Todos somos putas

Sí, así es, aunque nos incomode admitirlo: todos vendemos lo mejor de nosotros al mejor postor. 

La prostitución es una de las profesiones más antiguas, ya que siempre ha tenido un mercado y personas dispuestas a ejercerla. Estoy de acuerdo que muchas putas lo son por necesidad y que han sido degradadas, esclavizadas y humilladas, y eso no debería pasar, pero al verlo en un sentido más amplio, mil miles de millones de personas en el mundo son tratadas igual al vender alguna parte de su cuerpo. 

Algunos vendemos nuestra mente, otros su cuerpo por capacidad deportiva, otros tanto su voz u tristemente otros incluso sus ideologías. 

Nos vendemos al mejor postor que podamos conseguir, y así no solo somos putas, sino compradores de virtudes e incluso algunos somos proxenetas que les decimos a la gente qué hacer con su mente y su cuerpo. 

Las putas, esas que se venden por dinero, han sido menospreciadas por la sociedad, tildadas de pecadoras, de ser lo peor de la sociedad, pero no existe casi ningún rincón del mundo donde ellas no estén ofreciendo un poco de placer, cariño, compañía y silencio para quien esté dispuesto a pagarles. 

Comprendo que no entregan su cuerpo, sino su sexualidad, su genitalidad y esto en nuestra sociedad es sacro, y lo sacro no se vende ni se compra, porque tiene que ver con la honra de la persona y hasta con la estabilidad económica de una familia. Eso lo sé; pero ellas son honestas con lo que hacen y como lo hacen, mientras nosotros lo negamos. 

Aceptémoslo, no son diferentes a nosotros. Venden lo mejor que ellas tienen, lo que más han desarrollado y cultivado para obtener unos pesos del bolsillo de quien necesita esos servicios. 

¿Por qué lo hacen, por qué lo hacemos?, por la misma razón de siempre: quieren tener dinero para tener libertad, porque el dinero no da la felicidad, pero sí la libertad de usarlo según se desee, necesite, quiera o como cada quien se le plazca. 

Nos vendemos cada día para que nos compren, y nos den libertad para comprar algo de otros, y el círculo continua, cargando dentro las sonrisas y las tristezas, de quien logró tener lo que deseaba y se vendió para obtenerlo. 

Y en el camino, llega el peor cliente de todos, el que nos exige lo mejor de nosotros, sin importar lo que daremos a cambio. Ese cliente, es nuestra pasión, y lo seguimos ciegamente, dando lo mejor cada día, gratis, sin esperar nada, solo la satisfacción se hacer lo que soñamos y deseamos. 

Por eso no debemos despreciarlas, o quizá por eso lo hacemos, porque nos vemos en ellas como un triste espejo de lo que somos, porque sentimos que lo que ellas hacen es impuro, impúdico, vulgar, inmoral, mientras cocinamos comida que hace daño, creamos publicidad para que la gente compre lo que no necesita, cobramos intereses exorbitantes y buscamos la forma de hacer trampa. 

Pero son ellas, las putas, ellas son la malvadas. Lo que hacemos es socialmente aceptado, asi nos humillen en el trabajo, nos compren ideas y las transformen a su gusto, usen nuestra creaciones para hacer el mal o simplemente firmemos un papel para darle la razón a alguien. 

Todos somos putas, todos vendemos lo mejor de nosotros, para obtener la libertad de comprar lo mejor de otros. Este es un puto mundo y quizá por eso cuando nos va bien decimos que nos fue “del putas”…
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente