son el resultado de un trabajo conjunto, grandes dosis de paciencia y, sobre todo, ganas de ser. Como diría el poeta Fer Dichter: “Ni fuimos, si somos, ni seremos. Porque para ser hay que estar, y no quisimos ni ser, ni estar, ni querer”.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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