Los empresarios carismáticos como Elon Musk son problemáticos titanes de negocios.
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Los empresarios y capitalistas de riesgo de Silicon Valley se trasladaron al desierto de Nevada para el ‘Burning Man’ (hombre en llamas), la reunión anual que celebra la ‘autosuficiencia radical’, el intercambio de regalos y la cooperación. La celebración culmina hoy con la quema de la efigie.
El ‘Burning Man’ es un experimento lúdico sobre cómo la comunidad puede florecer lejos de las finanzas privadas y de las compañías rivales. La ironía es que los titanes como Elon Musk, de Tesla, son figuras prominentes de la economía real.
La forma en que esto funciona fue el tema de otro encuentro: la reunión de los banqueros en Jackson Hole, Wyoming. Ellos se mostraron inquietos por el poder y la rentabilidad de las “compañías superestrella” como Apple, Facebook, Microsoft y Google. Los salarios, los precios y la política monetaria se ven afectados por estos oligopolios.
Jackson Hole es un mejor indicador económico que ‘Burning Man’, pero los ‘Burners’ tienen la razón en un aspecto. El simbólico gigante es una representativa figura de la época. Los empresarios obstinados, carismáticos e ingobernables como Musk encarnan su espíritu económico.
Un artículo de John Van Reenen, un profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, presentado en Jackson Hole contiene algunas pistas acerca del por qué. Este analiza el fenómeno de la concentración en las industrias, como la tecnología y los medios, y cómo se han convertido en mercados en los que “el ganador se lo lleva todo”.
En lugar de oligopolios y omnipotentes plataformas, Van Reenen argumenta que ellos se producen como consecuencia de factores estructurales. La globalización y la nueva tecnología fomentan compañías superestrella con altos márgenes de ventas y de rendimiento de capital porque “los efectos de red significan que las pequeñas diferencias de calidad pueden inclinar un mercado hacia una o dos figuras claves”.
Es una historia familiar, y compañías como Netflix y Tesla han llevado el mantra de crecimiento y dominación de Silicon Valley más allá de la industria tecnológica. Pero, como lo señala Van Reenen, no significa que las industrias no sean competitivas; lo son de una forma extraña. Es un concurso de todo o nada para apoderarse del territorio global y convertirse en una fuerza aplastante.
Esto influye sobre las personalidades de los líderes, a menudo impacientes, implacables y exageradamente ambiciosos. Parece extraño que la junta directiva y los accionistas de Tesla hayan permitido que Musk actuara de manera imprevisible: ha estado durmiendo en su fábrica para aumentar la producción mientras que ha estado públicamente explorando la posibilidad de retirar a la compañía de la bolsa para limitar el escrutinio. Pero así es como se comportan los gigantes.
Una razón por la que los financieros les han permitido a los empresarios tecnológicos asegurarse el control gerencial sobre las compañías cotizantes a través de acciones de clase dual es que tienen limitadas opciones; eso es lo que exigen los fundadores como Mark Zuckerberg de Facebook.
Esto contrasta con hace 40 años, cuando Michael Jensen, de Harvard, expresó preocupaciones sobre los “costos de agencia”, impuestos a los accionistas por parte de gerentes ‘atrincherados’. Esto incentivaba el aumento de las compras apalancadas y la propiedad de capital privado con incentivos de acciones para hacer que los ejecutivos siguieran los intereses de los inversionistas.
Los gigantes han reemplazado a los burócratas, y los accionistas no tienen que preocuparse tanto por la indolencia. El riesgo gerencial de las superestrellas es que el fundador y líder impulsa tan agresivamente por obtener el control que la compañía se desintegra.Esto sucedió en Uber, donde los inversionistas sacaron a Travis Kalanick.
Los superestrellas pueden ser gestores respetables. Ni Larry Page en Alphabet ni Jeff Bezos en Amazon tienen el mismo problema, aunque ambos son tremendamente ambiciosos. La labor de mantener a la empresa por buen camino a menudo se le delega a un director de operaciones, y algunos accionistas quisieran tener uno en Tesla.
Pero el valor de un fundador que personifica a la compañía y que posee un gran deseo de apoderarse de territorio se ve reforzado por la economía que describe Van Reenen. Otro estudio enfatiza la importancia del “empresario superestrella como factor de producción que implementa la tecnología superestrella”.
Existe una esperanza. Sean cuales sean los defectos de la ley antimonopolio y las causas estructurales de los nuevos oligopolios, la dependencia depositada en los genios también los hace vulnerables a la inestabilidad. Es difícil para los demás competir con ellos, pero después de algún tiempo, pueden autodestruirse.
Se ha informado que Musk no acudirá al ‘Burning Man’ este año porque tiene otras cosas en mente, así que no será testigo.