El tono adecuado y las palabras propicias, bases para el diálogo ameno y respetuoso en pareja.
Hablar en primera persona sirve como estrategia de no agresión. Las pausas, decisivas en momentos álgidos. Consejos.
A Paula la tenía aburrida la actitud de su esposo. Cada vez que ella intentaba comunicarle que no estaba a gusto con algo de su convivencia o del hogar, él siempre respondía en un volumen que la perturbaba. Se sentía agredida, pensaba que en cualquier momento y con esa actitud, las cosas no terminarían bien.
Buscó ayuda profesional e invitó a su compañero, pero se negó a ir. Él le manifestó que un tercero no tenía por qué arreglar lo que a ellos les pasaba en casa. Sin estar de acuerdo, ella recibió la ayuda e implementó -de a poco- acciones que cambiaron la actitud de su pareja. Cuando él le alzaba la voz, ella le respondía que así no iban a hablar. Ahí comenzó el cambio. Ella insistió y él aceptó la ayuda.
Tarea compartida
Para el psicólogo Héctor Montoya, el diálogo en pareja es fundamental. Advirtió que debe ser una tarea de dos, no de uno solo. Señaló que dicha comunicación debe valorarse partiendo del manejo del enojo y la ira.
"Cuando intentamos descubrir cuáles son las herramientas más pertinentes para mejorar la relación de pareja, encontramos que hay grandes vacíos en las habilidades sociales para comunicarse. Casi todos heredamos unas pautas comportamentales de nuestros padres, abuelos y entorno familiar, en eso hay que trabajar", añadió.
El especialista en terapia familiar y de pareja invitó a entender que no solo es la persona la que se está comunicando, sino la impresión de su propio mundo y que por ello se suelen dar choques.
"Cuando hablan de los hechos compartidos es donde empiezan los señalamientos: 'Es que no me llamaste', 'no me avistaste que llegabas tarde', 'no estás pendiente de mi', 'no sacaste la basura', etc. Lo más aconsejable es que hablen de los sentimientos en primera persona", recomendó.
Montoya explicó que es ahí donde se da el primer paso para conseguir una comunicación asertiva y madura. El profesional también respondió:
- ¿Por qué evitarlas?
No se deben utilizar frases como 'tu nunca me llamas', 'tu nunca compartes conmigo', 'tu solo te preocupas por el trabajo y el fútbol y por mi no', 'tu te preocupas solo por la casa', entre otras. Esto también puede aplicarse a otras relaciones. Es más efectivo si el mensaje se da de otra manera.
Suena mejor si se le comunica al otro: 'Me sentiría mejor si me avisas que no vas a venir, para no quedarme esperando', 'me agradaría mucho si me ayudaras un poco más en casa'. Cuando se habla en primera persona, estoy hablando de sentimientos que caracterizan a cada quien.
- Así se da el mensaje y no se ataca al otro...
Ahí está otra línea que se debe manejar. Cuando estamos en la resolución de conflictos, debemos identificar el problema. Luego hay que atacar es al problema y no a la otra persona. Si tenemos como problema que uno de los dos no contesta el teléfono con facilidad, lo que se podría hacer es decirle -en buenos términos- que no se está a gusto con la situación: 'me alegraría mucho que me respondas cuando estoy tratando de comunicarme contigo'. Hay que encontrar la solución y siempre terminar con una sonrisa.
- Cuando las palabras agreden...
Dejaremos así de agredir al otro. El tu, el siempre y el nunca son expresiones de agresión y, ante estas, el ser humano se siente incómodo. Sirven para que el otro prepare también una respuesta agresiva. Hay que desconectarnos de lo que maltrate al otro. Hay que hablar desde los propios sentimientos para facilitarlo todo y ponerse de acuerdo en las decisiones que tomen.
- ¿No siempre se va a estar de acuerdo?
Cuando se exponen las creencias de cada persona, inevitablemente, no siempre se va a estar de acuerdo. Eso no me da el derecho de criticar a la otra persona ni de gritarle o alzarle la voz. Esa nunca será una opción viable.
- Se dan luchas de poderes...
Eso pasa en todas las relaciones. Pero más que tratar de demostrar quién tiene el poder, quién impone, la actitud en pareja debe ser conciliadora. Hay que identificar el problema y resolverlo por el bienestar común y no solo para el favorecimiento de uno. Como seres humanos vivimos en una constante toma de decisiones, pero esa toma debe apuntar al equilibrio de los derechos de cada uno, a los deberes de los dos.
¡A poner en práctica!
El psicólogo Héctor Montoya propone unas acciones para una mejor comunicación con los demás:
* Si el otro alza la voz o grita, se le habla más despacio y con menos volumen.
* Comunicarle al otro que, términos grotescos, no se va a conversar.
* Cuando se esté tranquilo, retomar el diálogo.
Alternativa
"Cuando el diálogo está cargado de rabia, le sugiero a las parejas utilizar dos muñecos de plástico en representación de ellos. Los deben mantener en el congelador y, al momento de la discusión, cuando ya se está a punto de 'explotar', hacerle ver al otro, el muñeco que le corresponde", recomendó Montoya.
Ese tiempo de espera al que invita esta estrategia, según Montoya, sirve para calmarse y encontrar respuestas que lleven a la conciliación. Ese compromiso, ese espacio, advirtió el especialista, tiene que servir para alivianar el clima de tensión y no para pensar en cómo agredir con palabras cada vez más fuertes al otro. Recalcó que no se debe discutir -menos- delante de los hijos.