Somos más felices, más sanos, más ricos, pero ¿por cuánto tiempo?

Hay muchas razones para que se den todos estos aspectos hoy en día, pero también muchas señales para sospechar que esto no durará.


Si las cosas parecen terribles, se debe en parte a la forma en que ahora consumimos las noticias.

Cuando miras el teléfono al despertar realmente parece como si estuviéramos viviendo en tiempos terribles. En las redes sociales, todos, desde el presidente de EE. UU. hasta el ciudadano común, están gritándoles a todos los demás. Venezuela y el Reino Unido están en crisis política. Después de consultar los horrores diarios - desde la guerra civil de Yemen hasta los niños migrantes que se encuentran enjaulados - llevas a tus hijos a la escuela para que puedan acaben en el lado correcto de la desigualdad. 

No obstante, podemos recordar esta era como un paréntesis feliz: los buenos tiempos antes de que todo se derrumbara.

Académicos como Steven Pinker, de Harvard, y el fallecido estadístico sueco Hans Rosling, han argumentado durante mucho tiempo que el humano medio nunca ha vivido tan bien. Las cosas son terribles, excepto en comparación con toda la historia. Por ejemplo:

Sólo una persona de cada 10 vivía en pobreza extrema en 2015 (lo que significa que consumían menos de US$1,90 por día, ajustado a precios locales), lo que supone un descenso del 36% en 1990, según el Banco Mundial.

El niño promedio nacido en 2016 podría esperar vivir 72 años. Eso es un aumento de 5,5 años desde el 2000, mientras que el africano promedio ha ganado 10,3 años, en gran parte debido a la mejora de la supervivencia infantil y al mayor acceso a tratamientos para el VIH, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

En 2017 murieron menos de 90.000 personas en conflictos organizados que involucraron a actores estatales o no estatales, informa el Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala (UCDP, por sus siglas en inglés). Eso es inferior al máximo reciente en 2014, y muy por debajo del período 1946-1990 en proporción con la población mundial. 

En resumen, el presidente Donald Trump no ha trastornado la paz mundial. Es cierto que el número de personas desplazadas por la fuerza - actualmente 68,5 millones y muchas de las cuales viven en condiciones terribles - ha alcanzado un récord histórico, pero eso se debe en parte a que las guerras son cada vez menos mortales: los refugiados se escapan.

La desigualdad global ha caído a medida que los países asiáticos cierran la brecha con Occidente. Pero muchos países occidentales también se han recuperado de la crisis financiera. El ingreso medio por hogar de Estados Unidos alcanzó los US$61.372 en 2017, aproximadamente el nivel de 2007, y ha seguido aumentando desde entonces. Si la expansión económica de 10 años del país perdura más allá del mes julio, se convertirá en el periodo de crecimiento más largo de la historia de la principal potencia mundial. 

A pesar de que la democracia ha sufrido un golpe en todo el mundo desde 2005 (según el organismo de control Freedom House), un número creciente de personas son más libres para llevar una vida plena. Las mujeres, los homosexuales y los discapacitados se están beneficiando del reconocimiento (muy tardío) de que no hay seres humanos de segunda clase. 

Desde 2013, muchos países occidentales han legalizado el matrimonio gay; India el año pasado levantó la prohibición en contra de las relaciones sexuales gay; y “las leyes contra la discriminación están ganando terreno en todo el mundo”, según el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. 

Todavía hay un enorme camino por recorrer - esta semana, Brunei impuso una ley que permite la muerte por lapidación en el caso de relaciones sexuales gay - pero en el resto del mundo, éste es quizá el mejor momento para ser gay, mujer o discapacitado. Lo peor del cambio climático aún no llega.

Si las cosas parecen terribles, se debe en parte a la forma en que ahora consumimos las noticias. Antes de las noticias de televisión, las atrocidades masivas como el Holocausto, la hambruna de Ucrania, el Gran Salto Adelante de China e incluso el genocidio de Ruanda ocurrieron casi en secreto. Hoy vivimos atrocidades individuales en nuestros teléfonos: los tiroteos en la mezquita de Nueva Zelanda, policías que matan a personas afroamericanas o los bombardeos de las casas en toda Siria.

Esto es horrible, pero también provoca medidas para detener las atrocidades: la administración Trump fue avergonzada públicamente y se vio obligada a abandonar su política de separar a los niños migrantes de sus padres en la frontera con México.

Todavía estamos aprendiendo cómo vivir con las redes sociales. Nos ha puesto en contacto íntimo con sociópatas racistas que emiten amenazas de muerte y violación. Pero vale la pena recordar que internet produce mucha más violencia virtual que real. De hecho, las personas que hace 25 años asaltaban a ancianas actualmente son troles en línea.

Muchos criminólogos han vinculado la llegada de internet y los videojuegos con la disminución de los delitos violentos a largo plazo en Occidente. La tasa de delitos violentos en EE. UU. cayó 74% entre 1993 y 2017, según la Oficina de Estadísticas de Justicia.

Así que vivimos tiempos relativamente buenos. Pero probablemente no duren. La eurozona parece estar al borde de la recesión, y el mercado de bonos cree que EE. UU. se encamina en esa dirección. Todavía sigue sin saberse muy bien qué pasará con el Brexit, por lo que el Reino Unido podría quedarse atascado en un furioso partidismo al estilo estadounidense a largo plazo.

Luego está la guerra. EE. UU., China, India, Rusia y Brasil ahora tienen líderes nacionalistas. La era de “mi país primero” puede resultar tan pacífica como la anterior, pero esos estándares son altos. Corea del Norte probablemente ha construido misiles nucleares intercontinentales, y EE. UU. y Rusia suspendieron su Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio en febrero.

Pinker dice que la gente siempre está preocupada por amenazas futuras que nunca se materializan. Pero cuando se trata de la gran amenaza, el cambio climático, incluso su optimismo flaquea. En su último libro, En defensa de la Ilustración, concede: “el esfuerzo necesario para prevenir el cambio climático es inmenso, y no tenemos ninguna garantía de que las transformaciones necesarias en la tecnología y la política se implementarán lo suficientemente pronto como para frenar el calentamiento global antes de que cause un gran daño”. La humanidad puede ser como el jugador de videojuegos que lucha para superar muchos niveles de dragones pero que finalmente es eliminado.

CAMBIO CLIMÁTICO GOLPEARÁ A NEGOCIOS 

Advertencia para los inversionistas: si el planeta se calienta más de dos grados, será mucho más difícil ganar dinero. Esa es la conclusión de la firma de asesoría de inversiones Mercer LLC, que calculó las consecuencias financieras de dos, tres y cuatro grados centígrados de calentamiento global hasta 2100 en un reciente informe. 

Este representa uno de los primeros intentos de modelar los riesgos de inversión específicos por sector derivados del cambio climático en décadas. 

Si el calentamiento se limita a no más de dos grados, el carbón y otros combustibles fósiles pierden más valor porque los países se habrían desplazado hacia una energía más limpia. Si las temperaturas suben más, los sectores con las mayores pérdidas incluirán la industria y la agricultura. “Los propietarios de activos deben considerar el cambio climático en cada etapa del proceso de inversión, desde las creencias, las políticas y los procesos de inversión hasta las decisiones de construcción de cartera”, asegura Deb Clarke, jefe global de investigación de inversiones de Mercer, propiedad de Marsh y McLennan Cos. Inc. 

La advertencia es la más reciente del sector financiero sobre los riesgos que plantea el aumento de las temperaturas. Mientras que algunos estrategas de inversión piensan que el cambio climático ofrecerá oportunidades, otros advierten sobre daños físicos y sociales en cascada en toda la economía. 

Según el informe, limitar el calentamiento global a dos grados causaría pérdidas significativas entre ahora y 2030 en el carbón, el petróleo, el gas, y las empresas de electricidad. Esas pérdidas serían compensadas por mayores rendimientos de las inversiones en energías renovables.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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