Los peligros para la salud que puede traer la soledad

El cerebro necesita el estímulo de la conversación y de la compañía afectiva, aseguran expertos. 


Contar con alguien en casa puede ayudar a prevenir problemas de salud, dicen expertos. 

“Los filósofos dicen que la soledad es un buen sitio para encontrarse con uno mismo, pero es un mal lugar para quedarse”. 

Esta frase de Róbinson Cuadros, médico geriatra y presidente de la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría, resume muy bien lo que puede significar para el ser humano el aislamiento social.

Según el especialista, la soledad para reflexionar, para meditar, leer un buen libro o escuchar música, es positiva. Pero cuando se convierte en exclusión, en aislamiento de la sociedad, es un problema: las personas empiezan a presentar cambios comportamentales, se vuelven apáticas, de mal genio y quieren estar encerradas. Todo esto demuestra que la soledad genera daños a nivel emocional y afectivo.

La psiquiatra Ana Millán explica que el cerebro está hecho a la medida del ser humano y que parte del desarrollo evolutivo de la humanidad se dio porque el hombre es un ente social, de comunidad, de grupo. 

De hecho, el desarrollo del lenguaje, que es la máxima expresión de la evolución, se desarrolla a partir de interacción con otros. Entonces, el aislamiento social afecta el cerebro porque falta el estímulo de la conversación y de la compañía afectiva. También puede ser un factor de riesgo para el deterioro de las funciones del cerebro o el deterioro cognitivo, que es el primer paso para enfermedades tipo alzhéimer u otras demencias en personas mayores.

En personas jóvenes –agrega la psiquiatra–, el aislamiento social puede llevar a una depresión clínica, que si no se trata debidamente puede –con el tiempo y al volverse crónica– conducir también al deterioro de las funciones cognitivas. Nuevas luces

Por fortuna, un reciente estudio realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech), de Estados Unidos, dio las primeras luces sobre una posible solución en el futuro de los efectos negativos del aislamiento social y una nueva mirada sobre el tratamiento de la salud mental. 

La investigación realizada en ratones encontró que, como consecuencia del aislamiento prolongado –por 2 semanas, en comparación con 24 horas–, el cerebro de los animales produce una sustancia química particular que influye en sus comportamientos; y al bloquear esta sustancia, se eliminan los efectos negativos del aislamiento. 

Los cambios de comportamiento que se observaron en los ratones fueron mayor agresividad hacia roedores desconocidos, miedo e hipersensibilidad a las amenazas. Un estudio previo adelantado en el mismo laboratorio había encontrado, en la mosca Drosophila, que un neuroquímico particular llamado taquiquinina desempeñaba un papel importante en la promoción de las moscas aisladas. Los investigadores querían saber si lo observado en el insecto podría darse en mamíferos, y por eso trabajaron con ratones. 

Cuando las personas viven solas tienen mayor riesgo de presentar problemas en la memoria, sufrir de depresión y ataques cardiacos. Contar con alguien más puede ayudar a prevenir problemas de salud 

En los roedores, el gen de taquiquinina Tac2 codifica un neuropéptido llamado neuroquinina B (NkB). Tac2/NkB es producido por neuronas del hipotálamo y la amígdala del cerebro, ambas involucradas en el comportamiento emocional y social.

Los investigadores encontraron que el aislamiento crónico de los ratones produce un aumento de la expresión del gen Tac2 y la producción de NkB en todo el cerebro; pero al suministrar un fármaco que bloquea los receptores de NkB, los ratones estresados se comportaron normalmente. Y, por el contrario, al aumentar los niveles de Tac2 en animales no estresados, estos se comportaron como si estuvieran aislados.

También realizaron el experimento en diferentes partes del cerebro de los ratones tanto con el gen como con el neuropéptido, y también con distintas manipulaciones de estos, y descubrieron que en algunos casos se controlaba la agresividad; y en otros, el miedo. En los seres humanos

Por haber tenido lugar en ratones, este estudio puede tener implicaciones para entender cómo funciona el estrés crónico en los humanos. 

Los seres humanos tenemos un sistema de señalización Tac2 análogo al de los ratones, con lo cual, si fuera posible modificarlo en forma precisa y localmente se podría tener una nueva mirada sobre los tratamientos de salud mental, los cuales se han concentrado durante los últimos años en el manejo de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, tratamientos que tienen efectos secundarios no deseables en muchos pacientes.

Estos neurotransmisores están en todo el cerebro; en cambio, este estudio abre la puerta a posibles intervenciones médicas localizadas y en cantidades específicas para manejar ciertas emociones. Vale la pena resaltar que la soledad y el aislamiento social también tienen otras consecuencias en los seres humanos.

Según información de Harvard Health Publishing, de la escuela de medicina de esta universidad, una investigación de la Universidad Brigham Young –presentada en la Convención Anual de la Asociación Estadounidense de Psicología en agosto del año pasado– sugirió que la soledad, el aislamiento social y vivir solo son factores de riesgo mayores que la obesidad para la muerte prematura. 

Las conclusiones se basaron en análisis de 148 estudios con un total de 300.000 participantes y en 70 estudios con más de 3,4 millones de participantes.

El doctor Erin Stevens, médico geriatra y de cuidados paliativos del Hospital General de Massachusetts, afiliado a Harvard, explicó en la misma publicación que cuando las personas viven solas tienen mayor riesgo de presentar problemas en la memoria, sufrir de depresión, ataques cardiacos, artritis y estrés; en cambio, contar con alguien más en la casa puede ayudar a prevenir problemas de salud. 

El aislamiento social afecta el cerebro porque falta el estímulo de la conversación y de la compañía afectiva 

Para no aislarse

Buscar un amigo que viva con ellas; no tiene que ser un familiar. La idea es compartir la vivienda con alguien que comparta intereses y que permita llevar una convivencia agradable.

Buscar una afición que pueda compartir con otros, como trabajos manuales, un deporte, salir a caminar, juegos de mesa, pintura, escultura, baile, etc.

Participar en grupos sociales de ayuda a otros. El geriatra Róbinson Cuadros explica que tener una visión de entrega a los demás disminuye la sensación de soledad.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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