La felicidad es el fin más buscado, pero el menos alcanzado en la vida de muchas personas. Pensar que esta depende de factores externos es un error. La riqueza, el trabajo y los bienes materiales no la determinan. En cambio, el amor, la amistad y sobre todo la salud, para lograr alcanzar lo demás, son indispensables para ser plenamente feliz.
El estar saludable, permite que una persona alcance sus metas. Logre cultivar el amor y adquirir los bienes materiales que necesita. Si no poseemos salud, entonces, no estaremos en las condiciones óptimas para disfrutar de la vida y las bendiciones que nos regale.
Puede decirse con total seguridad que la felicidad y la salud dependen una de la otra. Si no tienes salud, difícilmente podrás ser feliz. Y siendo feliz puedes mantener un buen estado de salud y alejar las enfermedades que te aquejen. Por ejemplo, la felicidad es la mejor medicina para el estrés, la ansiedad y la depresión. Si mantenemos un buen estado de ánimo, seguramente podremos disfrutar de una vida más sana y plena. Aquí, te contamos sobre este tema ¡Sigue leyendo!
La felicidad es saludable
Desear ser feliz es el primer paso para serlo. Sin embargo, esto va a depender de diversos factores. Desde los genéticos hasta los ambientales juegan un papel fundamental. Existen personas que poseen una predisposición biológica para ser felices. Mientras que, otras tienen al respecto una clara desventaja. La depresión, por ejemplo, es una enfermedad que puede ser heredada. Por lo tanto, las personas con esta clase de tendencias son más propensas a sufrir ataques de tristezas que bloquean su felicidad.
Los cambios climáticos y de estaciones también pueden afectar el estado de ánimo de las personas. Un claro ejemplo de ello es la depresión de invierno. De la cual, son víctimas muchas personas cuando llega el fin del verano en países donde se viven las 4 estaciones.
A pesar de esto, la felicidad es una decisión muy personal que el individuo debe tener la capacidad de tomar. Independientemente de los factores externos que nos puedan aquejar. Mantener un nivel de bienestar positivo, solo está en nuestras manos.
El poder manejar los altibajos y problemas que nos presenta la vida de manera correcta y sin dejarnos aplastar por ellos. Garantiza el bienestar emocional, psicológico y físico de una persona. Por lo que, la felicidad es salud. Una persona saludable, por lo general es feliz y equilibrada.
El sentido de bienestar genera hábitos saludables…
Está comprobado que una persona feliz y tranquila tiene menos probabilidades de padecer ataques al corazón que otra que sufra de ansiedad y depresión. Estudios certifican que aquellos que poseen hábitos saludables como el positivismo, el optimismo y el buen humor tienen menores riesgos de padecer accidentes cerebrovasculares. Científicos han probado, a través de estudios, que el estrés puede ocasionar ataques cardiacos. Una persona estresada no es feliz.
Una persona feliz es consciente de la importancia de su bienestar. Por ello, sabe que debe tener hábitos que le permitan tener un excelente estado de salud. De allí que la mayoría de las personas felices se alimentan sanamente, realizan deporte regularmente y disfrutan de hábitos como la lectura y el aprender cosas nuevas. Entonces, los estilos de vida tienen un impacto sobre la salud.
La felicidad se trata de un estado de consciencia donde la persona puede percibir claramente cuáles son las cosas más importantes de la vida. Y, en este sentido, le da la importancia que merecen. La salud, es la primera de ellas. Quien es feliz, por lo tanto, sabe que lo principal es mantenerse saludable para poder lograr, alcanzar o mantener su felicidad.