Es importante enfrentar la incertidumbre de un futuro desconocido desde el amor y la solidaridad.
La mente es como el agua, cuando está turbia no se ve el fondo. Solo en una mente serena y calmada podemos ver con claridad.
Estamos viviendo tiempos desconocidos, miedosos en los cuales no tenemos ni idea de qué es la verdad y qué no lo es. Al principio de la pandemia nos dijeron, es más, nos aseguraron que solo los enfermos deberían usar tapabocas, para el resto no era necesario, incluso podría incrementar nuestra probabilidad de contagio.
Nos calmaron al principio diciéndonos que el virus no era más que una gripa fuerte, hasta que miles de personas empezaron a morir, una muerte dolorosa y sola. Nos dijeron (nos aseguraron) que los animales eran inmunes la enfermedad hasta que un par de tigres en Nueva York lo contrajeron de su entrenador.
Nos dijeron (nos aseguraron) que no había reincidencia y que las personas a las cuales ya les había dado quedaban inmunes. Hasta que ya hay varios casos en los cuales la enfermedad sí ha repetido con los mismos u otros síntomas.
Al principio, nos dijeron (nos aseguraron) que solo los mayores de 60 iban a estar en riesgo, hasta que ahora estamos viendo niños, jóvenes y hasta bebés sucumbir ante la enfermedad. Nos dijeron que necesitábamos ventiladores, ahora ya estamos viendo a las personas más jóvenes morir por derrames y no por temas pulmonares.
No sabemos el número de personas que han podido haber contraído el virus, pero permanecieron asintomáticos, así como tampoco sabemos cuántas personas han muerto directamente a causa del virus.
Ni siquiera voy a entrar a cuestionar lo que sabemos de qué pasará cuando podamos volver a salir. ¿Cómo será eso? ¿Cuándo será eso? ¿Qué pasará con la economía nacional? ¿Cómo va a ser la economía global? El punto es que solo sabemos que no sabemos nada de nada.
Me recuerda un proverbio que alguna vez leí que decía que la mente es como el agua, cuando está turbia no se ve el fondo. Solo en una mente serena y calmada podemos ver con claridad. Cómo es de cierto. Estamos con la cabeza tan llena de información, alguna verdadera, otra falsa; alguna optimista y otra alarmista; alguna proactiva y otra inoficiosa. Queda difícil saber qué pensar o a quién creerle.
Mi llamado hoy es que hagamos una pausa mental. Escuchémosle a la única voz que en este momento la tiene clara: la del corazón. Enfoquémonos en amar y en demostrarlo, en ser solidarios, en mantenernos firmes en nuestros valores y en hacer el bien sin mirar a quien. Aferrémonos a lo único que no necesita validación externa y lo que nos dará la paz y tranquilidad que tanto necesitamos.