Brindarle comprensión y apoyo, ponerse en su lugar y tener paciencia pueden ayudar al enfermo.
“Marta y yo tenemos nuestras peleas, como cualquier matrimonio, pero nunca en
fases depresivas. Al principio discutíamos con más frecuencia, cuando yo no
sabía casi nada de su enfermedad y no comprendía su conducta, cuando no entendía
que una persona como ella, tan activa y generalmente muy alegre, que reía con
frecuencia, se pusiera a llorar, se postrara y no quisiera levantarse”.
Este es el testimonio sobre la depresión que sufrió su mujer relatado por
Jaime Smith Semprún, fundador y vicepresidente de la Alianza para la Depresión
(AplD).
Según el autor del libro La depresión de Marta, ante un ser querido deprimido
la gente suele reaccionar en una forma que agudiza aún más el problema del
paciente, usando frases como ‘anímate, no es para tanto’ o ‘tienes que poner de
tu parte’. “Todas –dice– son fatídicas para el enfermo (...). ¿Le diríamos a una
persona que está sufriendo el mayor dolor físico que pueda haber: ‘No es para
tanto’?”
El psiquiatra José Manuel Crespo coincide con él en que “intentar que un
allegado supere una depresión animándolo a salir, divertirse y olvidarse de sus
problemas puede ser contraproducente para la evolución de su trastorno”.
Según este especialista del Servicio de Psiquiatría del Hospital
Universitario de Bellvitge (Barcelona, España), mantener esta actitud ante un
deprimido “puede inducirlo a pensar que, si no tiene ganas de salir es porque es
un vago, un inútil y no quiere curarse”.
No es voluntario
De acuerdo con los especialistas, una de las creencias más arraigadas sobre
la depresión es que se trata de una enfermedad que depende solo de la voluntad
de la persona.
“Pedir a una persona deprimida que supere su trastorno a base de fuerza de
voluntad –insiste Crespo– es lo mismo que decirle a alguien a quien le faltan
las dos piernas que camine”.
Los familiares y allegados de la persona con depresión deben tener en cuenta
que este mal afecta las funciones psíquicas, la motivación, la voluntad y los
sentimientos. Según Smith, para que el trato de los familiares hacia el enfermo
depresivo sea más eficaz es necesario informarse lo antes posible sobre la
depresión.
Otro factor importante en la familia es tratar de lograr una buena
comunicación con el enfermo, aun cuando resulte difícil.
Según expertos del Centro Psiquiátrico Harris County, de la Universidad de
Texas, lo mejor que puede hacerse por una persona con depresión es ayudarla a
que obtenga tratamiento y alentarla a que no lo abandone acompañándola al médico
e, incluso, controlando que tome los medicamentos.
El apoyo emocional, la comprensión, la paciencia, el afecto, escucharla
siempre y no ignorar nunca sus comentarios sobre suicidio –que deben informarse
de inmediato al médico– hacen parte del apoyo que puede brindarse a los
afectados.
Motívelos a expresar lo que están sintiendo
Para la escritora y experta en entrenamiento emocional Carol A. Kivler,
autora del libro ‘El abc de la recuperación de una enfermedad mental’, quien
enfrenta un episodio depresivo está ante un viaje largo y difícil, aunque “el
recorrido que tienen que hacer sus seres queridos puede ser igual de estresante
y desafiante”.
Según Kivler, si quienes rodean al deprimido toman conciencia y aceptan que
la depresión puede ser más debilitante que una dolencia física, y que los que
lidian con ella necesitan la misma preocupación amorosa y cuidados que aquellos
que padecen una enfermedad física, entonces aumentan sus posibilidades de
recuperación.
Para ayudar a que la persona deprimida se recupere y no recaiga, además de la
psicoterapia y la medicación, la experta estadounidense recomienda a los
familiares y allegados que le formulen algunas preguntas abiertas, que le
brinden la oportunidad de hablar, como “¿qué estás sintiendo?” o “¿qué cosas
puedo hacer para que te sientas apoyado?”.
E insiste en que hay que ser pacientes con el deprimido, pues “puede llevarle
tiempo aceptar su propio mal”.