estuve en terapia, ¿y qué?

Hace más de 1 año que la bloguera Nictecilla (Sofía Navarro) acude a terapia. Una historia personal que lo es también de muchas personas que han necesitado la ayuda de un profesional para poder continuar. 


Quien pronuncia esta frase soy yo. Sus reflexiones son sus pensamientos en voz alta y, también, los de muchos otros que se ven reflejados en sus palabras y experiencias como, por ejemplo, en las que dan título a este testimonio de una persona que va a terapia con un psicólogo ¿y qué? Ésta es mi historia en primera persona. 

Siempre, en lo más profundo de mí, he sabido que necesitaba una “ayuda especial”. A pesar de que yo abriera mi corazón y contara a mis amigos, familia o parejas lo que rondaba por mi cabeza, no obtenía las respuestas que esperaba. Me sentía incomprendido. Yo siempre he sido muy analítico y quizá mi cabeza daba demasiadas vueltas y, en realidad, todo era más sencillo (o eso decían). Me pasé años acumulando vivencias que no sabía muy bien como encajar. Año tras año sintiendo que no me quería como debía, que la conexión que tenía conmigo mismo fallaba. 

Dar el paso de acudir a terapia no fue nada fácil, siempre piensas que no necesitas a nadie, que tú solo podrás arreglártelas. Piensas cosas como “¿cómo voy a contar mis cosas a alguien que ni me conoce?”, “¿podrá ayudarme?”, “la terapia es para la gente que está loca” o, “los psicólogos solo te sacarán el dinero y te dejarán peor de lo que estabas”. Y es que aún tenemos muchos prejuicios, demasiados, acerca de la salud mental. Vivimos en una sociedad en la que ser inestable está mal visto, en la que no se permite la debilidad. ¡Cómo si atravesar tus dificultades fuera algo fácil! 

En el colegio debes encajar, caer bien, no desentonar. En el ambiente de trabajo debes ser profesional, estable, implacable. Debes ser uno más. En mi caso, hace más de diez años que estuve en terapia regular con mi psicóloga, y es lo mejor que he podido hacer en mi vida. Gracias a sufrir una etapa muy difícil en mi vida, con ataques de pánico y mucha ansiedad, finalmente di el paso. Quizá debí haberlo hecho mucho antes y no dejar que todo explotara, pero soy humano. Yo mismo tenía muchos prejuicios y, aunque respetaba mucho a quién acudía a terapia, pensaba que no era lo que yo necesitaba. ¡Qué equivocado estaba! 

Cuando me decidí, pregunté a personas que pasaban por algo similar, busqué referencias y seleccioné algunos psicólogos en Internet. Probé una primera terapia. Recuerdo la primera vez que acudí, ¡estaba tan nervioso! Conté muchas cosas que jamás he contado a nadie, me desnudé ante una persona que no conocía de nada… pero aún estaba un poco escéptico en cuanto a que esto me ayudara y, tras acudir a un par de sesiones, empecé a encontrarme peor de lo que estaba. Dábamos demasiadas vueltas a la ansiedad, a los ataques. Yo sentía que ese tipo de terapia no era para mí. 

Al final un psicólogo es un especialista más en salud, en este caso salud mental, y al igual que ocurre con otros especialistas, cada uno tendrá su método. Se trata de encontrar aquel con el que sientas “feeling”, aquel que te ayude como tú necesitas. En mi caso me ha servido mucho ser consciente de la sensación después de cada sesión. Si sientes alivio, si te sientes ligero, si sientes tu cabeza despejada, como si te hubieras quitado un gran peso de encima: ése es tu especialista. Tras esta primera experiencia seguí buscando, y la vida quiso que me encontrara con la persona que me  guio y ayudo a superar todo aquello que tenía “atascado” dentro de mí. 

Un pensamiento que se suele tener acerca de las terapias es que “con ir basta”. Error. Detrás de una terapia hay mucho, muchísimo trabajo personal. El terapeuta te guía y te abre los ojos, te ayuda, te reconforta pero también te dice las cosas muy claras, aunque duelan. Y vaya si duelen… Avanzar más o menos depende de ti, de tus ganas y de tu implicación. A terapia se va a trabajar en una mejor versión de ti. 

Yo iba a Terapia Gestalt porque es la que más se adaptaba a mí. El terapeuta no te define o encasilla, no te da las todas las respuestas, sino que te guía para que tú las encuentres. Además de encontrar respuestas por mí mismo, me enseño a quererme, a respetarme, a tratarme con cariño y compasión. Me enseño a respetar mi ritmo, eso que tanta falta me hace tras sufrir una etapa fuerte de ansiedad. Es curioso como todo está relacionado, cómo todo sucede por algo. En todo ese tiempo hablamos de mucas cosas, y así fui superando muchas de mis limitaciones. 

En Terapia Gestalt no cambian como eres o sientes, sino la forma de enfrentar la vida. Tu forma de percibirla. Te enseñan a no machacarte por los “errores” y a aceptar tus limitaciones. A tratarte con cariño, a ser compasivo contigo mismo. En cuanto al cambio, gracias a ir a terapia mi relación conmigo mismo y con los demás mejoro muchísimo. He dejado de sentirme raro o incomprendido. 

Si este pequeño texto puede ayudarte a ti que me lees y sientes que necesitas respuestas. A ti que necesitas quererte y entenderte, ya habrá merecido la pena escribirlo. 

Fui a terapia, ¿y qué? Hoy en dia me siento más libre y más feliz. Por fin estoy haciendo todas esas cosas que antes no hubiera podido.

Aunque no lo niego al final de terminar la terapia parecía que estaba en un mar atado de pies y manos viendo en el horizonte solamente MAR Y MAR... 

Y HOY A QUI ESTOY MAS FUERTE MAS CONSCIENTE MAS REAL MAS HUMANISTA Y MAS SERVICIAL. 
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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